El juzgado solicita a Google datos de los móviles de los dos acusados del crimen del pozo de O Porriño

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

O PORRIÑO

Los dos detenidos, con mascarilla, durante la reconstrucción del crimen en la fábrica La Cristina.
Los dos detenidos, con mascarilla, durante la reconstrucción del crimen en la fábrica La Cristina. Oscar Vázquez

La investigación procesal busca en los EE.UU. geolocalizar los teléfonos de ambos imputados en el solar el día que se cometió el asesinato del ciudadano luso Carlos Alberto Videira de Orfão

25 jun 2023 . Actualizado a las 22:01 h.

Carlos Alberto Videira de Orfão (Viana do Castelo, 1981) fue apaleado hasta la muerte y tirado a un pozo el 13 de octubre del 2018 en O Porriño. Sus presuntos asesinos lo llevaron a la fuerza desde Vigo en una furgoneta blanca prestada. Pero ubicar en la escena del crimen a los hombres investigados —fueron detenidos, ingresaron en prisión provisional y puestos en libertad a la espera de juicio— por la violenta muerte pasa únicamente por posicionarlos en las coordenadas del macabro escenario. La tecnología supone la única herramienta empírica para cerrar el círculo procesal. Por eso, los responsables de la investigación —el Juzgado de Instrucción número 3 de O Porriño y la Fiscalía— han activado la palanca necesaria: solicitar a Google, en EE.UU., datos que permitan geoposicionar sus teléfonos móviles en la escena del crimen en el día de autos.

La petición es recurrente en este tipo de investigaciones, pero la respuesta no siempre llega de vuelta con datos concluyentes. Por ahora existen elementos incriminatorios contra los dos investigados, por eso fueron arrestados, están imputados y llegaron a estar en prisión provisional comunicada y sin fianza por asesinato. Pero las pruebas, dado que el pasado febrero recuperaron la libertad por decisión de la Audiencia Provincial de Pontevedra, parece que no son tan concluyentes. La sala entiende que no concurren los supuestos para mantenerlos en prisión, aunque mantiene a ambos la condición de imputados y ha acordó que firmen ante la Guardia Civil de O Porriño cada 10 días y se les retire el pasaporte mientras prosigue la investigación policial, aún abierta con una parte declarada secreta, y la instrucción judicial en O Porriño.

La Guardia Civil cree que ambos investigados se dedicaban al cobro de deudas a cambio de una remuneración. Uno de ellos habría sido otra víctima de las más de 60 estafas por las que fue denunciado Carlos Alberto mientras vivió en España; con la diferencia de que este imputado por asesinato, presuntamente, optó por saltarse la vía judicial para aplicarle un escarmiento con ayuda de un compañero de trabajo. Los investigadores sospechan que no pretendían matarlo, se les fue la mano y que, ya sin vida, buscaron un escondite para ocultarlo hasta el fin de los días: el pozo abandonado de una finca en O Porriño. Otra arista del caso por aclarar implicaría que ambos investigados, profesionales de la seguridad en locales de ocio nocturno, recibieran algún tipo de ayuda para consumar que se les atribuyen y conllevaron la muerte a palos de Carlos Alberto Videira de Orfão. 

862 días

Este mecánico de coches con cierta afición a cobrar por trabajos que no realizaba, ni a devolver los coches que le dejaban en depósito para completar los trabajos que cobraba por adelantado, fue visto por última vez el mismo día que lo abandonaron en el pozo de O Porriño que le sirvió de tumba durante 862 días. Un amigo suyo, imputado por encubrimiento en esta causa, relató en el juzgado que los dos porteros de discoteca lo coaccionaron para que recogiera Carlos Alberto y lo llevara ante su presencia. El amigo accedió, dice que por miedo. Ambos llegaron al destino, una nave dedicada a reparar coches donde trabajaba el chófer de la furgoneta en el perímetro de Vigo.

Dentro, esperaban dos hombres de unos 50 años, corpulentos, porteros de discoteca en Vigo, añadió en su declaración el conductor. Carlos Alberto no tuvo tiempo ni para apearse de la furgoneta: ambos hombres abrieron la puerta, lo bajaron y golpearon sin mediar palabra. Luego le pusieron las manos en la espalda, le inmovilizaron, le colocaron una bolsa de plástico en la cabeza y le subieron a la furgoneta para desaparecer. Lo siguiente que se supo de la víctima, tras 862 días, implicó hallar el cadáver casualmente mientras unos operarios revisaban el pozo por la posible venta del solar.

Hallan la furgoneta blanca que llevó al fallecido, pero no aporta pruebas

La furgoneta blanca utilizada, según el testigo principal del caso, para trasladar a Carlos Alberto Videira desde la nave de Vigo hasta la finca con pozo en O Porriño —sin descartar que hiciesen paradas en algún lugar donde habría fallecido a causa de los golpes— fue durante meses una prueba fundamente del caso que no se logró ubicar hasta esta primavera. El vehículo apareció en un desguace del perímetro de Vigo en un avanzado estado de abandono, ya próxima a su destrucción, explican fuentes judiciales, que añaden que en los informes aportados al procedimiento se evidencia que no aportó ninguna prueba que, por ejemplo, permita ubicar a ambos investigados, o al menos a uno de ellos.