«No hay muchos ejemplares y la cría es difícil», dice José Doval, de O Porriño
14 oct 2023 . Actualizado a las 01:15 h.La primera cacatúa negra colirroja gallega nació en O Porriño el domingo 24 de septiembre y pesó 24 gramos. Salió del cascarón treinta días y 22 horas después. Los padres son Lolo y Xila, dos imponentes ejemplares de esta ave originaria de Australia, que pertenecen a José Doval Ucha y su mujer Mari Carmen Vidal desde hace tres años. La pareja fue un regalo especial de los hijos y la esposa de Doval, que comparte con su marido su pasión por los animales alados, aunque la intervención de este último fue el que obró la hazaña. «No suele haber muchos ejemplares pero de cacatúa negra además la cría es especialmente difícil. Este es el primero nacido en Galicia», explica el criador registrado en el Ministerio de Transición Ecológica con el correspondiente certificado de núcleo zoológico de la Xunta. El nombre científico de la cacatúa es Calyptorhynchus banksii y con el que se le bautice será cosa de su ahijado, para quien está criando a este primer bebé.
El pichón nació por incubación artificial y, desde hace dieciocho días, lo alimenta cada tres horas para que salga adelante. «Otras parejas ponen un huevo cada tres días, pero esta especie, cada 23 o 25 y normalmente no incuban de forma natural. El primer huevo fue un aborto, este nació bien y el tercero está en la incubadora desde hace veinte días», explica Doval. Desde las siete de la mañana, cada día y hasta medianoche, cuida mano a mano con su mujer de las aves, con las que conviven. En su hogar han nacido desde el 2018 unos 350 pájaros porque tiene cuatro incubadoras para la cría de las que han nacido los pichones de amigos, compañeros o familiares.
«Crío las aves por amor a los animales», explica Doval mientras muestra una cuidadísimo aviario con 17 parejas a las que cuidan con extraordinario mimo. «No cobro nada. Los dueños solo me pagan los gastos de luz, papa, papel y viruta y se los llevan cuando ya comen solos destetados», señala este criador vocacional.
Durante el tiempo que están en la incubadora, el protocolo incluye pesaje, toma de temperatura y de humedad, todos los días a la misma hora. Cuando está a punto de nacer, han de controlarse también las pulsaciones. «Incubar es un proceso complejo, pero llegué a criar a la vez hasta sesenta pájaros, dándoles cada tres horas la papa. Esto solo se puede hacer por vocación», insiste. Cuentan también con una sala de alimentación, en la que ahora está también la cacatúa negra de cola roja: «Primero le daba leche de buche y ahora ya la papa normal. El proceso de destete es de 120 días».
Al matrimonio siempre le gustaron las aves, pero la afición pudo concretarse el 2008, cuando se jubiló el padre de familia. «De pequeño ya tenía canarios y periquitos, pero con mi profesión era imposible compatibilizar la tenencia o cría. Trabajaba en Frigolouro y tenía que viajar mucho», recuerda. Con motivo de esa jubilación anticipada a los 42 años, sus compañeros ya le regalaron algunos pájaros, porque conocían bien su inclinación. Dos años después, Doval ya había ahorrado lo suficiente para conseguir su primera pareja, que son los más parlanchines del aviario. Dos guacamayos de color azul y amarillo en los que invirtió «lo que dejé de gastar en tabaco y en el bar tras jubilarme, porque ya no tenía que andar por ahí».
«No nos importa no tener tiempo para viajar o ir de vacaciones porque lo que de verdad nos gusta a mi mujer y a mí es estar en casa con los animales. Aquí tenemos la naturaleza, nos despertamos con los sonidos de los pájaros», sostienen entusiasmados con su proyecto.
Por las tardes además, suele haber tertulia diaria con los humanos que comparten afición o amistad y acuden a tomar el café a su casa.
No oculta su preocupación por la nueva Ley de Bienestar Animal y defiende como la asociación Aviornis, de la que también es socio, que «si no fuera por nosotros, las aves desaparecerían». «Los criadores particulares somos los que mantenemos la avicultura», considera.