La tradición oral ha dejado historias asociadas a monolitos en toda el área de Vigo
13 feb 2024 . Actualizado a las 00:21 h.Se llama litotoponimia y abarca los nombres con que, a lo largo de la historia, las sociedades han ido denominando a determinadas piedras singulares. Muchos de esos elementos naturales han adquirido un significado mayor que su propia realidad mineral y tanto pueden servir como referencias espaciales como para encerrar una tradición oral, en ocasiones, matizada por aspectos legendarios. Y las hay en tierra y también en el mar, muy cerca de la costa, aunque esta ruta se ciña a los elementos terrestres.
Para cualquier persona interesada en esta forma de nombrar piedras existe un trabajo realizado por Vicente Feijoo Ares, titulado, Las motivaciones de los nombres de las piedras en Galicia. Cultos, ritos y leyendas, en el que analiza los orígenes de esos nombres y establece una clasificación tipológica. En un plano menos científico, hay también espacios web, como Galicia encantada, en los que se recogen leyendas asociadas a estas formaciones rocosas. Ahí, por ejemplo, aparece la leyenda de los amores de Aldina y Tristán relacionada con la Pena dos Namorados, situada en Arcos, Ponteareas. El conjunto es monumental y está conformado, de forma caprichosa por la naturaleza, por varias piezas. Se le relaciona con el rito ancestral de colocar varias tres piedras en el lugar antes de casarse para conocer sus posibilidades matrimoniales.
No muy lejos de allí, en la misma parroquia, se encuentra la Pena do Equilibrio. En www.galiciamaxica.eu, otra imprescindible página de referencia para adentrarse en el amplio mundo del patrimonio gallego, se dice que los monjes del próximo monasterio de Canedo, cuando pasaban por esta piedra, intentaban tirarla, sin ningún resultado. Cuentan que además, para demostrar que la piedra incluso se movía, colocaban una botella de cristal, en la unión, y al día siguiente, cuando volvían, la botella estaba rota. Es un auténtico desafío a las leyes de la gravedad.
En el recorrido que hace Galicia Máxica por los grandes monolitos gallegos aún señala otro lugar de interés en el propio municipio ponteareano. En la Ruta de los Penedos, se sitúan, en el ascenso a la Picaraña, las piedras de O Monxe y A Caixa. En la primera es evidente el nombre, ya que parece un religioso tapado por una capucha.
En la cima del monte Aloia, en Tui, se sitúa la conocida como Cama de San Xulián, cerca de la ermita dedicada a ese santo. Su nombre está relacionado con el hecho legendario de que allí reposó el cuerpo sin vida del santo. Se le atribuyen propiedades curativas y favorecedoras de la fertilidad, lo que nos traslada a momentos precristianos. Se le añaden facultades para curar migrañas y dolores cervicales.
En la misma subida a la cima del monte Aloia se encuentra una piedra, junto al camino, que fue partida por un rayo. En la antigüedad se le atribuían cualidades sobrenaturales a estos monolitos tocados por las fuerzas generadas en la atmósfera.
En O Porriño, Faro de Budiño se alza como un gran conjunto granítico moldeado por los elementos a lo largo de los siglos. Galicia Máxica recoge una curiosidad relacionada con una gran piedra, que estuvo situada en una de sus cavidades superiores y que era conocida como O Catabún. Señalan desde esta web patrimonialista que, en la antigüedad, la cortaba el viento y producía un estruendoso ruido que era escuchado incluso en Tui. «Según dicen fue en el siglo XVII cuando los vecinos hartos de tal sonido reventaron la piedra que se ubica en la brecha y nunca más volvió a rugir», apuntan desde Galicia Máxica.
Los montes del sur de la provincia de Pontevedra todavía conservan piedras singulares que actúan como marcos territoriales. Son las conocidas como «pedras do acordo». Galicia Máxica da referencias de dos de ellas. Una está situada en el monte Tetón y señaliza la confluencia de los municipios de Tui, Tomiño y Gondomar, y la otra, está en el Aloia. Esta última tiene la peculiaridad de estar labrada directamente en un afloramiento pétreo. Curiosamente, en pleno nucleo urbano vigués se conserva una piedra hincada que sirvió como marco de separación entre las parroquias de Freixeiro y Sárdoma. Está situado ante la iglesia de San Xosé Obreiro, en Santa Rita.
En otros casos, las formas naturales de las piedras atraen la atención de los espectadores sin más aditamento que las curiosas formas originadas por la erosión. Es el caso de la Pedra Furada situada en Serra do Argallo, cerca del santuario de San Campio de Lonxe, en Tomiño. Tiene el valor añadido de ofrecer el entorno un excelente mirador hacia el valle del Miño. Mucho más contundente es el enorme penedo situado en San Cibrán, entre Ponteareas y Salceda de Caselas, que posiblemente fue centro de atención de rituales ancestrales y, por ello, alguien vio la conveniencia de darle un toque cristiano, colocando una cruz en su parte superior.
Pero también hay ejemplos naturales que llevan al espectador a pensar en ciertos animales, como es el caso de una «iguana» que se calienta al sol entre las playas de Viñó y Nerga, en Cangas. Incluso, la intervención humana facilita una mejor visión de esas imaginadas criaturas, como ocurre con la «tortuga» situada en la punta de Samil o el «leopardo» de Cabo Home, en ambos casos, intervenidos con pintura.
Moaña concentra varios elementos pétreos asociados a leyendas. Aparecen recogidos en la web de Galicia Encantada. Una de ellas está en el monte de Os Remedios, en Tirán. Tiene el dibujo de una serpiente y, en la noche de San Xoán, aparece allí una mujer vieja sentada sobre ella ante la capilla. Añade esta web el caso de una peña con grabados en la Borna, en Domaio. Dice la leyenda a ella asociada que cuando el diablo tenía hambre bajaba a la playa disfrazado de serpiente y comía marisco encima de ella, algo que hacen las serpientes.