El vino que viajó del furancho a la barrica

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

REDONDELA

XOAN CARLOS GIL

El viticultor Xurxo Amoedo saca al mercado Tarrastal y 12+1, los dos primeros tintos de Redondela que elabora con la intención de poner en marcha una bodega propia y recuperar una tradición perdida

24 may 2024 . Actualizado a las 00:19 h.

Los primeros pasos que Xurxo Amoedo dio en el mundo del vino fueron en un entorno doméstico. Procede de una familia en la que los furanchos, cuya esencia son el vino y la comida casera, formaban parte de su vida. «Unha tía miña tivo un hai 60 anos e sempre houbo ao meu redor tradición de viticultores», cuenta el redondelano, que se encarga del furancho Tarrastal fundado por su padres.

El viticultor acaba de estrenar su primera producción de tintos: Tarrastal y 12+1. Siempre quiso ir más allá en el aprendizaje. Para ello, se fue a la escuela de formación profesional A Granxa, de Ponteareas, que le sirvió para asentar las bases y ampliar fronteras. «Gustoume moito, déuseme moi ben e marchei a facer prácticas a Portugal. Nunha bodega do Douro coñecín a un enólogo de Tui, Manuel Areal, fixemos amizade e coa súa colaboración, no furancho fun mellorando os viños e recuperando variedades das que casi non quedaba rastro», reconoce el experto que, como recuerda, en Redondela siempre hubo más tradición de tinto pero en los 80 con la eclosión de la Denominación de Origen Rías Baixas, se apostó por el albariño.

En el 2022, antes de la vendimia, Areal le ofreció a buen precio unas barricas usadas con las que había estado trabajando y por otra parte, le animó a hacer algo diferente con la cosecha del año. «Me animaron a comprar unha barrica nova coa que fixen outro tinto», cuenta. De esos recipientes han salido las dos tiradas de estreno con sendos tintos de alta gama (400 botellas de cada) que Amoedo acaba de presentar en el establecimiento de su paisano Agustín Lovera. El responsable de A Tenda da Loura, en Redondela, cuenta en sus estanterías donde solo caben referencias seleccionadas. Lovera recuerda que el primer vino que salió de un furancho para iniciar una trayectoria independiente de estos singulares recintos fue el de Reboraina, ubicado en un pazo rodeado de viñas y famoso por su magnífico magnolio bajo el que se acomodan los comensales, que está a escasos metros de O Tarrastal.

Desde entonces el circuito comercial se ha ampliado y el llamado vino de casa o de paisano, ese que los profanos despachan su descripción con un «é bó porque non leva química», ya no es tan simple. «En los últimos años ha crecido el interés por la viticultura en Galicia y ha aparecido gente que se forma con la idea de hacer grandes vinos de calidad», asegura el comerciante.

Amoedo empezó experimentando en sus viñedos y ha tardado cinco años en el desarrollo para sacar al mercado dos tintos de categoría: Tarrastal y 12+1, cuyos precios oscilan entre los 18 y 23 euros la unidad. La distinción entre ambos está en el proceso de maduración. La uva es la misma, pero un vino ha estado en barrica usada y el otro, trece meses (o doce más uno) en barrica nueva. Su autor advierte que entre uno y otro «hai unha diferenza moi grande», pero no se atreve a poner nota de cata «porque o que fala é o viño». Lo que sí reconoce es que quizás van a contracorriente del mercado, porque se buscan ahora creaciones más frescas y con poca estructura, mientras que las suyos son contundentes. «Teñen mais complexidade e se nota sobre todo no de barrica nova, pero para tomar con carnes é perfecto», asegura el vinatero, convencido defensor del producto de cercanía. «Hai que apoiarse uns nos outros porque se ao veciño lle vai ben, aumentan as probabilidades de que a mín, tamén», justifica. Su intención a medio plazo es montar una bodega pero para ello ha lanzado primero este primer pequeño proyecto que nace bajo el nombre Viño de Terras de Redondela. «A idea é duplicar a produción o ano que vén e ir crecendo pouco a pouco», reflexiona el experto, que ha utilizado el furancho familiar como campo de ensayo pese a saber que la clientela es más de pedir blancos o rosados «que tamén fago», pero él apostó por poner en mesa y copa unos tintos más exclusivos para saborear de otra forma la crianza en madera. Por algo tarrastal significa lugar de castiñeiros para barricas y Redondela fue una potencia.

Apertura 

Desde el furancho O Tarrastal, donde nace el primer tinto de Redondela, se ve el puente de Rande y la ría de Vigo. Inaugura temporada mañana, viernes, y estará abierto hasta el 31 de julio, «ata que o tempo o permita», apostilla Xurxo. El vino de furancho es el excedente de la cosecha de casa, pero el de Amoedo se hizo fuera, en una bodega externa. En este caso convivirán ambos formatos y la clientela podrá tomarse sus vinos de siempre o comprar botellas como las que disfrutan ya en un restaurante especializado en caza en Sevilla, se vende en A Tenda da Loura y en la Despensa de Alarico en Allariz y próximamente en alguna vinoteca de Vigo.