Muere Bernardo Seoane, el artista creador de las máquinas de lo absurdo

SOUTOMAIOR

Oscar Vázquez

«En esta vida hace falta mucho humor y sobra violencia», defendía el escultor de Soutomaior

17 may 2024 . Actualizado a las 00:42 h.

Soutomaior despide al «forxador de soños, retais de eternidade nas aristas espidas na mente dun xenio», al que rindió homenaje el pasado 21 de abril. El poeta Iago Treus definió así a Bernardo Seoane Sobral en la placa que el Concello encargó para colocar la última obra que el artista regaló a su pueblo. Sus vecinos lo despidieron con honores aquel domingo y hoy lo hacen con profunda tristeza. Seoane fue un artista visionario capaz de devolver a la vida las toneladas de hierro o aluminio que otros desechaban para construir piezas únicas que revelaban su inquietud creativa y su sabiduría humana. «La vida es absurda y creo que hay que reírse. Mis máquinas se ríen porque el absurdo y el humor son dos caras de una misma moneda», sostenía el artista. Y predicaba con el ejemplo.

M. MORALEJO

La enfermedad contra la que luchó como vivió, enfrentándose a las adversidades y «aprendiendo a reírse de uno mismo», no le permitió acudir al homenaje que le brindó su pueblo, pero compartió con todos su agradecimiento a través de la pieza del documentalista Breikus que se estrenó ese día y de la gran familia que construyó con su esposa Virginia y sus hijos José María y Miriam. Todos ellos participaron entonces de la inauguración de O camiño das estrelas, una alegoría sobre la Vía Láctea, que fue durante mucho tiempo la mejor guía para los peregrinos que van a Santiago y que posiblemente Seoane dejó bien anclada para que sus dos hijos y otros tantos nietos puedan seguir también su propio camino. «Non é só un grandísimo artista, é un veciño que coa súa obra leva décadas deixando unha fonda pegada no imaxinario de toda a veciñanza de Soutomaior», resaltó el alcalde, Manuel Lorenzo.

Oscar Vázquez

El artista, mecánico de mantenimiento jubilado, autor de Las máquinas de lo absurdo, deja un auténtico museo al aire libre con las más de 300 obras que salieron de sus manos, su mente y su corazón desde que, en la década de los 70, se inició en la escultura. Comenzó con unas locomotoras de bronce reciclado que conformaron su primera estación en la antigua estación de tren de Vigo y llegó a construir un elefante de 2.000 kilos de hierro y acero y dos metros de altura. Parecía que el animal tuviera vida propia y se fuera a echar a andar tras su creador por la finca de Arcade.

Las máquinas de lo absurdo son una serie de veinticinco piezas que recrean la vida real con una perspectiva irónica y sarcástica. «Creo que, en esta vida, hace falta mucho humor y sobra violencia, que es lo más absurdo que hay», defendía el discípulo y fan del profeso Franz de Copenhague, el célebre inventor de artefactos del TBO.

Bernardo Seoane Sobral nunca quiso vender su obra, aunque ha donado alguna pieza para Cáritas o a ayuntamientos, pero siempre fue el anfitrión perfecto para cuantos pasaban por su casa museo, a pie de Camino y descubrían su ingenio.