«Nos comen las moscas, es un infierno»

Monica Torres
mónica torres TOMIÑO / LA VOZ

TOMIÑO

Mónica Torres

Vecinos de Tomiño urgen una solución a la plaga de bichos que padecen

07 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Una «plaga» de moscas tortura a unos vecinos de Tomiño: «¡Esto es un infierno», aseguran. En abril les tocó a los vecinos de Carregal, que aseguran que sufren esta invasión periódicamente desde el 2019. Parece que durante el verano, la situación se hizo más llevadera, pero, ahora son los residentes en los lugares de Vilar de Matos y Sobre a Veiga, de la parroquia de Forcadela los que padecen «la invasión» y tampoco se trata de un hecho aislado. «Llevamos cincuenta años en esta casa y nunca se vio nada así. Nos pasó ya en julio y ahora otra vez», explica Juan Manuel Fernández, que siempre pasa el verano en casa de su cuñado Luis González. Visiblemente molestos y agotados por la situación, reclaman soluciones. «Hace ya un mes que vinieron técnicos de la Universidade de Vigo y del Concello de Tomiño para recoger muestras del terreno y de las moscas, pero nadie nos dice nada y ahora, desde que volvieron a abonar unas fincas próximas el viernes, ha vuelto la plaga», afirman. No se atreven a aventurar las causas, pero dejan caer que coincide con momentos en los que se echa algún tipo de fertilizante en fincas del entorno.

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Persianas bajadas, ventanas precintadas, trampas de líquido colgantes para cazarlas, cintas con pegamento por toda la casa y el espray insecticida siempre a mano. Así es el día a día de estos vecinos desquiciados ante una invasión que ha vuelto a infestar sus casas y para las que no encuentran salida. «Cazamos miles de moscas en dos días, no podemos salir de casa. Es como la película de Los Pájaros de Hitchcock», sostiene Juan Manuel. Una decena de afectados se reunieron ayer para explicar su malvivir. «Para hacer la comida tienes que tener cuidado porque si abres la tartera ya entran y olvidarse de comer en la finca», advierte Amalia Rolán. En su casa siempre tuvieron animales. «Ahora tenemos un cerdo, una ternera y gallinas, pero gastamos más en matamoscas que en la comida para los animales. En un solo día echamos dos botes y medio de espray que cuesta 9 euros cada uno», advierte.

Han tenido que armarse de paciencia y agudizar el ingenio. «Además de que nos ahogamos antes que ellas, cuando pasa un tiempo y las vas a meter en el recogedor, resucitan porque el aerosol solo las atonta». Para darle la comida a diario a la hija de Luis Argibay, enferma desde hace años, ya no llega una sola persona. «Tenemos que hacer turnos para que una persona le de la comida y otra le quite las moscas de encima. Las cintas se llenan en un par de horas y los insecticidas no solucionan nada», insiste este vecino de 81 años. «Es un sinvivir, las moscas nos comen, no podemos seguir así», afirman también Serafín Lago y María Carmen Argibay. El Concello constituyó en abril una mesa de trabajo «para garantir a convivencia entre o desenvolvemento do sector do agro e os veciños» a raíz de la proliferación de las moscas y trabaja con la universidad para intentar determinar las causas.