Paula Díaz, la única mujer con licencia para pescar en el Miño internacional

TOMIÑO

«Descubrín a vocación aos 38 anos», dice la tomiñesa que colgó el mandil
01 jun 2025 . Actualizado a las 04:45 h.Paula Díaz Rocha lo tenía claro: ni marinero como pareja, ni mar como horizonte laboral. Le parecía una profesión demasiado dura, de esas que imponen respeto. Lo sabía de cerca: jornadas largas, riesgos constantes y ese nudo en el estómago de no saber si el que se va, vuelve. «Sabía o traballo que era, e tamén os riscos», decía convencida. Y, por supuesto, jamás se vio a sí misma ligada profesionalmente al río. Pero la vida se mueve, y Paula también.
Natural de Tomiño y vecina de O Rosal, con 38 años decidió plantarse. Estaba «saturada» de la hostelería, un oficio que conocía desde siempre pero que ya no le llenaba. «Sempre me gustou tratar coa xente, pero xa non me vía servindo cafés toda a vida», confiesa. Notaba que le faltaba algo. Cada jornada detrás de la barra le pesaba más. Y no era solo cansancio físico: era esa sensación persistente de no estar en el lugar adecuado. Necesitaba un cambio. Lo buscó. Lo estudió. Lo trabajó. Y lo encontró.
Hoy, apenas dos años después de dar aquel paso incierto, es la única pescadora profesional con permiso para faenar en el tramo internacional del Miño, según confirma el comandante naval del río, Andrés Díaz-Ripoll.
Todo empezó con un curso de rederas que ofrecía la asociación Atalaia de A Guarda. Fue su pareja quien le propuso inscribirse. Ella aceptó, sin pensar demasiado en el futuro, pero con algo dentro que le pedía cambio. Y lo que empezó como una curiosidad se convirtió en un giro vital. Terminó el curso, esperó los exámenes... y mientras tanto, siguió formándose. A los 38 volvió a estudiar y en poco más de un año obtuvo los títulos de redera, pescadora, patrona y percebeira. Colgó el mandil, se enfundó el traje de aguas y cambió la barra del bar por la de la desembocadura.
Hoy faena a diario en el río, pescando angula, lamprea o sable. También forma parte de la agrupación de percebeiras de la cofradía de A Guarda. «Traballar no río para min foi todo un descubrimento», asegura. Y lo dice con respeto, también hacia quienes llevan toda la vida en el mar o entre piedras. «Andar a salto entre pedras cunha raspa tamén me gusta. Nunca o pensei», añade, consciente de las dificultades del oficio y del valor que tienen sus compañeras y compañeros.
Hace un año compró junto a su pareja la planeadora que utilizan, bautizada como Sirena A, con base en A Pasaxe. Aunque todavía no ejerce como patrona —le faltan horas de navegación para completar la formación—, los roles ya se alternan a bordo. También en casa. Viven, trabajan y navegan juntos. Pero en el timón de su vida, el mando lo lleva ella.
En su segundo año de campaña, Paula suma además otra novedad: forma parte de la nueva directiva de la asociación de pescadores del río Miño. Explica que fue tras la dimisión del anterior equipo y que el nuevo presidente es Damián Pousa Díaz. Ella ocupa el cargo de secretaria. Es la única mujer. «Pero son unha máis, ben acollida polos compañeiros».
El momento no es fácil. El río sufre. La pesca también. «As capturas baixaron bastante polos problemas do Miño, pero chegamos a fin de mes», reconoce. Aun así, no pierde el ánimo. Sabe que para preservar el río hacen falta muchas manos. «Temos que colaborar todos e facer fronte común para axudar na recuperación medioambiental do río», afirma, comprometida.
Su familia al principio no lo creía. Había miedo, claro. También en ella. «Non sabía se se me ía dar ben, e xa tiña unha idade...», recuerda. Pero nadie le frenó. Se sintió apoyada. Y hoy lo celebra. «Estou encantada. Nunca pensei que me fose gustar tanto o mar».
Dice que el secreto está en tres palabras: «ganas, intención e esforzo». Para ella, esa es la receta que transforma los nunca en hechos. Que permite enfrentarse a lo desconocido. Que convierte la duda en oficio.
Paula no quiere heroicidades. Solo quiere seguir trabajando en lo suyo. Le gusta el aire libre. Le gusta el río. Le gusta lo que hace. «Antes servía as comidas e agora vou eu buscar a materia prima», bromea. Y se ríe. Porque se siente bien. Porque ha encontrado su sitio. Porque, como dice, «nunca é tarde para estudar, formarse e cambiar de vida». Romper todos los nuncas.
De eso va su historia.