Finaliza la exhumación de la fosa de Soutelo tras localizar a solo dos de las siete víctimas

Pedro Rodríguez
pedro rodríguez SALCEDA / LA VOZ

TUI

Santiago Baz - Comisión pola recuperación da memoria histórica do Baixo Miño- Louriña

Los investigadores todavía no saben de quién son los restos que encontraron

15 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

A José Cordal, Ramón Pérez, Severo Boente, Leoncio Muíños y Modesto Barreiros los mataron los sublevados a sangre fría en Soutelo (Salceda de Caselas) en 1936. Todos estaban retenidos en una cárcel de O Porriño hasta que una noche los subieron a un camión. Nunca volvieron a casa. Unos días después se llevaron a Antonio Dalmiro y Manuel Fernández del barrio de As Bornetas en Tui. También los pasearon en Salceda. Todos fueron, tal y como confirmaron Xosé Ramón Paz y Helena Pousa de la asociación pola Recuperación da Memoria Histórica do Baixo Miño O Condado e A Louriña, enterrados en una fosa común en el atrio de la iglesia de Soutelo. Sus familias nunca pudieron recuperar sus restos y, casi 90 años después, la asociación acaba de finalizar la exhumación del lugar para reparar el daño que hicieron esos asesinos.

Los investigadores solo consiguieron encontrar a dos de los siete asesinados. «Non temos nin idea de quen poden ser entre os sete alí soterrados. Co tempo, e despois do informe de Fernando Serrulla [antropólogo forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia], saberemos máis», indican desde la comisión. El investigador Xosé Ramón Paz explica que puede que las demás víctimas no aparecieran debido a «las características del suelo», que es muy ácido, lo que dificulta el mantenimiento de la materia orgánica o, incluso, «puede que alguna familia exhumara sus restos después de su asesinato», indica.

El trabajo en la fosa de Soutelo es el producto de años previos de trabajo. Xosé Ramón Paz y Helena Pousa bucearon en los archivos y en la memoria oral para confirmar que esas siete personas estaban allí. En el camino también encontraron a la familia de una de las personas represaliadas, pero siguen buscando a las otras seis. «É algo difícil porque non atopamos pistas nin na memoria dos veciños nin nos rexistros, pero seguimos buscando. Se hai alguén que teña información invitámoslle a contactar con nós», continúa el historiador, que ofrece un perfil de cada una de las víctimas con la esperanza de encontrar a alguno de sus descendientes.

Santiago Baz - Comisión pola recuperación da memoria histórica do Baixo Miño- Louriña

José Cordal Yáñez, conductor y mecánico, tenía 41 años cuando lo asesinaron. Dejó tres hijos (José, Manuel Marcelino e Carmen). Poco después, su familia se exilió en Chile. La última pista que tienen los investigadores es que estaban en Valparaíso. Ramón Pérez Cabaleiro, Chafarote, fue un líder agrarista al que asesinaron con 43 años. También tenía una hija cuando lo mataron. A Severo Boente Rodríguez «Mataganchas» se lo llevaron porque los golpista no encontraron a su abuelo. Con 25 años lo encarcelaron y lo fusilaron, como a los demás, el 1 de septiembre de 1936. Modesto Barreiro Cubillos tenía 32 años aquel día. Era jornalero y dejó cuatro hijos menores de edad (Manuel, Ramón, José y Carmen). A Antonio Dalmiro Domínguez González, vecino de As Bornetas (Tui), también jornalero, lo asesinaron cuando tenía 26 años el 18 de septiembre en Soutelo junto a Manuel Fernández Diz, de 30 años y jornalero.

En la exhumación de Salceda tampoco encontraron a Leoncio Muíños Rey, que tenía 34 años aquel 1 de septiembre de 1936. «Sabemos que estaba coxo e era unha boa pista porque se podía ver nos seus ósos», indica Paz. Ninguno de los dos esqueletos aparecidos mostraba ninguna lesión evidente en las piernas.