
Antes había defendido su conversión en biblioteca del Estado o unirla al Concello en el plan Moneo
19 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.La Panificadora sigue en pie, pero el Concello no logra encontrar destino a una muestra señera de la arquitectura industrial de la ciudad. Tres décadas después de su cierre, lo único garantizado en estos momentos es la pervivencia de sus silos, previsiblemente cada vez en peor estado ante el paso del tiempo. El resto del inmueble podría ser demolido conforme a la normativa urbanística.
En la última década el Concello ha intentado encontrarle destino en dos ocasiones, que son tres tras la reciente propuesta. Las dos primeras fracasaron y la tercera no ha comenzado con buen pie. En este caso, el alcalde introduce el futuro de la fábrica en su conflicto político con la delegada del Estado en Zona Franca, a la que quiere forzar a que invierta en su recuperación con un proyecto que le ha presentado sin negociación previa. Con este aval no sería extraño que descarrilara.
Las dos veces anteriores el proceso fue diferente, y el primero incluso estuvo a punto de tener éxito. Recién llegado a la alcaldía, Caballero negoció con el ministro César Antonio Molina para que Vigo lograra por fin disponer de una infraestructura cultural de la que disponen las demás ciudades gallegas. Para conseguirlo, ofreció la Panificadora como sede de la biblioteca del Estado.
El coruñés Molina ofreció su cooperación y se mostró favorable. Sorprendentemente, antes de que la propuesta avanzara, el alcalde dio marcha atrás ya que se le ocurrió un plan diferente para la Praza do Rei, Panificadora incluida. En concreto, invitó a Vigo al laureado arquitecto Rafael Moneo para que diseñara una transformación de todo el ámbito entre el monte de O Castro y la trasera del actual edificio municipal, que implicaría la demolición del Concello y la construcción de otra sede.
Meses después, Moneo entregó su propuesta, que contemplaba unir el monte con la Praza do Rei, más un edificio como Ayuntamiento concebido de tal manera que no obstaculizaba la vista de la ría, y con unos inmensos bajos subterráneos destinados a sede comercial y aparcamiento. De aquella, hace ocho años, se estimaba la inversión necesaria en unos 60 millones de euros, una cifra inabarcable entonces y más unos años después con la crisis económica.
Lo más llamativo es que nadie parece acordarse de que alguna vez existieron estos dos proyectos. El alcalde plantea su tercera opción sin consultarla con los demás grupos políticos. La Marea lo recordaba esta semana al calificarla como «enésimas propostas sen vontade real de darlle solución a este espazo». Mientras, la ciudad sigue sin biblioteca del Estado ya que tras fracasar la Panificadora no hubo forma de ofrecer una opción viable de las varias que se estudiaron, entre ellas la Escuela de Artes y Oficios de García Barbón.