«Hemos conseguido variedades de grelo que producen en abril y mayo»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

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CAPOTILLO

La investigadora viguesa comenzó en la Misión Biolóxica de Galicia como estudiante en prácticas. Hoy, Cartea dirige una institución que está a punto de cumplir cien años

14 sep 2020 . Actualizado a las 23:49 h.

¿Por qué no un cocido en mayo? Ahora ya se puede, gracias a labor de investigadores de la Misión Biolóxica de Galicia.

El grelo forma parte del ADN gallego, es un producto básico en la dieta y también en la huerta autóctona. La comunidad lidera el cultivo de este vegetal, según los datos de Ministerio de Agricultura, pero, a pesar de la importancia del grelo, el cambio climático está limitando las condiciones necesarias para su cultivo. Cada vez llueve menos y suben más las temperaturas, lo que pone en jaque a agricultores y a la industria conservera de este vegetal, pero también a consumidores y hosteleros.

La ciencia lleva años trabajando en esto. Elena Cartea (Vigo, 1967) dirige el grupo de genética, mejora y bioquímica de brásicas, nombre científico de vegetales como repollo, brécol, coliflor, berza o grelos. Un equipo que ha conseguido descubrir efectos anticancerígenos en estas verduras, pero que también trabaja para conseguir variedades que se adapten a climas más secos. «Seleccionando las plantas que florecen precozmente o tardíamente, hemos conseguido variedades que producen en mayo o abril. Es atípico y permite que una conservera no tenga que parar su producción por falta de materia prima, o que en restauración puedan emplear grelo fresco más tiempo».

Más conocidos son los hallazgos anticancerígenos de estos vegetales. «Aquellas dietas enriquecidas en brásicas y glucosinolatos no curan el cáncer pero ayudan en la prevención de determinados grupos como el de mama o próstata. Ese efecto se potenciaría en pacientes que están siendo tratados con fármacos antitumorales si se enriquecen sus dietas en brásicas». El brécol es el vegetal que más glucosinolatos contiene aunque una de las claves es consumirlo crudo o cocido al vapor para que no se pierdan las propiedades.

Es una de las líneas de trabajo en la Misión Biolóxica de Galicia que está a punto de cumplir cien años en el mes de abril. Elena Cartea dirige la institución más antigua del CSIC en Galicia, que nació para investigar los principales cultivos gallegos. Siete grupos científicos trabajan a diario en las instalaciones de Salcedo, en Pontevedra, en mejorar las brásicas pero también los cultivos vitivinícolas, forestales o de producciones como el maíz; Otros grupos se dedican a la biología de agrosistemas, la genética del desarrollo de plantas o la ecología evolutiva. Uno de los principales retos es conseguir variedades más resistentes que no necesiten fitosanitarios pero también más saludables y sabrosas. «Durante muchos años el objetivo de la horticultura fue la producción, pero ahora se trabaja por la calidad nutricional y la sensorial». Para lograrlo, los científicos de este organismo investigan codo a codo con la industria a través de convenios que facilitan la transmisión de conocimiento.

El arca de Noé del agro gallego

La Misión Biolóxica de Galicia custodia, además, las semillas autóctonas gallegas. En los años 80 empezó la labor de recopilación en las huertas locales de la comunidad. Semillas que se han ido recogiendo de la mano de los agricultores y que forman parte de uno de los bancos de referencia a nivel nacional. «Nosotros no somos los dueños, lo son los agricultores locales, nosotros solo nos hemos encargado de que no desaparezcan. Nuestra misión es guardar estas semillas, evitar que se pierdan y estudiarlas». Estas variedades locales tienen el secreto para que productos como el tomate vuelvan a saber a tomate, tras años en los que la gran producción ha ganado la batalla a la calidad del producto.

Del Vigo urbano a la huerta

Elena Cartea llegó a la Misión Biolóxica de Galicia cuando era una estudiante de Biología con hambre de conocimiento. Le interesaba la genética vegetal y dedicaba sus veranos universitarios a aprender con los investigadores que trabajaban en esta institución. Años después, esta investigadora viguesa, nacida en la zona de Vistalegre, se ha convertido en la cabeza visible del organismo al que llegó como becaria. Aunque no nació en el mundo rural, Cartea sí conoce el esfuerzo que conlleva el trabajo en el campo y la satisfacción que producen las cosechas. «Mi familia materna es de Albeo, un pueblo de Crecente en la frontera con Portugal. Mis abuelos eran agricultores y ganaderos y desde pequeña he visto lo duro que es el trabajo en el campo, sobre todo para las mujeres».

En abril de 2021 la Misión Biolóxica de Galicia cumplirá 100 años. «Pensamos celebrarlo acercando la institución a la sociedad con ciclos de conferencias y jornadas divulgativas. Estamos preparando un libro con aportaciones de antiguos directores e investigadores del centro». Un siglo de trabajo en el que la colaboración internacional ha sido también una constante para conseguir que la huerta gallega conserve lo tradicional de la mano de la innovación científica.

 Su canción favorita

«Lucha de Gigantes», de Antonio Vega. «Es una canción que escucho desde mi adolescencia y juventud. Es un tema para los eternos luchadores, que no todos tenemos la misma suerte en la vida. En este tiempo tan difícil que estamos viviendo ahora tenemos que seguir luchando y avanzando en nuestras vidas».