El belén de Travesía de Vigo que continúa por contrato

Begoña Rodríguez Sotelino
Begoña R. Sotelino VIGO / LAVOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

La hija de los dueños de la Mercería Carlos sigue con la tienda y perpetúa además la tradición que comenzaron hace 47 años Carlos Estévez y su mujer, Adelaida Vaquero

13 dic 2023 . Actualizado a las 01:36 h.

El casi decano de los belenes de Vigo (tras los de Afundación) es el de la Mercería Carlos (Travesía de Vigo, 135). Hacía 47 años que Carlos Estévez y su mujer, Adelaida Vaquero, compartían con el vecindario el nacimiento con figuras móviles que él, un auténtico manitas, preparaba con esmero cada año. Pero la jubilación de ambos amenazaba con acabar con la tradición. Así fue durante unas semanas, pero al final, la película navideña de barrio se resolvió con final feliz. Una de las hijas de la pareja, Mónica, decidió quedarse con la tienda e inaugurar una nueva etapa en manos de la segunda generación. «Como condición le puse en el contrato una cláusula que dice que nosotros seguiríamos usando la mitad del escaparate para montar el belén», cuenta su padre, medio en broma. Pero su hija les dijo que de la mitad, nada: Toda la vitrina está dedicada como desde hace casi medio siglo, a la representación que recrea con todo detalle y da vida a figuras de un poblado con hay una hilandera tejiendo, un carpintero serrando madera y hasta un tabernero asando un cochinillo que da vueltas sobre el fuego mientras Herodes se pasea, los guardias vigilan, un matarife despieza un cerdo y un burro da vueltas alrededor del molino de piedra. Todo se mueve menos José y María, que esperan estáticos a que el día 25 llegue el niño y se sume a la escena con rigor bíblico.

El belén de la Travesía de Vigo se volvió a activar el pasado fin de semana y se apagará tras el día de Reyes. Mónica continúa al frente de un negocio al que ella ha añadido más prendas y liquida las que tenían en stock sus padres. todas, menos las batas de la marca Goa con la que empezó su imperio el fundador de Inditex, Amancio Ortega. «Esas solo se las vendo a quien las quiera comprar para llevárselas a algún museo», advierte el comerciante sobre su tesoro textil, disgustado por la escasez de luces navideñas en la zona.