El que tiene la llave para solucionar problemas

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Leonardo Táboas entró con 16 años a trabajar en la cerrajería Placer, una de las más antiguas de Vigo; hoy, con 61, su hijo ha tomado el relevo en un oficio mecánico que se ha complicado con la electrónica

02 mar 2024 . Actualizado a las 00:34 h.

Dieciséis años tenía Leonardo Táboas cuando entró a trabajar como aprendiz al lado de Ernesto Llauger, que había abierto su cerrajería en Vigo, en la calle Placer. Estaba justo frente a su ubicación actual, en un tramo donde antes no había acera y los locales quedaban a un nivel más bajo respecto a la carretera. La vida era más sencilla entonces para ellos, y en general, para todo el mundo. «Había muy pocos tipos de llaves, un par de máquinas y un torno», repasa Leonardo, que echando un vistazo a su local, contabiliza más de 15 aparatos que sirven cada uno para una cosa distinta.

El tiempo le ha dado la vuelta a la cifra de sus inicios laborales, de 16 años a los 61 que tiene ahora. Se hizo cargo de la cerrajería con 23, así que hace 38 que se ocupa de que cada pieza encaje con perfección milimétrica, ya que esa es la esencia de un negocio asociado a menudo a sustos relacionados con olvidos accidentales y muy engorrosos, pero también con buenas noticias, como el estreno de una casa, de un coche o de otras propiedades que conviene guardar bajo llave.

Entre los años que estuvo su maestro y él, suman más de seis décadas de experiencia. Ernesto falleció con 72 años y uno antes, el vigués, junto con otro empleado, empezó a hacerse cargo del establecimiento. Después tramitó el traspaso con la viuda de su jefe.

Lo que más llama la atención de su sector es su evolución imparable. «Nosotros andábamos con cuatro hierros y no había la variedad que hay hoy en día», cuenta sobre un trabajo que es una carrera por la actualización constante que parece no tener fin. «Evolucionó una barbaridad, antes casi todo era manual y ahora, al revés. Yo cogía la cerradura, la desmontaba y hacía la llave a lima, hoy meto los datos en el ordenador y me la hace», reconoce el profesional. Sin embargo, a pesar de todos los avances, la cerrajería sigue dando soluciones al problema ciudadano más común: la pérdida u olvido de las llaves. Lo que ha cambiado es que su forma y complejidad es inmensa. «Antiguamente la mayor parte del trabajo consistía en hacer copias de las de casa y de armarios, reparaciones de cerraduras y amaestramientos para grupos de llaves con una que abriese todas las asociadas a ella», cuenta sobre una labor eminentemente mecánica. «Había menos que hacer. Ahora hay mucha más variedad y en ese sentido nuestro negocio se ha ampliado, aunque la inversión es mucho mayor, ya que sin las máquinas actuales no podríamos hace nada, sin el ordenador, no somos nada», admite.

Táboas recuerda que no todas las llaves se pueden clonar. «Entre las de seguridad, algunas son incopiables. Tengo modelos que solo los puedo hacer yo y otros que se pueden copiar, pero solo si quien quiere hacerla, presenta la tarjeta que certifica su originalidad», explica el cerrajero sobre un mundo de llaves copiables e incopiables, que son las que ni él mismo puede hacer: «Salen de fábrica con esa premisa y hay que pedírsela a ellos para que te la envíen hecha desde allí», aclara. Al vigués le quedan cuatro años para jubilarse, pero cuando llegue ese momento no tirará las llaves al mar. El timón lo está recogiendo su hijo, Rubén, que se formó en el oficio como es necesario ahora mismo, estando a la última en ingeniería electrónica. Su heredero estudió en Vigo y Barcelona esta especialidad y habitualmente está al mando en el local de la calle Placer mientras su padre se ocupa del que abrió en García Barbón el año pasado.

A pesar de todo ese océano de máquinas, reconoce que lo más se sigue haciendo es la copia de la llave de casa, «lo que pasa es que ahora hay muchas más llaves y de muchas más cosas, colores, modelos y componentes. Esta mañana llevo casi cuarenta», contabiliza consultando el ordenador. Leonardo, que se ha formado entre el mundo de ayer y el de hoy yendo a cursos cada vez que ha sido necesario. «Hay quien hace un curso de dos días y ya se vende como experto, pero en dos días, no aprendes», afirma el veterano que se define como autodidacta y amante de su trabajo : «Yo nací para esto, se me dio bien siempre, soy muy manitas, desmonto piezas y no paro hasta encontrar soluciones», asegura. Otro motivo por el que han aumentado el trabajo ha sido la retirada de los bomberos de estas labores que antes hacían de forma gratuita, luego pasaron a cobrar y ya no forma parte de sus tareas, a no ser que al otro lado de la puerta haya un peligro inminente. La cerrajería Placer dispone también de servicio 24 horas para emergencias. Hace años era él mismo quien se encargaba. «Ahora tenemos a una persona y voy a veces, pero de noche, ya no», explica.

Desde 1962

Dónde está

Calle Placer, 35 y Avenida de García Barbón , 118. Vigo