«A manejar una desbrozadora no se aprende sentado en una clase»

Monica Torres
mónica torres O PORRIÑO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Adrián Lago, jardinero de Mos que acabó la FP dual adaptada para personas con discapacidad de Lume

18 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Que no podía acabar la ESO, que no podía sacarse el carné de conducir, que no podía tener un certificado de profesionalidad.. Adrián Lago escuchó muchas veces cómo le decían que no a todo por tener diversidad intelectual. Pero no consiguieron convencerlo ni doblegar sus aspiraciones. Por eso, este joven de Mos de 27 años, puede ahora conducir a diario para ir a su centro de trabajo en Vigo. Además, tampoco ocupa un puesto de empleo protegido, sino que está en una empresa ordinaria porque se sacó el certificado de profesional nivel 1. Adrián Lago forma parte de la primera promoción de la FP dual adaptada para personas con discapacidad del Centro Especial de Empleo Lume. Después de tres años de formación, logró el certificado de profesionalidad de auxiliar de viveros, jardines y centros de jardinería y firmó su primer contrato indefinido en septiembre con Acciona Medio Ambiente.

«No se aprende a utilizar una desbrozadora sentado en una clase», advierte Adrián. Su inclinación por la naturaleza y el cuidado de su entorno comenzó a cultivarlo en familia y la oportunidad de volver a estudiar y de conseguir un trabajo en el mercado laboral ordinario le vino de la mano de Aceesca.

«Ningún camino es fácil, pero me esforcé mucho porque mi prioridad era tener un trabajo», explica en una entrevista al lado de Ana Domínguez, la preparadora laboral de Lume que le ha acompañado durante toda esta etapa formativa. Llegó a Aceesca tras varios cursos repitiendo la ESO, «porque no era capaz ni había adaptaciones». En el taller de ocupación de la asociación se reencontró con la jardinería e hizo sus primeros trabajos, «sustituciones de una semana o así, nunca más de tres meses». Estar en casa en paro no era una opción para Adrián, así que, cuando se puso en marcha la primera promoción de FP dual pionera en Galicia, tampoco se lo pensó.

«Llevé mejor la parte práctica, pero pude también con la teoría porque todo se explicaba con práctica», reconoce durante un paseo por el jardín de la cafetería Lume en el que demuestra un perfecto dominio sobre los nombres y tratamientos de las especies que conforman el parque. Es un proyecto que se lleva a cabo durante tres años a través de un contrato para la formación en alternancia basado en la metodología aprender haciendo y, desde el primer día se combina la formación en el trabajo con un contrato remunerado a media jornada. Tras superar esta FP y con el certificado de profesional en mano, llegó a Acciona en agosto del año pasado con un contrato de producción y un mes después, firmó su primero indefinido.

«Creo que la empresa valoró eso, que soy una persona responsable, que me implico. Cuando sé hacer algo lo hago y cuando no, pregunto, pero no estoy parado porque tengo iniciativa», considera Adrián. De todas esas veces que le dijeron que no conseguiría algo, la que más le preocupó fue la del carné de conducir.

«En la última revisión de la discapacidad me dijeron que no iba a poder sacármelo, pero ya llevo un año con él», confirma.

Su familia de sangre y la de Aceesca fueron sus pilares para derribar prejuicios y barreras. «Me costaban las clases teóricas, pero con el apoyo de la asociación saqué el teórico a la tercera y el práctico a la quinta», recuerda. Además, lo pagó de su bolsillo con el sueldo de la FP.

Ahora ha conseguido dedicarse a lo que le gusta. «Siempre me gustó la jardinería porque trabajas al aire libre y con las manos», dice. Otros siete de los diez compañeros de su promoción consiguieron también empleo. «Tener trabajo es fundamental para tener una vida propia y ser independiente, pero además para socializar», defiende.

El de Adrián es un testimonio fundamental «porque tener una discapacidad no puede ser un obstáculo para trabajar en una empresa y yo lo conseguí. Hay que darlo todo». Sostiene que «con esfuerzo y poco a poco, todo se consigue». Y su lista, como la de cualquier otro joven de su edad, no tiene techo. «Ahora quiero trabajar y aprender mucho para poder independizarme y tener mi propia casa con los años. Algún día, quizás pueda tener mi propia empresa», sueña este conquistador para el que no hay barreras.