Cárcel por robar en el Barrio do Cura el tesoro de una excavación arqueológica

E. V. PITA VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

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El ladrón se llevó doce bolsitas con monedas históricas del siglo XIX y los tribunales de Vigo recalcan que las piezas valen más por ser de época que por su cotización numismática

01 dic 2024 . Actualizado a las 21:09 h.

Un ladrón rompió el candado de una valla y entró en la noche del festivo 15 de agosto del 2023 en una excavación arqueológica de Santa Marta de Vigo, en el Barrio do Cura, donde unos expertos estaban realizando prospecciones en busca de piezas históricas. Estos trabajos eran previos a la construcción de una urbanización de lujo, no se halló nada de gran valor y se dio luz verde al proyecto. El intruso se coló en el perímetro, rompió la cerradura de una caseta de obra, donde las trabajadoras de Ares Arqueología y Gestión Cultural SL guardaban sus herramientas, y descubrimientos. Huyó con varios aparatos y diversas piezas históricas.

Su botín consistía en un pequeño tesoro de monedas antiguas y catalogadas, llenas de tierra y sin limpiar, que estaban clasificadas en bolsitas de plástico con una etiqueta que indicaba que fueron extraídas en las fases II y III del sondeo. Su valor real debía decidirlo un conservador.

También se llevó como un trípode de teodolito, una funda verde y un prisma extensible, entre otros objetos técnicos valorados en 1.800 euros. Un mes después, la policía registró la casa del sospechoso y hallaron en el vestíbulo doce bolsitas con monedas. Había al menos una pieza de Alfonso XII de 1877, otra de cuatro maravedíes de Isabel II de 1868, un duro del Gobierno provisional de 1868, 10 céntimos de 1870 y una alianza de metal de bronce. Otras nunca fueron recuperadas.

Se trataba de piezas acuñadas en momentos convulsos de la historia de España en el siglo XIX, ya que en 1868 estalló la Revolución Gloriosa que destronó a la reina Isabel II, le sucedió Amadeo de Saboya y luego se proclamó la Primera República en el año 1873. Se cotizan en internet por 25, 90 o 250 euros.

El Juzgado de lo Penal número 1 de Vigo condenó al investigado a dos años y tres meses de cárcel por un robo con fuerza y a pagar la indemnización que le reclamase el titular del yacimiento por las piezas no recuperadas, el cual renunció a la compensación.

El condenado apeló a la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo. Alegó que no había ninguna prueba que lo situase en el yacimiento, pues ni lo captaron las cámaras de vigilancia ni lo vieron testigos. La prueba contra él era que poseía las monedas 28 días después del robo. Siempre negó ser el autor.

El implicado se quejó de que su condena se basó en el testimonio de unos policías locales que lo interceptaron por la calle. Lo cachearon y le localizaron unas monedas antiguas. Comprobaron que podrían estar relacionadas con un robo en el yacimiento. La titular de la excavación reconoció las monedas y el implicado se prestó a ir voluntariamente a su domicilio y entregar otros objetos del robo. Aseguró que él las había encontrado en su propio domicilio, en el cual moraron más personas que ya no residían allí. Se marcharon y abandonaron el botín. Culpó a otro con nombre y apellidos. Contó que él luego cogió esas monedas y las llevaba por la calle para venderlas a un anticuario o escuchar ofertas.

La jueza no le creyó y tachó de «inverosímil» su versión exculpatoria. La magistrada indicó que «no parece acorde con la lógica más elemental que alguien se tome la molestia de robar objetos de relevante valor y los olvide en el domicilio, más aún si se hallaban claramente a la vista, en la entrada».

El ladrón replicó en su recurso en la Audiencia que «el dato sorprendente es que una persona que roba en un yacimiento tarde 28 días en deshacerse de lo que ha robado, sobre todo si es consumidor de drogas y no tiene ingreso alguno». No le parece imposible que el verdadero autor olvidase su botín en la casa que compartían.

La Audiencia, en una sentencia del 1 de octubre, le responde que ese argumento no se sostiene porque lo mismo habría que reprocharle a la persona que, según él, había robado las monedas que no solo no se había deshecho de ellas sino que las había dejado abandonadas en casa del acusado, que solo ocupaba él, y que no volviese a recogerlas. Además, él sabía que esas monedas eran valiosas: «Poseen valor histórico, con independencia del valor concreto que puedan tener en el mercado numismático», recalcó la sala, que confirmó la condena.