
Cruz Roja organiza un taller para orientar en el cuidado de los nietos
22 may 2025 . Actualizado a las 01:00 h.«No enseñamos a ser abuelos, porque eso ya lo hacen fenomenal. Les ayudamos a actualizarse». Así resume Cristina Miranda, técnica de inclusión social de Cruz Roja y responsable del programa Escuelas de Abuelos y Abuelas Educadores, la esencia de una iniciativa que lleva años formando en Vigo a quienes ejercen un rol clave pero muchas veces invisible: el de las abuelas y abuelos que están al frente del cuidado de sus nietos durante muchas horas del día por las dificultades de los padres para conciliar.
La escuela no tiene vocación de imponer ni de aleccionar. Consta de diez sesiones iniciales y continúa luego como grupo de ayuda mutua. «Lo hacemos de forma participativa», explica Miranda. «Los talleres no consisten en que nosotras, como psicólogas, hablemos y ellas escuchen, sino en compartir experiencias, plantear situaciones reales, proponer ideas». Temas como el papel que ocupan en la familia, los hábitos saludables, la disciplina positiva, las nuevas tecnologías o la gestión de conflictos aparecen en las sesiones junto a otros más complejos: la diversidad, la igualdad o cómo actuar ante un posible abuso sexual.
Hoy en Vigo hay dos grupos activos: uno recién iniciado, con 16 asistentes, y otro de continuidad, con ocho personas que siguen reuniéndose tras completar el ciclo anterior. Las edades varían. Han llegado abuelos tempranos con 50 años hasta más de 80 y también bisabuelos.
«La preocupación más habitual son las nuevas tecnologías», cuenta Cristina. «Les inquieta lo que ven en las redes, los creadores de contenido, con quién se relacionan sus nietos, el tiempo que pasan frente a la pantalla… También les angustia que los niños no les hagan caso. Muchas veces no saben cómo marcar límites sin interferir en las decisiones de los padres».
Manejo digital
Carmen Campo, que cuida de tres nietos de 9, 8 y 6 años, se apuntó atraída precisamente por el manejo digital. «Estoy en redes sociales desde mucho hace tiempo y sé lo que hay. Me da miedo por mis nietos. Aquí me orientan: cómo hablar con ellos, qué mirar, cómo detectar si una página es inadecuada. Y además lo pasamos muy bien. Creamos un ambiente precioso».
En su caso, al tener hijas —no hijos— dice que la educación no le ha supuesto tantos roces: «Es casi como la mía. Me respetan mucho, como a una madre o incluso más. Pero sé que no puedo ir en contra de lo que digan los padres».
Para Mari Puente, que ha criado a su nieto mayor desde los seis meses, la situación es más compleja. Tiene fibromialgia y su nuera no cuenta con familia en Vigo, así que asumió una implicación intensa: «Me quedaba con él todas las tardes, a veces hasta las diez de la noche. Al principio me rebelaba: le decía a Cristina que «yo soy abuela, no canguro. No me van a dejar al niño de tal hora a tal hora y yo ser un poste de telefono. Yo tengo mi personalidad y criterio y el niño tendrá que llevar algo de mí y espero que sea bueno». En el curso aprendió «a contar hasta diez y a ceder en cosas que no veía tan claras». Hoy siente que ha encontrado un equilibrio con su nuera. «Tenemos una relación excelente. El curso me ayudó a entender muchas cosas», dice.
Ambas coinciden en que los niños de hoy son distintos. Carmen lamenta que apenas se relacionen entre sí fuera del colegio: «Antes estaban en la calle, ahora en casa. Se están volviendo sedentarios». Mari observa una sobreestimulación preocupante: «A veces escucho a padres en el supermercado preguntar a sus hijos qué quieren comer o qué les apetece hacer. ¡Pero si un niño tiene que tener un menú establecido! Y si se pone caprichoso en el suelo, dos palmaditas y punto. Se les exige demasiado, se les habla como a adultos cuando aún no lo son».
Cristina Miranda señala que el objetivo del programa es justamente ese: ayudar a los abuelos a encontrar su lugar sin entrar en conflicto con el papel de los padres. «Ellos son figuras de referencia, y si tienen herramientas, todo fluye mejor».
Estos encuentros ofrecen compartir, escuchar y encontrar respaldo en otras vivencias similares. Vigo es el único municipio de la provincia donde se imparten estas escuelas, en las dependencias de la Cruz Roja de la calle Teófilo Llorente. Pero si de sabiduría se trata, sus participantes parecen tener ya muy claro que, con o sin nietos, nunca se deja de aprender.
Un programa que ha beneficiado a 140 personas desde hace nueve años
Desde Cruz Roja señalan que la escuela de abuelas y abuelos educadores en Vigo tiene el objetivo de proporcionar herramientas y recursos para gestionar mejor el día a día con los más pequeños. Esta iniciativa está financiada por la Xunta a través de los fondos IRPF y se puso en marcha den 2016 con una metodología que fomenta la interacción. A lo largo de estos años, má de 140 personas han pasado por la escuela en Vigo. De esta forma, han adquirido un soporte social para ejercer las labores parentales, ya sea durante la jornada o una parte significativa de la misma, desarrollando una acción preventiva frente al estrés que conlleva el cuidado y crianza de los nietos y los condicionantes de la edad.