¿Cuál es el vino más caro?

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PACO RODRÍGUEZ

LUJO EMBOTELLADO Hay vinos que no es que haya que guardarlos para celebraciones especiales, sino que dado su precio superan con creces la categoría de capricho y se convierten en una inversión.

09 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Vivimos en un país que presume, y con razón, de tener unos vinos fabulosos a precios más que comedidos. Existen fantásticos caldos para todos los bolsillos y abundan las listas interminables de joyas adaptadas a presupuestos de 10, 15 o 20 euros. Pero también hay otra dimensión, dentro de nuestras denominaciones de origen pero más allá del dominio económico del común de los mortales, en la que las botellas se pagan a mil euros o más. Y no hablamos de piezas de coleccionismo como la botella de Lafitte de 1787 con las iniciales de Theodor Roosevelt grabadas, que se subastó hace 30 años por 120.000 euros. Son botellas, digamos, normales, aunque la del AurumRed Serie Oro de La Mancha alcanza los 17.000 euros. ¿Qué habrá debajo de esos corchos para alcanzar esos precios?

Para resolver el misterio acudimos a un templo del buen beber cuyo anfitrión, paradójicamente, tiene como uno de sus retos vitales encontrar grandes vinos a precios asequibles. Desde la taberna O Secreto, en A Coruña, Xurxo Rivas intenta aportar algo de cordura al asunto. «Claro que son vinos magníficos. Solo faltaría. A partir de 30 o 40 euros todos deberían serlo» afirma. ¿Qué los hace entonces tan especiales? «Eso tendría que contarlo minuciosamente cada bodeguero. Son viñedos viejos, de producción muy limitada, cosechados a mano? Otra cosa es que todo eso llegue a justificar el desembolso», añade.

Rivas, gajes de su oficio, se ha visto obligado a probar muchos de estos vinos: «Intento ser objetivo, olvidarme del precio. Pero siempre te queda la duda de si realmente te ha producido veinte veces mejores sensaciones que otros de 50 euros», cuenta parapetado tras una colección envidiable de ejemplares: Teso La Monja (vino de Toro de 1.200 euros), Pingus (Ribera de 1.000), Petrus (Burdeos de 1.500) Chateau D?Yquem (Sauternes de 1.000), Krug Clos Du Mesnil (Champán de 1.500 a 2.000 euros), Sassicaia (vino de la Toscana de 200 euros) o el clásico Vega Sicilia Único, de unos 250. «Los precios son aproximados, y varían según la cosecha y la disponibilidad. Y si Robert Parker le da 100 puntos, pues se multiplica la demanda y se disparan los precios. El Petrus del 2000 ya debe andar por los 3.500 euros», explica. A pesar de lo que pueda parecer, el hostelero apenas le saca rendimiento a estas joyas: «De entrada es complejo conseguirlas. Pero es que porcentualmente le sacas mucho más partido a un vino más barato que a uno de estos», asegura.

CALIDAD Y MÁRKETING

Así que lo primero que hay que destacar de estos vinos es la calidad. Lo segundo, la demanda. Y muy pegado a esta, el márketing. Quien se pide una botella así no solo paga por disfrutar del vino, sino también por poder contarlo. «Son más que vinos, son mitos. Y eso hay que pagarlo», matiza Rivas. Y hay quien lo hace. De hecho, este especialista asegura que con la crisis se notó la bajada de ventas de vinos «caros» (de 30 euros para arriba), pero no bajó la venta de los «muy caros». «Se utilizan mucho para regalos. Me pregunto cuántas botellas de Vega Sicilia Único ha de haber por las casas, sin abrir porque no se atreven o porque están esperando esa ocasión especial», inquiere Rivas.

¿Compensa por lo tanto dejarse literalmente un sueldo en una botella de vino? Si de algo sirve, diré que habiendo tenido oportunidad de probar uno de esos vinos de mil euros y dado el precio, uno espera que, cuanto menos, el recuerdo de algo tan selecto perdure en el paladar unos seis o siete años. Pues bien, su aroma se difuminó en el cielo de la boca a las pocas horas de trasegarlo. A lo mejor habría que refrescar el recuerdo para poder valorarlo mejor. Se aceptan invitaciones.