Gloria Steinem: «No soy un icono, soy humana y parte de un círculo»

Rita Álvarez de Tudela

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Gloria Steinem, en una imagen de archivo
Gloria Steinem, en una imagen de archivo

A sus 82 años sigue igual de activa que siempre quizás porque «pensar que eres inmortal no ayuda a organizarse bien». Considerada un símbolo del feminismo en su país, Estados Unidos, así como una luchadora incansable de los derechos de la mujer, confiesa: «Las cosas están mejor ahora que antes».

18 jun 2016 . Actualizado a las 13:35 h.

Feminista, periodista y activista social, la lucha de Gloria Steinem (Ohio, 1934) comenzó en los sesenta como portavoz del movimiento feminista. Ahora, seis décadas después, presenta su libro de memorias My Life on the Road y varios documentales para luchar contra la violencia de género. Todo ello sin olvidar su incansable batalla en favor del control de la natalidad, para conseguir la igualdad de salarios, la mejora de los derechos civiles y la justicia social. 

-Recientemente ha publicado su libro de memorias, ¿qué balance hace de «My Life on the Road»?

-Siempre es difícil para un escritor lidiar con la promoción, pero estoy intentando hacerlo atractivo para los lectores. Es un viaje muy personal sobre mi vida y espero que ayude a otras personas.

-En su libro no aparecen muchos hombres, pero sí comienza con un capítulo dedicado a su padre…

-Todo ese primer capítulo fue una sorpresa para mí misma y para el editor. Al final, soy hija de mi padre. Te rebelas contra la infancia y de repente te das cuenta de que la estás volviendo a vivir.

-Ahora, recién cumplidos los 82 y usted no para…

-Sí, he venido dos veces a Londres en pocas semanas, para promocionar el libro y también para la exposición de la fotógrafa Annie Leibovitz, donde hay uno de los retratos que me hizo. Pero también puedo decir que pensar que eres inmortal no te ayuda a organizarte bien, pongámoslo de esa manera.

-¿En qué otros proyectos está trabajando actualmente?

-Acabo de presentar una serie de vídeos llamados Mujer con el canal VICE sobre la violencia de género en varios países del mundo. Se puede encontrar en todas partes, en mi país es especialmente alarmante la violencia doméstica. En Asia está más unido a la preferencia histórica por el hombre frente a la mujer, pero hay muchas formas en las que puede encontrarse. Más que la pobreza, los recursos naturales, la religión o el grado de la democracia, la violencia contra las mujeres es el predictor más fiable para saber si una nación es violenta o si va a usar la violencia contra otro país.

-¿Cómo decidió en qué concentrarse para los ocho episodios?

-Teníamos claro que queríamos incluir todos los continentes. No queríamos hacer que parezca como si los problemas de violencia se limitan a una parte del mundo. Nos fijamos en lo que era más prevalente o importante para los movimientos de las mujeres en ese país.

-¿Qué cree que se necesita para atajar el problema de la violencia de género?

-Debería ser tratado de forma muy diferente y no simplemente tratar de buscar una solución temporal. La cuestión básica radica en la superioridad del hombre en la sociedad, que se mantiene a día de hoy, pero que no siempre ha sido así a lo largo de la historia. Se debería hacer una campaña política similar en muchos países, para conseguir la igualdad.

-Pero si escuchamos el mensaje de Trump parece que estamos a años luz de lograrlo….

-Su mensaje retóricamente apoya la violencia y el racismo. Yo no creo que mucha gente vaya a votarlo, sin embargo hace una apelación populista, es una marca. Las personas lo conocen por la televisión y hay bastante descontento con la enorme desigualdad de ingresos. Espero que finalmente voten a Hilary Clinton, es la otra cara de la moneda, tenemos que votarla. La igualdad del pasado puede lograrse en el futuro y podemos conseguirlo.

-Lleva más de seis décadas de lucha contra el feminismo, ¿qué cambios ha vivido?

-Ahora sabemos, profunda y mayoritariamente, que los viejos sistemas discriminatorios eran una locura, y que no estamos locos. Ahora sabemos que el racismo no es real y que fue inventado, que es cruel y que se puede detener. Sabemos que el sexismo no es inevitable. Es solo sobre el control de la reproducción y, por tanto, para el control a las mujeres. Si tenemos la libertad para reproducirnos, que es la capacidad de decidir por nosotras mismas sobre cuándo tener hijos y si tener hijos y lo que sucede a nuestro cuerpo, esto puede ser revertido. Creo que el entendimiento no es inevitable. Eso es crucial.

- Muchos la ven a usted como un icono, ¿siente mucha presión por hacerlo bien?

-Yo hago este trabajo porque lo heredé de otras mujeres. No soy un icono, soy humana y parte de un círculo. Trato de usar solo mi nombre y no mi nombre completo porque de alguna manera suena más amigable. No me presento a fotografías o programas de televisión o charlas si todos los ponentes son blancos. A veces las personas me dicen que las mujeres somos nuestros peores enemigos, pero siempre les digo: ‘No, no lo somos’. Incluso si quisiéramos ser, no tenemos el poder de ser. Las cosas están mejor ahora, creo, porque hay mucho más entendimiento de que estamos frente a un problema colectivo y de que no es un problema individual.

-¿Qué legado cree que dejará?

-No puedo juzgar si he marcado una gran diferencia porque no sé lo que hubiera sido del mundo sin mí. Pero sí siento una inmensa satisfacción cuando alguien me ve por la calle y se me acerca diciendo que hubo algo que hice o algo que he escrito que les ayudó. Eso significa mucho.