Yo hago el agosto

Ángela Barros, Tania Taboada, Cándida Andaluz

YES

MIGUEL VILLAR

Y BIEN AGOSTITO... porque «agustito» ya es demasiado. El verano es para muchos relax, sol y playa, pero ellos no lo tienen. Sus días son más al estilo rapidito, el despacito ya se lo guardan para descansar y desconectar. ¡Que el cuerpo no pare!

08 ago 2017 . Actualizado a las 17:52 h.

Ellos no cuelgan el cartel de Cerrado por vacaciones, sino todo lo contrario. Su verano recoge los frutos de las pequeñas o grandes semillas que se van propagando. Y van cogiendo forma. Granito a granito siembran un terreno que luego tendrán que conquistar. Claro, el esfuerzo es intenso, pero la recompensa ya la saben. No tienen sus merecidas vacaciones, pero es así cómo ellos van cogiendo impulso y un brillo especial. Y no, no nos referimos a los rayos de sol que desprende nuestra época preferida del año -que también disfrutarán de vez en cuando- sino a ese destello que sus ojos muestran cuando saben que su agosto está hecho. Y su junio, julio y septiembre también.

La fiesta empieza y la música se impregna en nuestros corazones. Pasito por aquí, pasito por allá, media vuelta y cogemos ese ritmo para que nuestro cuerpo no pare. Y el suyo tampoco. Es la orquesta París de Noia. La misma, una de las más requeridas por el público gallego, que es capaz de reunir y hacer que, miles de personas, bailen sobre sus pies.

«El verano es un sin parar»

De Norte a Sur y de Este a Oeste recorren, prácticamente, toda la geografía gallega durante los meses de junio, julio, agosto y septiembre. «Cada fiesta y cada sitio es un mundo, te encuentras gente distinta, ambientes diferentes, ciudades y pueblos de los que hay mucho que aprender», cuenta Jose Antonio Blas Piñón, director y cantante de la orquesta en la que ya lleva 36 años. Años que le han hecho aprender y hacer que su corazoncito se vuelva un poco más nómada, más viajero. ¿Y en invierno? «Todo el trabajo que hay detrás de cada espectáculo lo preparamos en invierno. Organizamos todo el repertorio, la escenografía, las coreografías... y vamos alternando con algunas actuaciones. Pero, eso sí, no tiene nada que ver con la época tan demandada que tenemos. El verano es un sin parar», explica Jose Antonio, que añade que el trabajo es totalmente diferente de una temporada a otra.

Ya sabemos que todo inicio causa algo de miedo pero, cuando uno se acostumbra, las cosas empiezan a funcionar. Y a veces mejor de lo que pensábamos. Aquí lo vemos y lo pillamos en plena faena, encima del escenario. Es Cibrán Insua Fuentes, una de las cuatro voces del grupo que da ritmo y vida a muchos de los músculos que creíamos que ni existían. El bailar es lo que tiene y, claro, no estamos tan entrenados como ellos, por eso pasa lo que pasa. «Rematas a festa ás 3 da mañá e entre que te pos e chegas a casa danche as 7. Ao día seguinte xa tes que estar para outra», confiesa Cibrán. Eso sí, el descanso lo tienen merecido. Los días libres deben de ser sagrados, ¿no? «Hai que parar de traballar, o corpo necesítao, así que no día libre escapo un pouco da rutina. Iso si, cando teño vacacións entre outubro e novembro e entre febreiro e marzo disfrútoas a tope».

La historia no acaba aquí. Cibrán es cantante desde hace cuatro años de la París de Noia, pero ya lleva catorce en este mundo. «A primeira vez que subín a un escenario tiña bastantes nervios e algo de medo, porque eu son seguidor doutro estilo de música e non sabía como ía ser», confiesa este cantante, que ahora está más que hecho al escenario. «O corpo xa sabe que nada máis un sube alí enriba ten que manter ese contacto coa xente, ten que estar pendente deles. `Todo o mundo coas mans arriba!’», expresa entre risas. Su día a día va de aquí para allá y en su cabeza ya tiene casi un GPS. «Coñeces sitios distintos, xente diferente, festas que se distinguen en moitos aspectos e iso é moi enriquecedor», cuenta. Lo que no descansan les sirve para engrandecer su corazón con lugares e historias que seguro que guardan con llave y candado. «A verdade é que teño moitos momentos que nunca esquecerei, sentir como a xente baila e non para de gritar desde alí abaixo é algo indescritible», desvela. Lo que ya tenemos claro y, confirmado aquí en el YES, es que no todo es sol y playa, sino que muchos luchan y trabajan a tope su verano por hacer que los sueños se hagan realidad. Nos vamos a descubrir más.

Oscar Vazquez

«El 80% de las parejas se casan en verano»

El verano sigue siendo la estación elegida por el 80% de los enamorados para darse el sí quiero. Dado que la mayoría de los futuros novios trabajan y no disponen del tiempo suficiente para organizar uno de los días más felices de su vida, cada vez son más los que optan por contratar un wedding planner (organizador de boda) para que en el día de su boda no falte detalle.

A este oficio tan demandado en la actualidad y que adquiere en verano su mayor volumen de actividad, se dedica Sara Alonso, una viguesa de 25 años que presta servicio en Pontevedra para una empresa de Madrid. «Nosotros organizamos, producimos y decoramos las bodas de manera personalizada, a gusto de los novios y buscando la innovación. Trabajamos con el futuro matrimonio, por lo que no somos comisionistas», recalca esta wedding.

Con mucha antelación

Esta profesional en organización de bodas explica que es necesario que la futura pareja contacte con los weddings con tiempo de antelación. «Si nos contratan una organización integral tienen que hacerlo como mínimo un año antes a la boda. Tenemos que diseñar la ceremonia, el estilo, las flores, la mantelería», indica Sara, quien añade que si los novios lo desean los acompañan también a probar y elegir los trajes.

Según Sara, el momento más tenso para los weddings es el día del enlace. «Somos los encargados de que todo salga perfecto. En bodas de unas 150 personas solemos ir tres y estamos conectadas por pinganillos para coordinar desde la llegada de la novia hasta el momento del baile», cuenta Sara. A pesar de los nervios vividos para que todo salga bien, esta profesional indica que el día de la boda es muy especial porque se ve su trabajo. «Lo más gratificante es ver cómo disfrutan los novios y los invitados. Eso te engancha a seguir. Es un trabajo duro porque surgen problemas y hay que solucionarlos sin que nadie lo perciba», concluye esta wedding planner que hace el agosto en agosto.

MIGUEL VILLAR

«No paramos hasta septiembre»

Da igual que sea en verano o en invierno, los churros siempre apetecen. Pero cuando llegan las fiestas, sean donde sean, se convierten en un elemento indispensable. No solo para los jóvenes que tras una verbena quieren coger fuerzas. Los churros gustan a todos: niños, jóvenes y mayores. De eso sabe mucho Nieves Seara González, de Churrería Lolita. Un negocio con mucha tradición en Ourense que ha alimentado a varias generaciones de ourensanos. Ella es bisnieta de los fundadores y sabe mejor que nadie, porque lo vivió siendo muy pequeña, que en estas fechas toca trabajar. Y mucho. «El verano es muy trabajoso y complicado de llevar. La feria significa no dormir, hay que trasladarse de un lado para otro, resolver problemas... pero yo lo he vivido desde pequeña y lo hago con mucho cariño». Aunque igual que el resto de los empresarios han sufrido la crisis, asegura que los tres meses de verano son los que les permiten seguir al pie del cañón. «Empezamos prácticamente a mediados de junio y no paramos hasta septiembre. Cada ocho días montamos y desmontamos. Es como la mudanza de una casa», explica. Aunque, con resignación, dice que ya no vale la pena tanto como hace años. Desde que empezó el verano, su puesto, que es como una gran cafetería, ha estado en las fiestas de Ourense, Allariz, Bouzas y Coia. Y este mes se trasladará hasta Celanova, Bande, Os Milagros, Rairiz de Veiga... Mucho trabajo, aunque subraya que hace años se movían mucho más. Antes, explica, había fiestas mejores que otras. «Ahora, todas son muy parecidas en cuanto a la venta. Aunque es verdad que viene mucha gente de fuera y eso se nota», puntualiza. No en vano, en estos dos meses, Nieves tiene que contratar personal para que le ayude a atender el negocio. «Hoy ser empresario es cosa de valientes. Yo me considero casi una heroína porque doy puestos de trabajo a gente y voy pagando los gastos y eso que en algunas fiestas no se gana tanto. Pero, por muy mal que vaya, son los meses en los que te puedes recuperar de cómo ha ido el resto del año», sentencia.