Ponte vino en la cara

YES

Gladys Vázquez / Daniel Portela

DE LA TIERRA Y EL MAR A TU PIEL Galicia es una potencia en productos naturales. Si los comemos y bebemos, ¿por qué no usarlos en el cuidado diario de nuestra piel? Del amor a Galicia nacieron precisamente estos tres proyectos de cosmética ecológica. ¿Nunca has sabido qué lleva en realidad tu crema hidratante? Pues estos cosméticos te van a sonar y mucho.

16 dic 2017 . Actualizado a las 16:10 h.

Patricia y Sofía tenían la inspiración en casa. «Nuestra relación con el mundo del vino viene de familia, de abuelos y tatarabuelos», cuentan esta comunicadora audiovisual e historiadora del arte. «En Leiro tenemos un viñedo. El vino es de consumo propio. Se me ocurrió utilizarlo en cosmética», dice Patricia. De esta idea nació Levinred. Del vino de O Ribeiro. «Lo hacemos como se hizo siempre». Su crema antiedad solo lleva unos meses en el mercado, pero las sensaciones son positivas. «Tenía que ser extraordinaria. Compite con productos de más de 100 euros». No nos cuentan cuánto vino es necesario para elaborar su crema. «Es secreto. Sí podemos decir que usamos todo el que es posible. La fórmula es 98 por ciento natural». Esta es la forma en la que Patricia y Sofía reivindican «lo hecho en Galicia». El vino tiene propiedades antioxidantes y es un buen aliado de la belleza gracias a los polifenoles «que están en la piel de la uva». «A nosotras mismas nos interesa saber cómo se hacen los productos que consumimos».

Santi M. Amil

Pepe y Carla también conocen las propiedades de nuestro vino. «El primer producto fue en jabón de pepita de uva». Eran los comienzos de Naturavia en el 2009, cuando Carla se dedicaba a la investigación biomédica y Pepe a la educación vial. «Yo, por mi trabajo, no contemplaba volver a Ribadavia, pero cuando surgió el proyecto vimos que era el lugar perfecto», apunta Carla. Y es que su tierra es su fuente de inspiración. «Escogemos la materia prima de aquí y trabajamos directamente con el agricultor. Nunca encontrarás conservantes o perfumes sintéticos. Los aromas son naturales, aceites esenciales extraídos de las plantas con destilación de vapor». Y es que los chicos de Naturavia tienen sus propias plantaciones de «caléndula, manzanilla y romero». Al igual que las chicas de Levinred, ellos también controlan el proceso de principio a fin. «El cliente debe fijarse en los sellos y certificados ecológicos». ¿Y el precio? ¿Es la cosmética natural prohibitiva? «Nuestros ingredientes son mucho más caros, pero el producto final no. Cuesta lo mismo que una crema que compres en farmacia», apuntan mientras preparan pedidos que llegan hasta Canadá.

¿POR QUÉ NO CON ALGAS?

Santi M. Amil

Y de la tierra pasamos al mar y al laboratorio. A una empresa nacida en el seno de la USC. Hace cinco años a Marivel Sánchez se le encendió la bombilla. Trabajaba con antioxidantes de plantas y residuos agroforestales, pero ¿por qué no con algas? De ahí nació Celtalga y su marca cosmética Sálvora. Este equipo recibe las algas que les suministra Portomuiños. «Se recolectan de forma sostenible. La materia prima es el alga seca», dice Jorge Sineiro. Aunque se consideran aún «un embrión de empresa», tienen dos cremas en el mercado, una hidratante y una antiedad. «La principal diferencia es la alta concentración de extracto de algas. Protegen nuestra piel. Además, las cremas no tienen perfume, lo sustituimos por aceite de Palo de Rosa ecológico». Sobre sus clientes, lo tiene claro, «buscan un producto de aquí, preocupados por lo que se ponen en la piel». Clientes que en su día apoyaron a Sálvora incluso antes de nacer. «Hicimos una campaña de crowdfunding y comprobamos que había muchas personas interesadas en el producto», dicen. En el futuro tienen colaboraciones con otras marcas y la incorporación de nuevos socios y, sobre todo, seguir trabajando con los productos que aman en esta mezcla de cosmética, ciencia y sostenibilidad.