Hace guardia a las puertas del Congreso para poner a prueba a sus señorías: «Los políticos veteranos colaboran más, están de vuelta de todo». Tras 12 años en la trinchera con «El Intermedio», Thais confiesa: «Coger ahora los mandos del barco da vértigo»
30 mar 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Es rápida, espontánea y fresca y tiene ese punto de ironía que no sabes si te está hablando en serio o te está tomando el pelo. Reportera de El Intermedio desde hace doce años, Thais Villas (Fraga, Huesca, 1974) se ha convertido en toda una experta en poner en aprietos a nuestros políticos. Con grandes dosis de simpatía y desparpajo ha logrado hasta poner a bailar a sus señorías a ritmo de Jennifer López: «Al final, doy penita, como me ven todos los días, dicen: pobrecita, y se animan». Sin pizca de pudor ni vergüenza, Thais Villas ha hecho del humor su forma de vida, aunque no siempre fue así: «Cuando estuve trabajando en sucesos con Ana Rosa en Telecinco lo hacía fatal. Me decían que debía ponerle más lagrimilla y a mí no había forma de que me saliera ni para atrás. Fue un desastre». Trabajando en tres programas de televisión y con dos hijos asegura: «El humor es esencial para la vida. Me lo tomo todo a chufla y tiro adelante como sea».
-«Las que faltaban» y «Control T» son tus dos nuevos proyectos en televisión. No me negarás que estás en racha, ¿no?
-Pues sí. Pero la verdad es que yo no lo he buscado. Al final, en la televisión, trabajamos cuatro gatos y este tiempo atrás me han salido otras ofertas, pero como me pedían dedicación exclusiva, mi respuesta siempre ha sido no, ya que no me planteo dejar El Intermedio, son doce años en antena y además de que es un lujo, me gusta lo que hago y me lo paso bien. Sin embargo, como en Control T, de TV3, me lo han puesto muy fácil desde el principio y me han permitido grabar los viernes, que es el día que no trabajo con Wyoming, pues me lancé de cabeza. Después, surgió Las que faltaban en #0, y era una oportunidad tan chula que no me pude resistir. Y así estamos, sin parar.
-No se te nota muy contenta. ¿Es por los nervios del estreno?
-Estoy contenta y también nerviosa, siento mucha responsabilidad. Siempre he sido comparsa, nunca me ha interesado la primera división, y que me den esta ventana es algo a lo que no estoy acostumbrada. Además, quiero que este proyecto, en el que hay un gran equipo involucrado, salga adelante y guste.
-De secundaria a protagonista. ¿Cómo has asumido este cambio de roles?
-Llevo 12 años en la trinchera, bajo el paraguas de Wyoming y eso da mucha seguridad y estabilidad. Sin embargo, ahora, por primera vez soy yo la que coge los mandos y dirige el barco a puerto y se nota, hay más responsabilidad, compromiso, más nervios y vértigo.
-Háblanos de «Las que faltaban», donde estás al frente de un batallón de cómicas y un cómico.
-Pues se trata de un programa de mujeres, hecho por mujeres, y con un humor dirigido para todos, mujeres y hombres. Es un programa de actualidad, pero desde el punto de vista femenino. Son ocho cómicas y un cómico. Nene es la cuota. A día de hoy, tienen que existir las cuotas, porque a las mujeres no nos dejan. De cara a un puesto de trabajo, entre un hombre y una mujer, siempre eligen al hombre, por lo que las cuotas son necesarias.
-¿Tres programas con dos hijos pequeños? Confiesa ya cuál es la fórmula mágica para conciliar.
-Vivir básicamente en el AVE, porque mi vida profesional está en Madrid y mi vida personal en Barcelona. De forma, que hago varios viajes a la semana en tren, ya que cuando tuve a los niños, decidí no pasar más de dos noches fuera de casa para disfrutar de ellos el mayor tiempo posible. Quiero estar con los niños y vivir la crianza, porque no quiero acabar de protagonista en Hermano Mayor. Sé que llegaré a junio, lo voy a conseguir. Pero todavía me quedan muchos viajes por realizar. Resistiré.
-Thais, ¿qué tipo de madre eres? ¿Eres tipo guardaespaldas, estilo proteccionista, o tipo bocadillo de las que persiguen al niño con la merienda en la mano por todo el parque?
-¡Uf! Yo procuro no agobiarles, porque los niños tienen que equivocarse y caerse para que aprendan. También deben aprender a aburrirse y a frustrarse, porque no les va a pasar nada, ni se van a traumatizar. Yo también me aburro en el parque de bolas y no me pasa nada.
-Y tú, ¿cuándo le das a la tecla de «Control T»?
-Pues muy poco la verdad, porque mi tiempo libre es para mis niños. Antes, veía series, salía a cenar, viajaba, tenía tiempo para mí, eso se acabó. Ahora voy al Chiquipark con mis hijos y genial. Es lo que toca en este momento. Soy responsable y ahora es el momento de apechugar y centrarme en su crianza.
-Tu forma de entender tu oficio siempre ha ido asociada a sacarnos la sonrisa. ¿El humor está en tu ADN?
-Yo no soy actriz, es mi forma de ser. Tengo un carácter que me lo tomo todo a chufla y tiro adelante como sea. El humor, la gracia, el gag son mi instinto de supervivencia, porque me divierten, me lo paso bien y me da buen rollo. Recuerdo que cuando estuve trabajando en sucesos con Ana Rosa en Telecinco lo hacía fatal, porque me decían que debía ponerle más lagrimilla y a mí no había forma de que me saliera ni para atrás. Fue un desastre. ¡Ja, ja, ja!
-Dicen los expertos que la risa alivia el estrés y la ansiedad, y nos hace ser más tolerantes y creativos. ¿A qué se debe esta tendencia a la seriedad y la amargura social que impera hoy?
-El humor es esencial para la vida y con una sonrisa se encara el día a día de otra forma, se le quita gravedad a las cosas. Sin embargo, hoy la gente tiene la piel muy fina y cualquier cosa molesta. No entiendo esta capa de seriedad y formalidad que se le da ahora a todo.
-Precisamente, en «El Intermedio», tú haces el más difícil todavía: hacer humor con los políticos. De hecho, a la mayoría te los metes en el bolsillo de un modo asombroso...
-Bueno, ten en cuenta que son años de pico y pala a las puertas del Congreso. Ya me conocen. La verdad es que se agradece que colaboren, que se abran y participen. Con la gente de la calle cuesta mucho más, no está el horno para bollos.
-¿Qué político tienes ganas de que entre al trapo? ¿Quién se te resiste?
-Hay unos cuantos, la verdad. Yo lo intento y si no cae hoy, ya caerá mañana. No me queda otra que batirme el cobre. Al final, doy penita, dicen «¡pobrecita!» y se animan. Los hombres tienen más sentido del humor que las mujeres. Ellas son más pudorosas y se muestran retraídas, porque como se las juzga continuamente y todo lo que hacen es observado con lupa, cuesta que se lancen. Otra curiosidad es que los jóvenes como Pablo Casado, Iglesias y Errejón son más pudorosos que los mayores, les faltan años de experiencia y temen hacer el ridículo. Los veteranos se prestan más, porque ya están de vuelta de todo y tienen más trucos para escaquearse.
-Para reto conseguido, el día que vimos bailar a algunos de nuestros políticos. ¡Inolvidable!
-Sí. Aquello fue divertido. Estuvo genial. Recuerdo que me levanté a las seis de la mañana para practicar. ¡Ja, ja, ja! A [José Luis] Ábalos se le nota que es un bailongo, que es de los que se anima en todas las bodas, Maíllo también es de los que se lanza; sin embargo, los de Podemos tienen que soltarse más.
-Por cierto, memorable también el beso bajo el muérdago que lograste que se dieran los hoy distanciados Pablo Iglesias e Íñigo Errejón.
-Pues sí. Ahí ha tenido que haber luto y duelo por la ruptura. Seguro.
-Dicen que no hay dos sin tres. ¿Preparada por si te surge otro proyecto al que no poder renunciar? ¿Tienes ya el plan B para sobrevivir?
-¡Uf! Ni me lo planteo. A este paso, con tanto viaje, Renfe me va a tener que poner un vagón exclusivo para mí, porque mi vida ahora transcurre en los trenes. Y son toda una experiencia.