La mejor Big Band de España es gallega

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MARCOS MÍGUEZ

«ESTO ES EL SAVOY» Música americana, clásicos de cine, de jazz y swing. Hay colas para ver a 21 nómadas de los escenarios que han hecho del Garufa su oasis musical. Llevan 4 discos en 5 años

04 may 2019 . Actualizado a las 11:40 h.

Con el contrabajo en brazos se cuela bajo la reja a medio subir. Es uno de los músicos que van entrando en el que fue un día el cine Valle Inclán y hoy es una sala de conciertos. Fuera, el mar de Riazor va quedando en penumbra. Dentro, «esto es el Savoy», dispara el fotógrafo al poco de entrar en el Garufa. En el escenario, Roberto Somoza indica: «Ocho últimos [compases]». Y suena la Garufa Blue Devils Big-Band. Ensayan 18 músicos. Canta Gabriel Triana, con gabardina colgada del brazo. Deja paso a las voces femeninas: Paula Pérez, Mery Lafuente y Bea García. Suena música americana de los años 20 a 40, estándar de jazz, clásicos de cine... Añoranza de José Luis Alvite. El inventor de las Historias del Savoy no está aquí viendo a «la mejor big band que hay ahora en España. Sin ninguna duda». La sentencia es de Manel Mantiñán, medio siglo enganchado al jazz, autor del libro Vivir el jazz. Una declaración de amor.

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Alvite escribiría de la camarera que llena las mesas con tarjetas: «Reservado». De las largas patillas del camarero. De algún pitillo clandestino. De algo de alcohol entre los atriles. Del hierático Pepe Doré, gestor del local. «Empezamos muy flojos, con poca gente, pero ahora hay bastantes problemas para conseguir entradas. La última vez quedaron 50 personas sin poder acceder». Lo cuenta Roberto Somoza, guía de una formación que «no tiene otro motivo más que el puro placer de tocar, pasarlo bien y que el público venga y se lo pase bien. Si no, no estaríamos aquí». Pero están. Es la quinta temporada, con cuatro discos en el mercado y otro de boleros [Siboney], con Sito Sedes, que saldrá este año. Somoza vuelve al ensayo de esta big band formada por «músicos que se dedican exclusivamente al jazz, otros trabajan en la Sinfónica de Galicia, en la Banda Municipal o son del Conservatorio».

«Es una banda que va redonda. Tiene un repertorio muy alegre, muy dulce a veces, muy universal». Lo cuenta Gabriel Triana, que sana cuerpos durante el día y cura nostalgias por la noche. «Tienes que escucharle como canta My Way», advierte uno de sus seguidores. Triana asume que le llamen «el Frank Sinatra coruñés». Evoca: «Cantaba como aficionado con algunos músicos profesionales». Ahora está «encantado de estar aquí». Paula Pérez llegó a la big band «coincidiendo con conocidos, con amigos...». Bea García es profesora de teatro musical: «Canto en varias formaciones de jazz, de swing, de música tradicional cubana... Encontrar una formación como esta que sea así tan brutal es increíble».

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Triana ayuda a Mery a solucionar un problema con su falda. Somoza anuncia: «El concierto será a las diez y media, con el retraso habitual». Y la big band se va al bar de enfrente a reponer fuerzas. Queda el técnico de sonido: «Max Ferreiro», dice con acento alemán, antes de indicar que su padre es músico de Luar Na Lubre. Presenta a la encargada de la iluminación: Heli Nurminenl, finlandesa. Personajes para otra historia.

PAULA SE CONVIERTE EN GILDA

A las diez y media empieza a llegar el público. Entre los primeros, una pareja que, a contraluz y por sus sombreros, podrían ser Rick [Bogart] e Ilsa [Bergman] en Casablanca; lástima que cambiaran las gabardinas por abrigos. Una mujer de rojo y dos acompañantes se sientan en una de las primeras mesas; ella podría ser Liza Minnelli y salir a cantar Cabaret.

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Arranca el concierto. Somoza saluda, bromea, amenaza a un amigo con tocar un tema de heavy metal. Sube Paula Pérez convertida en Gilda para cantar Put the Blame on Mame [Échale la culpa a Mame]. Al acabar no está Glenn Ford para la mítica bofetada, sino su chico, con gorra Gatsby, para darle un beso. [«El amor es algo muy resistente; se necesitan dos personas para acabar con él», escribió Alvite en Historias del Savoy].

Suena Sing, sing, sing, de Benny Goodman, dedicado a Mantiñán. Fue el primer disco de jazz que compró, con 14 años.

«Vas a flipar», advierte Triana cuando coge el micrófono Bea García, convertida en Edith Piaf para cantar La foule. Momentazo. También flipan los saxos de la banda viendo a Somoza, con saxo soprano, tocar el clásico estándar de jazz One O’Clock Jump, de Count Basie. Los arreglos de los más de cien temas que toca esta big band son de Somoza, explica otro de los integrantes: Jon Etterbeek, trombón principal de la Sinfónica de Galicia. Si no baila el público bailan Mery y Gabriel. En la apoteosis final él será Sinatra, cantando My Way o New York, New York. Con razón «esto es el Savoy», acaba de tocar la mejor big band de España... Y no estaba Alvite para contarlo.