Risto, ellos ya lo hicieron antes

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MARCOS MÍGUEZ

UN NOMBRE LLENO DE AMOR Al igual que el polémico presentador y Laura Escanes, estas parejas decidieron reflejar en el nombre de sus hijos su amor por esos sitios a los que han viajado y de los que se han enamorado perdidamente

21 jul 2019 . Actualizado a las 23:50 h.

El momento de decidir el nombre de un hijo es crucial. Algunos padres le dan mil vueltas, mientras que otros saben desde el primer momento cómo quieren llamar a su vástago. De este segundo grupo son la pareja mediática formada por el presentador Risto Mejide y la modelo Laura Escanes. «Hace casi un año estábamos en nuestra ciudad favorita pidiendo un deseo. No recuerdo qué pedimos en ese momento, pero hay una cosa que sí sabíamos: si algún día teníamos una hija, se llamaría Roma», contó la influencer en su Instagram tras anunciar que estaba embarazada. Una decisión tomada por el amor que el matrimonio siente hacia la ciudad italiana, algo de lo que no les podemos culpar, ya que quien la ha visitado sabe que la città eterna es mucho más que mágica, es un museo al aire libre en el que en cada esquina encuentras una sorpresa. Por algo en Italia se vive la Dolce vita.

 Tras anunciar cómo llamarían a su hija, muchos pensaron que la idea de Risto y Laura era muy original, pero en Galicia siempre vamos por delante y algunos ya han usado el nombre de la ciudad italiana para llamar a un ser querido antes que ellos, claro que no siempre tiene por qué ser un niño. Marta Patiño e Iván Sánchez comparten con la pareja de famosos algo más que su amor por Italia. Ambos matrimonios están encandilados con Roma, y por eso estos dos coruñeses decidieron bautizar con ese nombre a su mascota. «Nos encanta Italia y viajamos mucho allí. Todo empezó con el viaje que hicimos a Roma hace unos seis años. Nos gustó todo en general, la ciudad nos enamoró», explica Marta. Y tanto les gustó pasear por el Coliseo, plaza de España, la Fontana di Trevi o la imponente plaza Venezia, que al incorporar un nuevo miembro a su hogar tuvieron muy claro cómo llamarle. «Un año después llegó nuestra perra a casa, y claro, la llamamos Roma», dice Marta.

De Roma a Siena

«Tiempo después viajamos de nuevo a Italia. Esa vez fuimos en coche hasta Venecia, es un camino largo, pero lo hicimos para aprovechar e ir descubriendo más sitios como el lago Como, que es espectacular, y ciudades como Bolonia. Bajamos a la zona de la Toscana y además de conocer Florencia y Pisa, que es lo típico, visitamos Siena. Es superacogedora y nos encantó». Tras esa nueva aventura por Italia, Marta se quedó embarazada, y claro, a la hora de buscarle el nombre a la niña pensaron en ese país. «Como nos encanta Italia pensamos desde el principio en ponerle un nombre relacionado. Yo ya había escuchado el nombre de Siena antes, y desde que lo oí por primera vez me gustó. Me pareció muy romántico, además es corto y fácil de decir, y bueno, claro, la ciudad es impresionante. Entonces, ¿qué mejor que llamar a la niña Siena?», explica Marta.

En su caso nunca se planteó llamarle Roma porque ya tenían a una en casa. «A Siena no sé si la hubiéramos llamado Roma porque como la perra ya se llama así, ya lo ubico a nombre de mascota [ríe]. Pero claro que es muy bonito», dice esta madre, que aclara que en un principio no todos entendían el nombre elegido para su pequeña. «Cuando lo dijimos muchos nos decían: ‘Ah, Xena, por la princesa guerrera’. Y yo: ‘No, es Siena’. Entonces ya lo entendían y me decían que qué bonito, pero sí es cierto que en principio lo teníamos que aclarar». A pesar de que el nombre de su hija no tiene nada que ver con la guerrera, su madre indica que en Siena también hay fuerza. «Es un nombre más dulce, pero claro, tiene su parte italiana y su parte guerrera».

Bajo el sol de la Toscana

Esa mini guerrera acaba de cumplir once meses y en cuanto crezca un poquito más irá a conocer la ciudad a la que debe su nombre. «La queremos llevar para que conozca Siena. Toda esa zona es súper bonita, hay muchos sitios de agroturismo con casas geniales en las que hospedarse. Puedes recorrer toda el área en coche y descubrir así la Toscana. Es que nos gustó todo, la verdad. A Italia siempre queremos volver», explica Marta. Y además de volver, la pareja también se plantea quedarse. «Siempre tuvimos la idea de irnos a vivir allí, y ahora con Siena la mantenemos. Nos encantaría en un futuro». A la hora de elegir un lugar de Italia para instalarse, dicen que en cualquiera, pero hay uno que les gustaría especialmente. «La verdad es que nos ha gustado todo lo que hemos visto, pero para vivir nos encantó la zona del lago de Como. Es súper tranquila y acogedora, pero también nos gustó mucho la Toscana, así que no nos importaría instalarnos tampoco ahí», confiesa Marta, que añade: «Todavía nos quedan por conocer muchos sitios como Nápoles y la costa amalfitana. Iremos seguro».

Quién sabe si Marta, Iván, Siena y Roma acabarán viviendo en Italia, pero de momento el país de la bota ya forma parte de sus vidas para siempre.

«Le pusimos Grecia porque nos conocimos allí»

PACO RODRÍGUEZ

Esta historia comienza cuando Ana Valín era muy pequeña y a su padre le gustaba transformar en originales cuentos infantiles las leyendas de la mitología griega que hablaban de Hércules, la Medusa... Estos relatos calaron tanto en ella que no solo se hizo escritora para contar sus propias historias, sino que «siempre tuve claro que cuando tuviera vacaciones y dinero para pagarlas me iría a conocer Grecia, porque no es un lugar para visitar en solo cinco días». Su deseo por fin se cumplió en el año 2008, cuando hizo las maletas, «cogí mi libretita para escribir, que es lo único que necesito, y me fui sola de viaje».

La otra parte de esta historia está protagonizada por el canario Israel Jiménez. A su abuela le tocó un viaje para recorrer el mundo, pero como la mujer tenía problemas de movilidad, se lo regaló a sus hijos y nietos. En una excursión organizada para conocer Atenas Ana e Israel se subieron en el mismo autobús, y allí surgió el amor. «Él dice que fue un flechazo, y yo lo defino como amor a primera palabra, porque yo no me enamoro de lo que veo, sino de lo que oigo y me cuentan. Desde aquel día ya no nos separamos», recuerda Ana Valín.

Desde el primer día

 Fue la misma noche en la que se conocieron cuando decidieron el nombre que le pondrían a su hija. «Estábamos cenando y hablando de nuestro futuro y la gente nos preguntaba cuánto tiempo llevábamos juntos, porque parecía que éramos novios de toda la vida. Ese día ya decidimos que le pondríamos Grecia porque nos conocimos allí».

De regreso a España, Israel se vino a Galicia para seguir con sus estudios de Bellas Artes, mientras que Ana sumaba a su carrera de Periodismo la de Magisterio. Ocho años después de subir a aquel bus veían cumplido uno de sus sueños en forma de embarazo. «Yo ya la llamaba Grecia desde el principio, sin saber ni siquiera si era una niña, así que cuando hicimos la primera ecografía ya no nos sorprendió que nos dijeran que habíamos acertado. Lo cierto es que ni habíamos pensado otro nombre por si era niño, lo teníamos muy claro».

Ahora que la pequeña de sus ojos ha crecido, ya están pensando en darle un hermanito o hermanita a Grecia: «Aunque esta vez dejaremos que el nombre lo elija ella, que le hace ilusión».

«La llamé África por mi padre»

Marcos Míguez

Lleva África en la sangre. Su padre es de Senegal y ella es mitad africana y mitad gallega. Tanto que lleva tatuado en su brazo izquierdo el mapa de África con la Torre de Hércules. Awa Pulleiro Coulibaly y su marido, Breogán Blanco González, son padres de una niña de 18 meses y, como no podía ser de otra forma, en su nombre su madre plasmó su amor por el continente africano.

«Tenía clarísimo que cuando tuviera una hija la llamaría África por mis raíces por parte de padre. Quería que la niña tuviera un nombre significativo de su continente, y él encantado, claro», explica Awa. «En el caso de que hubiera sido niño le habríamos puesto un nombre gallego. Ahora hay muchas niñas que se llaman África, también India o Asia, que también me gusta, pero quería que tuviera un significado», dice.

A la pequeña África su madre le inculca la cultura de su abuelo de muchas formas. «Le pongo música africana y ella feliz, ya baila. También la visto con bubús, los trajes típicos de allá. La intento vincular en todo lo que pueda», dice. Por eso no es de extrañar que la pareja quiera llevar a su hija a conocer el lugar que le da nombre en cuanto puedan. «Me gustaría ir con ella, cuando pueda por tema de vacunas y cuando crezca un poco, para conocer también a sus tíos y a sus primos». Porque Awa tiene a buena parte de su familia en Senegal. «Tengo siete tíos y ellos tienen aproximadamente ocho hijos cada uno. Así que imagínate. Cuando yo fui hace unos cinco años fue un desfase. Allí es tradicional que cuando van visitas les pongan un té y algo de comer, y es una ofensa que lo rechaces. Se lo toman muy en serio. Entonces íbamos de casa en casa y fue muy heavy. Mi marido enfermó, unos amigos que venían con nosotros también, porque iban muy avisados de que no podían rechazarlo, y es todo súper picante. Cuando fui al médico a por medicinas para ellos, porque a mí no me sentó mal, me dijo que yo debía de llevarlo en la sangre», relata Awa.

Tanto que en su boda, en el 2016, no faltó un guiño a África. «Entramos con un grupo de música africano tocando los djembes. Fue brutal», recuerda. Quizá en un futuro su hija le copie la idea.