Los sin cara

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

MABEL RODRÍGUEZ

15 may 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El pronóstico de las autoridades es que en verano regresen las caras al sitio en el que las habíamos dejado. El día en el que la mascarilla decaiga habrá que acostumbrarse de nuevo a cruzarse con bocas y narices, ocultas desde hace un año tras el bozal que ha impuesto Pandemia. Se ha hablado poco del síndrome de la cara vacía, acuñado por un psicólogo que viene advirtiendo de la sensación de desnudez que se apoderará del mundo pos-covid. Hay criaturas alumbradas durante los meses de la peste que solo conocen al ser humano enmascarado. Los protectores quirúrgicos nos han hurtado sonrisas, matices emocionales, muecas de aprobación y disgusto, temperatura anímica. Con mascarilla somos menos empáticos, interferidas las neuronas espejo por una cortina que impide captar toda la información que encierra una cara, de la que tanto dependen nuestras respuestas y las cosas que nos pasan. Aunque a veces el bozal también se puede convertir en aliado, una máscara para disimular un aburrimiento inoportuno, un asco que no debería estar ahí o una sonrisa que aparece cuando no debe. Ahí una buena FFP2 te puede salvar la vida.

Un año largo después del primer encierro, muchos pelean también con el síndrome de la cabaña, agazapados en la guarida y protegidos de un entorno hostil en el que las vidas corren peligro. Todos conocemos a alguien con esa disposición a la reclusión voluntaria, personas que de pronto ya no necesitan bares, ni encuentros, ni amigos con los que discutir y que tendrán que aprender a moverse otra vez en la multitud.

La pandemia psicológica emergerá con furia en cuanto el virus viaje doblegado y hagamos recuento individual y colectivo de las cicatrices que esta situación brutal e inesperada nos ha dejado, los muertos, los enfermos, el susto, los parados, la desconfianza.

El síndrome de la cara vacía emerge aquí como un símbolo de todo lo que nos ha pasado, un borrado radical de lo que éramos, de los rasgos en los que nos reconocíamos, para construirnos otro rostro post Todo Esto.