¿Sabemos lo que implica tirar un tomate?

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MARCOS MÍGUEZ

Costes en vano. Agricultores estiman que para sacar adelante un kilo de tomates hace falta una hora de trabajo, a lo que hay que sumar los costes económicos y medioambientales. Compra menos y sé más creativo

29 jun 2021 . Actualizado a las 16:27 h.

Se ha convertido en una de las lacras de este siglo. La Comisión Europea sostiene que al año se desperdicia un tercio de todo lo que se produce para comer. Unas 1.300 toneladas de alimentos que se tiran a la basura sin darles una segunda oportunidad, pese a que contienen los mismos nutrientes.

 Por ello, cada vez más, se intenta, por parte de agricultores y vendedores, «educar» a los ciudadanos sobre estas cuestiones. «Es falta de concienciación y de valorar el tiempo y empatizar con quien lo ha producido. Cada vez que descartamos un tomate porque tiene un defecto, es feo o salió deforme.... estás tirando horas de trabajo que pone una persona para sacar adelante ese alimento. Supone también dinero, contaminación... Para producir ese tomate hubo que trabajar la tierra, utilizar una maquinaria... Muchos de esos alimentos que nacen en las plantaciones ya se tiran, porque no cumplen ese canon que demanda la sociedad. Si ya se descarta en la producción ecológica, no me quiero imaginar en la convencional», sostiene Isabel López Chamorro, productora que vende alimentos ecológicos en su tienda Horta+Sá, en A Coruña.

Isabel señala, tras hablar con otra agricultora, que para sacar adelante un kilo de tomates hay que emplear una hora de trabajo. «Es importante la labor del vendedor a la hora de explicarle al consumidor estas cosas. Porque muchas veces, es puro desconocimiento. Yo como agricultora me esfuerzo cuando tengo tomates de los míos en decirles que a lo mejor algunos son bastante feos, con rosetones y así, pero que yo siempre cogería esos. Como agricultora es el primero que elijo, porque estoy segura de que es el más sabroso. El cliente de eso no se olvida, y al probarlo ya comprueba de primera mano que es así», explica. En este sentido, López apela a la creatividad a la hora de hacer la compra, y también el menú semanal: «Pensar en nuestra dieta diaria y en nuestra cesta semanal y adaptarnos a eso. Es preferible quedarnos un poco cortos y ser imaginativos con los recursos que tenemos». La razón es que muchas veces compramos en exceso. «En ese momento somos avariciosos, solo pensamos en la oferta. No pensamos en que no vamos a comer todos esos alimentos y que eso también genera una contaminación», añade Isabel. En su negocio, ha puesto en marcha una zona con productos que tienen alguna tara para ir concienciando sobre la necesidad de darles esa segunda oportunidad.