Qué os voy a contar de la cafetería

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EFE | Ballesteros

18 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay una referencia que compartimos todos los periodistas que cursamos en la Universidad Complutense de Madrid en aquellos años en los que para instruirte en el oficio había que hacer las maletas y abonarte a los compartimentos de segunda del tren Estrella Galicia. Es una consideración cargada de secretos e insinuaciones, de frases inacabadas, de medias sonrisas, de asuntos que solo entienden quienes lo entienden, una alusión con una carga semántica tácita de una riqueza califragilística con la que conecta una comunidad enorme y diversa de la que ahora sabemos también forma parte una reina. «Qué os voy a contar de la cafetería de la facultad…». Lo dijo Letizia Ortiz el martes en la celebración de los cincuenta años de la apertura de la facultad de Ciencias de la Información, un entrañable bicho de hormigón que, según la leyenda de mi época, había sido el proyecto de una cárcel de mujeres y, según la tesis de Amenábar, un recóndito plató de snuff movies, teoría de momento no probada más que en el cine y que el director esbozó tras pasar por sus aulas como estudiante.

Que en la escuela en la que se formaban los periodistas se asesinara a pobres desgraciados ante el objetivo implacable de una cámara no dejaba de ser una metáfora muy interesante de lo que estaba por venir en el oficio. Compruebo que las siguientes generaciones han seguido concediendo a aquel bar conexiones tenebrosas. Una de las últimas sugiere que los camareros se reclutaban en un programa de reinserción de presos. De dónde nos vendrá esta afición...

Pero sí. Qué nos van a contar de la cafetería de la facultad, majestad. De las timbas, los trapicheos, la nube infranqueable de tabaco, los chupitos, las fiestas, los cafés, las fotocopias. Qué nos van a contar de todas las fábulas minuciosamente relatadas por todos los que han contribuido a convertir aquella cantina en un lugar mitológico al que acudían otros estudiantes del campus embarcados en especialidades más aseadas que buscaban en Periodismo emociones fuertes y puede que también algo de costo o centraminas o lo que fuera que se trasegaba en aquella época.

Qué nos van a contar, aunque con el tiempo sospecharas que por allí circulaba el intríngulis del oficio con más fineza que en las aulas de los pisos de arriba.