Esta profesora e investigadora creó un sistema para detectar usuarios con tendencias suicidas en redes sociales y ayudarlos
16 oct 2021 . Actualizado a las 16:51 h.Dudaba entre estudiar Ingeniería Informática o Medicina, ganó la primera opción, que cursó en A Coruña, pero acabó trabajando en ambos campos. Ana Freire (Rábade, 1983) es directora del Área de Tecnología de la UPF School of Management de Barcelona y su principal proyecto de investigación es el desarrollo de una inteligencia artificial que detecta a los usuarios con problemas de salud mental en las redes sociales.
«Cuando entré en la carrera me imaginaba como una ingeniera de software o programadora, pero desde que descubrí la inteligencia artificial supe que ese era mi campo», recuerda Ana, recientemente galardonada con el premio Ada Byron del Colexio Profesional de Enxeñaría en Informática de Galicia.
Con un equipo multidisciplinar, en el que también hay psicólogos y psiquiatras, Ana desarrolló el proyecto STOP y demostró su éxito. «La intervención que hicimos fue detectar patrones de comportamiento de los usuarios con tendencias suicidas, depresión o trastornos alimentarios. Por ejemplo, las mujeres con alto riesgo de anorexia son mujeres de menos de 19 años, con intereses en dietas veganas, vegetarianas, ejercicio extremo y pérdida de calorías muy rápida. Colaboramos con el Teléfono de la Esperanza y el teléfono de prevención del suicidio y lanzamos campañas en redes sociales dirigidas a usuarios que encajaban dentro de esos perfiles, en Facebook e Instagram. Conseguimos aumentar en un 60% el número de llamadas provenientes de redes sociales. Si hay apoyo emocional, la gente lo aprovecha», cuenta Ana.
Visibilizar a las mujeres
La investigadora también está muy implicada en romper los estereotipos de género asociados a la tecnología, para que las niñas vean estas carreras técnicas como una opción de futuro. Con este objetivo creó Wisibilízalas, un concurso internacional en el que ya han participado más de 3.000 alumnos de primaria y secundaria. «Los participantes, por grupos, tienen que crear una página web con el perfil de una mujer que trabaje en tecnología, ingeniería, matemáticas o ciencia. Además, les pedimos que sean mujeres cercanas con las que se puedan entrevistar y que les puedan servir de inspiración o descubran profesiones nuevas que no conocían», explica.
Ana defiende que la diversidad en los equipos de trabajo es fundamental para que la tecnología aporte valor a la sociedad: «La tecnología tiene que ser feminista y diversa. Hay un caso muy sonado de un dispensador de jabón que detectaba solo las manos de piel blanca, porque solo lo probaron personas con esa piel, es un ejemplo muy claro de que el equipo que desarrolla esa tecnología es clave para que sirva para toda la sociedad».
Viendo la trayectoria de Ana, podría parecer que el techo de cristal está roto pero ella asegura: «Solo está agrietado».