Venganza «boomer»

FERNANDA TABARÉS DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

19 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Circula una cierta onda de placer entre los boomers por el colapso aparatoso de las criptomonedas, una especie de yatelodecíayo que culmina toda la desconfianza con la que en estos años hemos despreciado el entusiasmo y la suficiencia de nuestros hijos, tan propensos a restregarnos sus habilidades para sacar pasta en ese enigmático mercado.

Nuestra intuición nos indicaba que tras el bitcóin y sus naderías sin regulación se agazapaba una estafa y esta caída bautizada ya como la quinta mayor debacle financiera de la historia, por encima de la explosión de la burbuja de las puntocom, parece darnos la razón. Ese placer del que hablo es el líquido que rezuma desde siempre el combate generacional cuando alguna modernidad que los viejos no entendemos experimenta un traspié que parece reajustar las cosas y devolver los marcos a sitios reconocibles.

El bitcóin se la pega sin que muchos hubiésemos llegado a entender qué narices era ni de dónde salían las perras que tantos chavales ganaban. Una ignorancia que, por mucho que las cripto anden estos días como unos zorros, no es más que una evidencia de que vamos perdiendo el AVE del tiempo.

No hay una fecha precisa, una frontera clara que determine en qué momento en nuestro interior empieza a crecer un ludita que desconfía de las nuevas tecnologías y aventura cataclismos morrocotudos con cada ingenio que irrumpe en el mercado. Hay entre nosotros muchos semejantes a aquellos artesanos ingleses que a principios del siglo XIX se dedicaban a destruir los nuevos telares y máquinas de hilar industriales convencidos de que iban a arruinar la artesanía, abrir los talleres a obreros poco cualificados y, finalmente, rebajar los salarios de todos. Hoy sabemos qué grado de razón tenían aquellos temerosos, pero también que su resistencia era inútil porque el mundo avanza de manera implacable e inevitable, aunque sea para mal.

De momento, disfrutemos durante unos segundos de ese yatelodecíayo que nos inspira el corralito del bitcóin. Aunque olvidemos que antes hubo otros corralitos con monedas que sí entendíamos y casinos financieros tan salvajes como este arruinado de las cripto.