Riquiña Kate

Fernanda Tabarés DIRECTORA DE VOZ AUDIOVISUAL

YES

TOBY MELVILLE | REUTERS

14 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El vídeo de los últimos días lo protagoniza Kate Winslet en su versión más adorable. Una muchacha jovencísima se sienta frente a la actriz durante uno de esos interminables carruseles de entrevistas que se perpetran contra cineastas y periodistas durante la promoción de una película. La chica, una cría del canal infantil Logo!, le confiesa sus nervios ante el que va a ser su debut profesional, un comienzo que además va a compartir con una de las intérpretes más conocidas del mundo. Winslet la tranquiliza y la estimula, la invita a preguntarle todo lo que quiera y se predispone para la conversación. En apenas medio minuto, ejecuta todos los remedios del perfecto manual de autoayuda. Pero lo que más engancha del vídeo es la cara de la actriz y su mirada, la forma en la que se dirige y observa a la joven periodista, cuidadosa, cariñosa, con ese tipo de atención que hacen que te sientas la única persona viva del planeta Tierra. Y la más importante.

Es difícil saber cuánto de programación hay en la vida y en las intervenciones públicas de una actriz como Kate Winslet, si existen indicaciones previas para conseguir ser una de las tipas más impresionantes de la escena pública, si su conversación con Martha estaba preparada, pero la verdad es que da igual.

Es la misma mujer que se negó a que un ordenador le mondara la barriga en una escena de cama de la buenísima Mare of Easttown; la misma que rechazó dos veces las pruebas del cartel de la serie para que le devolvieran a su sitio las arrugas; la que en el año 2015 introdujo una cláusula en su contrato con L’Oreal que prohibía los retoques digitales en las campañas que hace para la marca, la misma señora que ha proclamado que tampoco recurrirá a la cirugía: «Va en contra de mi moral, de la manera en la que mis padres me educaron».

Winslet ha denunciado la homofobia que perdura en Hollywood; reivindica que la familia tiene la forma que a una la hace feliz; participa en una asociación que recauda fondos contra el autismo y hasta rescató de las llamas a la madre de Richard Branson cuando un incendio destruyó la mansión del millonario. Así que sí, da igual que su carrera esté dibujada con una escuadra y un cartabón. Todas queremos que alguien nos atienda como Kate Winslet a la joven Martha.