Martín Herrero hizo tres períodos de prácticas: «Las empresas disfrazan al personal de becarios para ahorrar costes»

ALEJANDRA CEBALLOS LÓPEZ / S. F.

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Tras un máster en Geopolítica, terminó haciendo prácticas en la seguridad privada de la Policía Nacional. Tuvo que hacer un segundo posgrado para acceder al trabajo que quería.

16 mar 2023 . Actualizado a las 16:30 h.

Fue demandado por no haber pagado la seguridad social el tiempo que hizo unas prácticas extracurriculares en su universidad. Sin embargo, eso no fue lo que más le molestó de las tres ocasiones en las que ha sido becario.

 Martín Javier Herrero Benavides (Madrid, 1996) hizo un doble grado en Ciencias Políticas y Sociología, y no le exigían prácticas profesionales. «Al ser una carrera de letras, con presentar el Trabajo de Fin de Grado basta», explica. Sin embargo, realizó unas actividades extras como ayudante dentro de su universidad para cobrar algún dinero. A raíz de este contrato y de no cotizar para la Seguridad Social, él y los otros estudiantes que estaban silenciosamente en la plantilla de su universidad fueron demandados. El litigio, que fue aplazado para resolverse por jurisprudencia, es solo uno de los tantos relacionados con las condiciones de los becarios en las empresas. «Son una oportunidad para tener experiencia laboral, eso es cierto. Pero también hacía más funciones de las correspondientes. El problema, muchas veces, es que las empresas disfrazan al personal de becarios para ahorrarse costes de nómina», denuncia. Sin embargo, Martín vio esta oportunidad como una entrada extra que no representaba un esfuerzo mayor.

Al terminar el grado, sin embargo, parecía obligatorio hacer un máster para acceder al mercado laboral, así que se inscribió en uno de Geopolítica. «El máster me decepcionó mucho, tanto por lo que aprendí como por el profesorado y las salidas laborales que encontré», dice.

Martín tuvo doble mala suerte, al terminar su máster estábamos en pleno confinamiento por el covid-19, así que la mayoría de las empresas no estaban recibiendo becarios. «Al final terminé haciendo prácticas en la seguridad privada de la Policía Nacional, pero no tenía nada que ver con lo que estudié, esperaba algo en investigación social. Las universidades no te dan lo que ofrecen. No te preparan en absoluto para el mercado laboral. Además te exigen mucho al entrar a cualquier máster, ¿por qué ellos no te cumplen a ti lo que prometieron?», se queja.

Como siguió un tiempo sin encontrar trabajo, decidió colegiarse y, además, trabajó realizando encuestas para investigaciones. Allí se enteró de la Fundación ANAR y decidió que era el lugar en el que quería emplearse.

 Un privilegiado

A pesar de ser el candidato ideal para el puesto, era necesario que estuviera estudiando para que pudieran contratarlo como becario en la fundación, así que comenzó su segundo máster, y en este caso tuvo más suerte. Tal como le dijeron en la Fundación ANAR, comenzó a hacer las prácticas con ellos.

Aun así, es crítico con el sistema. «Hace falta que las universidades enseñen cosas más útiles. Es importante que haya prácticas para formarte, pero debería hacerse mientras estamos estudiando, en el momento en el que todavía puedes acceder a los contactos. Cuando sales ya no le veo la misma importancia. Además, no te explican bien las oportunidades reales del mercado. Muchos de mis compañeros, terminaron dedicándose a otras cosas», dice.

A pesar del largo camino, se considera un afortunado. «Me siento un privilegiado. En febrero he firmado contrato como técnico de investigación social», cuenta. «El camino ha sido muy duro, pero estoy muy feliz donde estoy», concluye.