Más que nudismo en la playa: ellos viven sin ropa cuando pueden

Alejandra Ceballos / S. F.

YES

Hace poco, algunos socios de Naturigal se juntaron con otros miembros de colectivos portugueses en un spa en Melgaço (Portugal)
Hace poco, algunos socios de Naturigal se juntaron con otros miembros de colectivos portugueses en un spa en Melgaço (Portugal) NATURIGAL

Una tendencia en auge: se pasean sin ropa por la montaña, la playa y los spas con total naturalidad. Pertenecen a la asociación gallega de naturismo y aseguran que el nudismo les da paz. Siempre buscan lugares donde ejercer esta forma de expresión

20 mar 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Muchos pasamos por el espejo y vemos estrías, manchas o defectos que no se pueden mostrar. Algunos ven sus fotos y reparan en el tamaño de los brazos, la barriga, las piernas… lo que está bien, lo que está mal y lo que preferirían esconder. Otros, en cambio, se tumban bajo el sol desnudos, disfrutando de sus cuerpos, reconociendo que son perfectos y que no hay nada que ocultar. «No hay personas más bellas ni menos bellas», asegura Carlos Rubio, secretario de Naturigal, la asociación gallega de naturismo.

Son más de 60 personas, con edades comprendidas entre los 20 (rango donde son más escasos) hasta más de 50, donde se ubica la mayoría. Todos tienen en común que en algún momento de su vida probaron a entrar desnudos al mar y se quedaron enamorados de la sensación. Ahora se reúnen, hacen eventos, y buscan espacios donde los demás se sientan tan cómodos con sus cuerpos como ellos mismos.

Lo que hacen parece descabellado para muchos, pero es una práctica, no solo aceptada, sino legal. En 1989 se abolió la ley de escándalo público en España. Es decir, que a partir de ese momento, y en concordancia con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el nudismo, como cualquier otra forma de expresión, está permitido en la Constitución. Por lo tanto, aunque no lo haga mucha gente, tomar el sol, hacer senderismo, o nadar en los ríos desnudos, está permitido. La única excepción es el exhibicionismo, definido como «actos obscenos ante menores o personas con discapacidades mentales».

Ellos reivindican su derecho y buscan espacios en los que puedan practicar el naturismo sin molestar a nadie o sin que los molesten a ellos. Tal fue el bum de la práctica que en las islas Canarias y en Vera (Almería) se construyeron urbanizaciones enteras con fines naturistas donde, alejados de los demás, los vecinos hacen una vida completamente desnuda, al menos en verano. «Cada quien va con su bolsa, donde lleva un pareo o una toalla para sentarse. Por supuesto, tenemos nuestra higiene, pero todos van a la compra desnudos, y se pasean por el vecindario con total naturalidad», explica Carlos. En Galicia, sin embargo, no hay un interés empresarial por este colectivo, o al menos así lo expresa el secretario de la asociación, razón por la cual a veces se desplazan a Portugal, Francia o el sur de España para sentir la libertad y compartir con otros colectivos de la misma índole en otras ubicaciones geográficas, además de espacios privados como spas, balnearios, chiringuitos, cámpings y piscinas. Así lo hicieron hace poco. Se juntaron con algunos portugueses y visitaron un spa en Melgaço, donde les reservaron una franja horaria para que pudieran practicar la desnudez.

Sin embargo, Carlos reconoce que hay varias playas gallegas de tradición nudista (siete, según el directorio de Naturigal), en las que ninguna ordenanza municipal ha prohibido o restringido el naturismo, como sí se ha intentado en ayuntamientos de otras comunidades.

CUERPOS DESNUDOS

A pesar de que la ley lo permite y que Carlos, como muchos de sus compañeros, se siente muy libre al practicar el naturismo, también entiende que hay muchos tabúes alrededor de esta práctica y que no es fácil para todos. De hecho, su esposa, con quien lleva más de 30 años casado, al principio no estaba tan segura de sentirse cómoda desnudándose delante de otros, así que lo acompañaba a todos los lugares, pero ella permanecía en traje de baño cuando se trataba de las playas nudistas. Pero, «después de que se deshizo de los complejos, reconoce que está muy a gusto», explica. «En nuestros procesos de socialización, a las mujeres se nos inculcó la necesidad de ajustarnos a ciertos cánones de belleza física y cuando no los cumplimos se espera que nos ocultemos. También se ha validado socialmente que no mostremos nuestro cuerpo para evitar que los hombres se sobrepasen con nosotras. No hace falta aclarar que esta es una premisa que nos da a nosotras la responsabilidad del autocontrol de los hombres», argumenta Mónica Alzate, miembro de Naturigal.

Dentro de la asociación, sin embargo, el espacio de confianza que se crea permite que todos se sientan cómodos y protegidos entre ellos. «Estar desnudo es una libertad de cuerpo y de mente. Dejas de sentirte atado. Los que llegan nuevos, a los diez minutos se sienten cómodos», asegura Carlos. Él, a diferencia de muchos, siempre se ha sentido así. «A los 18 años lo probé. Busqué una playa alejada, en la que pudiera meterme desnudo al agua, y me gustó mucho. Desde entonces, si tengo que usar bañador en una playa, ya no me apetece tanto», dice. No divulga públicamente esta afición, pero cada vez que le preguntan, lo recomienda y ofrece consejos sobre cómo iniciarse. La asociación siempre está abierta para quienes quieran probar, aunque asegura que es más fácil intentarlo en solitario, al menos la primera vez.

Apunta que la diversidad de los cuerpos y la naturalidad de estos les permite sentirse libres. De hecho, en la federación española (FEN), con más de 2.700 socios, aseguran que no solo se trata de libertad corporal, sino también mental. «Si la ropa es una extensión de nosotros mismos, estar desnudos implica que nos sentimos cómodos con nuestra individualidad, sin modificaciones o engaños». También señalan que aumenta la autoestima tanto en hombres como mujeres al permitir la expresión del cuerpo, sin hacer ostentaciones con la vestimenta.

Muchos lo practican porque les viene natural, como a Carlos, que en cuanto lo probó se quedó enganchado, o como Mónica, a quien le viene casi de nacimiento. «En mi casa se trataba la desnudez con mucha naturalidad, pero después descubrí que no era igual en todos los hogares». Ella también describe el naturismo como una experiencia que va más allá de la corporalidad. «Puedo describirlo como la experiencia más profunda y satisfactoria para mi vida interior. Cuando estás desnuda y en contacto con la naturaleza, bien sea en el mar o caminando entre el bosque, es como si establecieras una conexión directa con la paz y la energía que nos ofrece la naturaleza. El naturismo genera un enorme bienestar físico y psicológico, nos pone en contacto con la naturaleza», puntualiza.