Marta Matos: «Los padres son los que deben estar pendientes de sus hijos en el agua, los socorristas estamos para prevenir»

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«Hay más ahogamientos en las piscinas que en las playas porque la gente se confía», indica la coordinadora de salvamento de Termaria, que da todas las claves para evitar esos sucesos. «Los niños deberían aprender a nadar a partir de los 4 años», recomienda
31 jul 2023 . Actualizado a las 14:22 h.De martes a miércoles, en tan solo 24 horas, fallecieron siete personas por ahogamiento en playas y piscinas, de los cuales tres eran niños. Este tipo de sucesos son la segunda causa de muerte entre los 5 y 14 años, según confirmó la Organización Mundial de la Salud tras el aumento de casos en los últimos meses (57 personas murieron en las aguas tan solo en el mes de junio). Las cifras asustan. La situación parece que no mejora y cada año son más los accidentes de este tipo.
Marta Matos es la coordinadora de socorristas de Termaria Casa del Agua en A Coruña. Lleva 20 años en el equipo de salvamento y también trabaja como monitora. Ella cuenta que en su vida profesional nunca ha tenido ningún susto: «La clave para evitar que pase cualquier desgracia es la prevención».
—¿Dónde suelen ocurrir más este tipo de tragedias?
—Hay más casos de ahogamientos en las piscinas que en el mar. Esto tiene su explicación. La gente es consciente de que los niños corren más peligro en las playas (hay corrientes, hay olas), por eso los padres suelen estar más pendientes, siempre pegados a la orilla vigilando. Sin embargo, en las piscinas la gente se relaja. Muchos se piensan que por tener poca profundidad y llevar manguitos no hay problema, pero aunque te pienses que no va a pasar nada, un niño se ahoga en cuestión de segundos.
—Entonces, aunque haya socorristas, ¿sigue siendo tarea del padre vigilar al niño?
—Si tú estás en una lámina de agua bastante grande, el socorrista no solo está mirando a tu hijo, tiene a otras 15 personas más a su cargo. La labor del socorrista es importante. Nosotros actuamos cuando es necesario, aunque lo primordial es no tener que llegar hasta ese punto, o sea, prevenir. Así, cuando hay alguien corriendo por la piscina, o saltando donde no se puede saltar, el socorrista advierte de lo que puede pasar si hacen eso (que se caigan, o se golpeen). Con este gesto, nunca sabes si a tus espaldas hay otro niño que necesita ayuda. El padre tiene que estar pendiente, y el socorrista advertir de lo que puede resultar peligroso.
—¿A qué edad deberían los niños aprender a nadar?
—A partir de los 4. Aunque está bien que entre el primer año y los 4 estén en contacto con el agua. En Termaria nosotros ofrecemos clases a partir de los seis meses. Pero lo que significa nadar, es decir, desplazarse por el agua, lo normal es que aprendan a esa edad. Yo recomiendo a todo el mundo que, cuando los niños cumplan un año, ya empiecen a llevarlos a piscinas. Sobre todo viviendo donde vivimos, que estamos rodeados de mar por todos lados. Por lo menos que aprendan a flotar. A los niños hay que darles confianza, pero sin que pierdan el respeto al agua. Desde temprana edad es importante que se acostumbren a avisar cuando vayan al agua.
—¿Qué hacemos en caso de que un niño se caiga al agua y se ponga nervioso?
—Hay que sacarlo del agua inmediatamente. Lo mejor es tirarle del brazo hacia afuera. Nosotros lo que hacemos cuando nos pasa algo parecido es tratarlo con humor y tranquilidad para que no coja miedo. Alguna vez que nos ha pasado, yo lo que le digo es: «No sabía que ya habías aprendido a bucear» y me río.
—Y en caso de que no llegues a tiempo, y el niño trague agua, si no tienes conocimiento sobre las prácticas de reanimación, ¿qué se debe hacer?
—Lo primero, llamar al 112 y avisar al socorrista. Nosotros lo que hacemos son las cinco insuflaciones de barrido, una técnica de reanimación que se suele utilizar cuando los niños tragan agua. De todas formas, yo recomendaría que todo el mundo tenga unas nociones básicas de primeros auxilios, y sobre todo cuando eres padre. Hoy en día hay desfibriladores en todas partes, por eso también propondría que profesores y el personal de los centros educativos, entre otros, tengan a su disposición cursos de este tipo.
—¿Es bueno el uso de los flotadores para evitar este tipo de desgracias?
—Los flotadores redondos de toda la vida yo los descartaría de inmediato. Si lo usas bien, no hay problema, pero para un niño que está jugando es muy fácil que este se dé la vuelta y se quede boca abajo. En esta posición es muy difícil que puedan girarse. Las colchonetas igual. No se trata de prohibirlos, pero hay que controlar y vigilar su uso, ya que no es un material que te ayude a flotar, como pueden ser los manguitos.
—Y en el mar, ¿qué hacemos si nos lleva la corriente?
—Antes de nada hay que hacer caso de las indicaciones de los socorristas. Normalmente, si el mar está bravo, delimitan una zona habilitada para el baño. Aun así, de nuevo repito que hay que tener precaución. Yo a mis hijas las llevo de la mano, si veo que hay mucho oleaje. ¿Si te traga una ola? Lo primero que hay que hacer es relajarse y nadar en horizontal a la costa, es decir, nunca en dirección a la arena. De esta forma, conseguirás huir de la corriente que te empuja mar adentro.
—Los adolescentes llegan a una edad en la que ya no van en compañía de los padres, pero hay casos de jóvenes de entre 13 y 17 que se confían y se lanzan a nadar como profesionales. ¿Qué recomendaciones les darías?
—Si desde niños les enseñas que deben guardar respeto al agua, van a actuar siempre con precaución. En las piscinas hay muchos casos de adolescentes que corren y se tiran a la piscina sin ningún tipo de control. Si los padres les enseñamos desde pequeños a analizar el estado del terreno antes de lanzarse al mar o a la piscina (dónde hay más profundidad, si el borde resbala) ya lo tendrán interiorizado de mayores. También aconsejo que se pongan siempre cerca del socorrista, así, si hay cualquier problema, se puede actuar cuanto antes.