Casi nadie se llama como ellas: «Yo soy España» y «yo, Galiza»

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CEDIDA

Sus nombres no son muy comunes y todos hacen referencia a un territorio. Ahora se han puesto de moda. España, Asia, Orlando, Florencia y Galiza cuentan cómo han marcado la diferencia

11 sep 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Me llamo España como mi madre»

España. Podríamos hablar de un montón de cosas acerca de este país de la península Ibérica compuesto por nada más y nada menos que 17 comunidades, pero la protagonista en esta historia es otra. España es una mujer y es de Murcia. Dicho así suena un poco enrevesado. Esta es España, una joven de 26 años que en su DNI tiene el nombre del país multiplicado por dos. Debe ser de las pocas personas a las que su apelativo le figura hasta en dos ocasiones en todo el carné de documentación: arriba a la izquierda en grande como título del reino en cuestión, y a la derecha de la foto debajo de los apellidos. No se repite una tercera ocasión porque, aunque a su madre la conozcan como España, el cura no le dio permiso a la abuela para ponerle ese nombre.

La joven nació en Murcia, pero actualmente vive en Madrid. Estudió márketing y trabaja en una empresa de publicidad creativa. «Me pusieron este nombre, como el de mi madre», explica. Sin embargo, el nombre oficial de su progenitora es María Pilar. «Cuando mi abuela bautizó a mi madre, en la iglesia no permitían poner apelativos que no tuvieran un santo», explica. De ahí que escogiera María Pilar, con santo el 12 de octubre, el día de la Hispanidad. Sin embargo, a pesar de figurar en el DNI con el título bautismal, no hay nadie que la llame así, para todos su madre es conocida como España. La joven tiene otros dos hermanos mayores, Cynthia y Christian. No fue hasta que llegó España cuando la madre decidió quitarse la espinita y ponerle el nombre que le hubiera gustado a la abuela darle a ella. «La verdad que no sé por qué mi abuela tenía tanta ansia por llamarle a su hija así», reconoce.

En Murcia, los vecinos ya tenían interiorizado que España también era una persona. No llamaba tanto la atención porque venía sonando de otras generaciones. Sin embargo, en Madrid nadie se había topado con algo igual, y eso que en la capital raro es lo que no se haya visto ya. España llamó la atención de todos los nuevos conocidos. «Siempre que me presento a alguien nuevo me preguntan: “¿En serio te llamas España? Nunca lo había escuchado”. Lo de que es la primera vez que lo oyen me lo dicen sin parar», explica. Bien es cierto que no es fácil encontrarse con una España en persona. Por eso es algo recurrente como tema de conversación para los demás. Algo que con el tiempo termina siendo demasiado repetitivo.

«HACERME LA SIMPÁTICA»

Para España a veces es un tanto agotador que le estén preguntando continuamente por su nombre: «Tengo una personalidad un poco más fuerte por llamarme así». Ella misma lo trata con humor, de hecho, confiesa que a veces es ella la que saca el tema para romper el hielo: «Todos los días me presentan a alguien, en Madrid cada día conoces a una persona nueva». Las preguntas y los comentarios acerca de su denominación ya se han convertido en rutina. Es algo que lleva acarreando toda la vida, pero, por eso mismo, trata de sacarle el lado bueno al asunto.

«Yo estoy un poco loca, y ya si le sumamos que tengo este nombre, es inevitable que a la gente no le llame la atención», explica. Sin quererlo destaca en todos los sentidos. Eso sí, reconoce que a veces se siente obligada a «hacerse la simpática». Hay momentos en los que las preguntas referentes a la región y su supuesta vinculación con el país hacen que se le active el nervio del ojo y el párpado le comience a temblar. España en esos casos finge interés por no ser maleducada: «Si pido un Uber o un Bolt siempre es objeto de conversación. Dure lo que dure el viaje, solo hablamos de eso», añade.

 «Mis padres se conocieron en Orlando con 18 años»

Orlando no es un nombre escogido al azar. Sí, es lo que estás pensando, procede de Orlando, la ciudad situada en el centro de Florida, en los Estados Unidos. Sus padres quisieron bautizarlo así adrede. Pero, ¿a qué viene que dos canarios quisieran ponerle el nombre a su hijo de una ciudad que está en la otra punta del mapa? No es ninguna casualidad. La madre es de Tenerife y el padre de Gran Canaria. Antes de conocerse, ni si quiera habían coincidido dentro de las islas. Menos mal que el destino puso de su parte para que estas dos vidas se cruzaran. Los dos habían viajado a Norteamérica por el viaje de fin de curso. Orlando es conocida mundialmente por sus parques de atracciones. De ahí, que entre en la lista de los destinos a elegir por los alumnos para los viajes de fin de curso. Fue en uno de esos recintos temáticos donde sus caminos se cruzaron.

Los padres de Orlando tenían tan solo 18 años cuando se conocieron en aquella excursión. A la vuelta a Canarias cada uno volvió a sus respectivas islas. Esos pocos kilómetros entre los dos archipiélagos no iban a ser suficientes como para romper lo que se había construido a tantos kilómetros de distancia. Años más tarde, la madre de Orlando se mudó a Gran Canaria, a la casa en la que criarían a su futuro hijo. «Mi nombre es una especie de acto simbólico para recordar la forma en la que se unieron y se conocieron mis padres», explica Orlando. Es decir, bautizaron a su hijo en homenaje al lugar en el que surgió el amor.

Actualmente, el joven tiene 24 años y, a pesar de haber nacido en Gran Canaria, ahora mismo vive en Huesca por trabajo. Es ingeniero, su puesto es de técnico de obra, y en la empresa es el único Orlando que figura como empleado. No es muy habitual encontrarte con ese nombre, por lo que a veces sus compañeros y amigos bromean con las comparativas con otros apelativos: «Orlando tomate, Orlando como el pienso, la ciudad, Orlando Bloom, Orlando Rent a Car». «Las más típicas son Orlando, el tomate, y Orlando Bloom», confiesa. Cargar con esas atribuciones puede resultar un poco cansino a veces: «Tal vez me hubiese gustado más otro nombre, pero, bueno, es original». Al fin y al cabo no es algo que se elija. Podría cambiarse el nombre si quisiera, pero ¿por qué? Fue un detalle muy bonito por parte de sus padres el querer recordar la forma en la que se conocieron a través de él.

«No he estado en Orlando, pero tenemos planeado un viaje en familia para ir al parque de atracciones donde se conocieron», añade. Esperemos ver una foto de Orlando en Orlando algún día.

«Le gustaban las películas de terror y me puso Asia»

Dario Argento, director de cine italiano, puso a su hija el nombre de Asia. La pequeña solía salir en las películas de terror del padre. La vida de esta familia llamó la atención de otro italiano que creció enamorado de los filmes del director. Y como no podía ser menos, por el amor que sentía este padre por las creaciones de este, bautizó también a su hija como Asia.

«Mi nombre me lo puso mi padre, y no porque le gustara el continente, sino porque tenía claro que si algún día tenía una hija le iba a llamar Asia, como la protagonista de sus películas de miedo favoritas», explica esta joven coruñesa. Sueño cumplido. Asia ya tenía nombre antes de existir. Esta joven de 21 años estudia Diseño de Moda en A Coruña. La verdad es que su nombre es digno de una firma de alta costura: Asia Fiacconi.

La familia paterna es del norte de Italia, cerca de Bolonia. Mientras que la materna es gallega, de A Coruña. Coincidieron en un viaje del padre a España, y desde entonces, hasta día de hoy, la llama del amor sigue prendida. Asia puso el broche de oro en esta alianza.

«Me gusta mucho mi nombre, la verdad es que no me lo cambiaría por nada del mundo», explica Asia. Para ella llamarse así es un privilegio. «Es exótico y gusta mucho a la gente. Me encanta ver la reacción de los demás, normalmente son elogios», confiesa.

El apelativo de Asia es más común que los demás. Aunque al escucharlo se te venga a la mente el continente asiático, no es raro relacionarlo también con personas. Sin embargo, cuando en el colegio les tocó estudiar los continentes, a sus compañeros les resultó gracioso hacer referencias hacia ella. «De niña me frustraba con este tipo de bromas, pero eran cosas de niños», reconoce.

Y a pesar de las alusiones, Asia nunca ha estado en el continente tocayo. «Ni siquiera me he visto en la situación de presentarme con ningún asiático», concluye riendo.

«Me llamo Galiza y estoy enamorada de mi tierra»

Tanto era el amor de un matrimonio gallego por su tierra que decidieron ponerle de nombre a su hija Galiza. El padre, con apellido Villaverde, fue el de la idea. Hoy, esa misma Galiza tiene 42 años y vive en A Coruña, donde también vive enamorada de la ciudad en la que cada vez se hacen más fuertes sus raíces. El árbol genealógico de la familia es un roble. Las últimas incorporaciones fueron las de esta madre de 42 años con sus dos hijos, Aitor y Ainara. Cada vez que un miembro más nace en estas tierras se hace más intenso el cariño que siente la familia por sus orígenes.

«La gente me llama Gali porque es más cómodo y más corto, pero en realidad me gustan ambos, tanto Galiza como Gali», reconoce la coruñesa. Raro es el gallego al que no le guste el nombre. A pesar de que a los demás les encante, no es habitual escucharlo. Galiza confiesa que todavía hay gente que se sorprende al oírlo, o que ni siquiera se cree que lleve ese apelativo escrito en el DNI: «Tengo que repetirlo varias veces porque de primeras suena extraño».

Con este nombre, Galiza podría llevar el cargo de «embajadora» de la comunidad por todo el mundo. «Embajadora no sé, pero que presumo de esta tierra allá donde voy es una realidad», confiesa. La coruñesa se ha dado cuenta de que a medida que han pasado los años se hacía más extraño el llamarse así. De hecho, de pequeña, dice que creía que tenía un apelativo como otro cualquiera. Para ella entre Galiza y María no había distinción. Sin embargo, con los años cada vez le choca más a la gente, y tiene que repetirlo porque es difícil de creer. «Hay muchos vaciles sobre mi nombre. Por si fuera poco, mi primer apellido es Villaverde, así que os podéis imaginar», explica entre risas.

A Galiza, sobre todo la confunden con Alicia: «Casi siempre que llamo por teléfono». Nadie se imagina que tenga la suerte de llevar su nombre como bandera.

«Me sentía incómoda con mi nombre y pedí cambiármelo»

Florencia es uruguaya y vive en Formentera. Nunca ha estado en la capital de la región de la Toscana (Italia), pero confiesa que es algo que no se perdona y que está en su wishlist de destinos para visitar. La joven tiene 26 años y trabaja en hostelería en las islas Baleares. Fue de isla en isla. Antes de irse a Formentera pasó su niñez en Tenerife.

Florencia nació en un barrio pequeño de Montevideo, en Uruguay. Ahí vivió hasta los seis años, cuando emigró con sus padres a Canarias. «Pasé mi niñez en el sur de Tenerife unos 15 años, pero ahora mi base está en Formentera», explica. Confiesa que no fue fácil presentarse al principio: «La verdad es que, al ser una niña uruguaya, en España me sentía bastante incómoda con mi nombre, tanto, que le pedí a mi madre cambiármelo». Menos mal que eso no sucedió. Florencia explica que más allá de Latinoamérica, su nombre no es muy común, aquí la gente no está acostumbrada a escucharlo. «Cuando me presento me resigno simplemente a decir que me llamo Flor», reconoce.

«Florencia solo me lo llama mi madre cuando está enfadada o las personas que necesitan saber mi nombre completo para trámites burocráticos», apunta. Para todos los demás es reconocida como Flor. No es porque no le guste su nombre: «A día de hoy puedo decir que me encanta llamarme así, y más aún cuando me cruzo con otras Florencias por el mundo». Sin embargo, desde pequeña se quedó con el diminutivo, y así lo tiene asimilado la gente más cercana a ella.

Bruno Santiago

Sus progenitores tenían claro el nombre nada más enterarse del embarazo: Bruno Santiago, si era niño, y Florencia, si era niña. «Mis padres habían llegado a ese acuerdo. Mi madre era la que quería ponerme Florencia, y mi padre había escogido el otro en caso de que fuera varón». Estuvieron nueve meses barajando esas dos opciones. No quisieron desvelar el sexo hasta el día del nacimiento. No fue hasta aquel 27 de diciembre de 1998 cuando les dieron la gran noticia de que había llegado al mundo una maravillosa bebé llamada Florencia.

«No tengo muy claro su significado, ni si mi madre lo escogió por eso, pero es algo como ‘mujer bonita’», argumenta la joven. Lo que está claro es que el origen etimológico procede del latín y significa ‘cualidad de la que florece’». El nombre y apellido de la joven son italianos: Florencia Mazziotta. «Nunca he estado en Florencia ni en Italia, a pesar de tener raíces de allí, cosa que no me perdono», añade.

Aunque se le conozca como Flor, ella está muy contenta con su nombre, Florencia. Y no se lo cambiaría por nada.