Un año del atropello de Christian: «Solo le daban unas horas de vida»

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Hace ahora un año que un coche lo atropelló cuando iba en bicicleta al volver de un entrenamiento. El impacto fue tal que las primeras horas fueron críticas. Desde entonces ha pasado por cinco operaciones y aún no ha terminado

26 ene 2024 . Actualizado a las 20:33 h.

Tal día como este viernes, 26 de enero, pero del año pasado, Christian casi pierde la vida. Fueron apenas unos segundos en los que el guion de su vida dio un giro radical. Su cuerpo se quedó tirado en la cuneta de la carretera a escasos metros de su casa cuando volvía de un entrenamiento de fútbol. Este chico, de apenas 13 años y vecino de Vitoria, iba en bicicleta y había decidido cruzar por un paso de peatones, pero un coche lo atropelló provocándole fracturas en diversas partes de su cuerpo, la más grave en la cabeza, y una hemorragia interna. Su pronóstico era crítico. Desde entonces, ha pasado ya por cinco operaciones, y no será la última, pero su ánimo y su actitud siguen intactas. Él sigue soñando con volver a jugar a fútbol.

«Ese día Christian entrenaba al fútbol y salía a las ocho. Como mucho tarda 15 minutos en llegar a casa. Pero ya eran las 20.30 horas y él aún no había llegado. Entonces decidí llamar al conserje del pabellón para ver si ya había salido. Le pregunté si lo había visto. Me dijo que su bicicleta ya no estaba y que acababa de recibir un mensaje de que habían atropellado a un chico cerca de allí. Ahí ya me desplomé. Las piernas no me respondían y empecé a gritar que le había pasado algo, que lo había cogido un coche», cuenta Derly Romero, su madre, aún con la herida a flor de piel, porque todavía está todo muy presente.

«Mi primera sensación fue que me lo habían matado porque por ahí pasan a mucha velocidad los coches. Entonces, ya cuando salíamos de casa con su padre y sus hermanas, llegó un policía a casa. Nos dijo que estaba muy grave, que lo llevaban al hospital y que se había dado un golpe muy fuerte en la cabeza. Tenía también rota la pierna y que nos fuéramos para allá», cuenta su madre con angustia. Cuando llegaron ya estaban los médicos en la ambulancia atendiéndolo y estabilizándolo para trasladarlo al hospital: «Tenía fractura en el cráneo, en los parietales. También, en el esternón y todo el lado izquierdo de su cuerpo, que es donde él recibe el golpe: el fémur, el codo lo tenía destrozado y, luego, tuvo un sangrado en el abdomen y en el pulmón. Lo llevaron a la uci y allí ya nos comentaron que le tuvieron que poner un sensor en la cabeza. Nos dijeron que estaba crítico, que era cuestión de horas. Esa es la peor noticia que te pueden dar. Es horrible. Lo único que sientes es miedo porque ves que se te va a ir».

Toda la noche

La angustia de las primeras horas no se la desea a nadie: «No habían podido localizar el sangrado del abdomen y le hicieron varias pruebas. También le estabilizaron la pierna, pero no podían operársela, tampoco el brazo, porque estaba muy grave. Así que imagínate cómo estábamos». Y critica que los enviaran a casa en esas circunstancias. «Eso también es horrible. Deberían cambiar el protocolo porque, imagínate, si se te muere allí, ni siquiera puedes darle la mano o estar con él. Te mandan a casa y te dicen que te avisan por una llamada. Es decir, si no se pone más grave, no te llaman. Y si empeora y hay que intervenirlo, te llaman...», aclara. Así que llegaron a casa y lo único que pudieron hacer fue pedir un milagro: «Lo que hicimos fue arrodillarnos en su cama y rezar. Pidiéndole a Dios un milagro. Somos creyentes y le rogábamos que, por favor, salvara la vida. A las ocho de la mañana ya nos volvimos al hospital y nos dejaron verle. Estaba grave, pero estable, la presión de la cabeza no había subido y eso les permitía operarle el cráneo de urgencia. Pero aun así, seguía muy grave. Estuvo así tres días. Otro problema que teníamos también era que no tenían un clavo para operarle la pierna de su envergadura y altura. Lo tuvieron que pedir a otra ciudad. Porque para lo joven que es, mide 1,73 metros. Es muy alto. Solo había de adulto, pero ese no se lo podían poner, porque dependía de su peso y de su cuerpo».

Tal fue el impacto que recibió al atropellarlo que, según cuenta Derly, el coche lo lanzó a 23 metros de donde se produjo el accidente. Una vez que salió de la uci comenzó su particular vía crucis con las operaciones: «La primera fue ponerle un sensor en la cabeza. Luego, le operaron de la pierna porque los médicos estaban muy preocupados. Había muchísimo sangrado interno y no sabían si era de ahí o del abdomen. Y una vez que lo operaron, el sangrado fue desapareciendo.También fue intervenido del brazo. Esas fueron las tres primeras». Y cuenta que ahora está pendiente de otra nueva intervención: «Le van a operar también la pierna derecha para poder igualársela a la izquierda. La fractura del golpe hizo que se le recortase el fémur izquierdo en tres centímetros. Entonces, le quedaría una cojera muy grande y también sufriría su cadera. Nos han explicado que van a detener el crecimiento de la otra pierna para que se le igualen las dos».

Desde que salió del hospital, Christian ha tenido muchos problemas para caminar: «Y lo que ha tenido que soportar en este tiempo, porque el clavo de la pierna no tenía la medida exacta para él, le sobraba bastante y eso le hizo mucho daño en el glúteo. No puede estar muchas horas sentado, tampoco caminando. Lo ha pasado muy mal, con mucho dolor en las piernas y calambres. Pero, bueno, tenemos el aliciente de que cuando le saquen el clavo, esperemos que se vayan yendo esos dolores». Su madre también cuenta que el brazo «ahora es funcional, pero le quedó totalmente torcido». «No sabemos todavía qué lesión le va a quedar ahí porque, por ejemplo, los calcetines no se los puede poner él solo», comenta.

A pesar de todo este periplo, Christian no desiste en su empeño de ponerse bien: «Anímicamente está fuerte. Siempre ha sido un niño fuerte y muy autónomo. Pero, los dos primeros meses lo pasó muy mal, fue horrible. Había que darle de comer, llevarlo al fisio, meterlo en la ducha... porque la pierna y el brazo los tenía muy mal. Fue un trago muy duro, pero le dijimos que tenía que centrarse en recuperarse y que contaba con la ayuda de sus padres y hermanos. Que lo íbamos a pelear. Y así fuimos día a día. Yo le puse vídeos de Irene Villa y ha conocido su historia. Ella también lo afrontó con su edad y todo ha sido un poco así», asegura.

Actitud positiva

«No bajo la cabeza. Cada vez estoy mejor. Y quiero verme ya recuperado y jugando al fútbol», asegura decidido este chaval de 14 años, que aún no ha podido volver al instituto: «Todos me animan. Sobre todo, mi familia. Pero también mis amigos me echan de menos. Me esperan para jugar al fútbol y tienen ganas de verme». Eso sí, reconoce cierta desilusión por tener que seguir pasando por quirófano: «Pensaba que la del otro día era la última operación». A pesar de ello, sus ilusiones siguen intactas. «Mi opción número uno sigue siendo ser futbolista», confiesa sobre sus sueños a largo plazo. Y todos los que lo conocen saben que lo logrará. No tienen duda de ello. Sería la justa recompensa a tanto sufrimiento.