Kris Kristofferson, el cantante que triunfó gracias a su helicóptero

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Músico y actor de culto, este expiloto consiguió hacerse hueco en la industria de una forma muy loca: aterrizó un helicóptero en el jardín de Johnny Cash

29 may 2024 . Actualizado a las 09:26 h.

Kris Kristofferson es una leyenda de la vaquería cantarina. Uno de los grandes rostros del country, ahí arriba con Johnny Cash, Willie Nelson, John Denver, Kenny Rogers y alguno más. Y no solo eso. También es un actor de culto. Protagonista en filmes de Sam Peckinpah (Pat Garret & Billy el niño y Convoy), Martin Scorsese (Alicia ya no vive aquí) y Michael Cimino (La puerta del cielo).

A pesar de los muchos logros de este genio del ronquido melódico, lo más extraordinario de su andadura es, seguramente, cómo comenzó. Con un movimiento arriesgadísimo que lo mismo podría haber acabado en triunfo que en cárcel —por suerte, no fue lo segundo—. Empecemos por el principio (una manía sanísima). Un muchacho de mirada profunda que fregaba suelos.

El joven Kris Kristofferson —que, en su etapa como militar, llegó a lucir galones de capitán— se encontraba a la deriva. Navegaba un mar de alcohol y vicios. Sus mayores aspiraciones hasta aquel momento habían sido literarias, no musicales. De hecho, se le llegó a ofrecer un puesto como profesor de literatura dentro del ejército. Lo rechazó. A pesar de sus dificultades para encontrarse a sí mismo, tenía claro que quería retornar a la vida civil. Para disgusto de su padre, un rectísimo general de División que consideraba a su hijo un vago. Una desgracia. Un descarriado. Un hippie. Y (esto era, seguramente, lo más doloroso) un melenudo.

Se mudó Kris con su confusión a Nashville (Tennessee), meca del country. Un poco para ver qué se cocía por ahí. Tenía la idea de ser letrista o algo por el estilo, pues él era escritor antes que ninguna otra cosa. No se creía con talento suficiente para ponerle voz a sus propios temas —en una ocasión dijo de sí mismo que cantaba «como una rana»—. Malvivió durante un tiempo con un trabajo precario que, sin embargo, le permitía estar muy cerca de sus ídolos. Era el conserje del estudio de grabación de la CBS. Entre fregonas y bolsas de basura, vislumbró por primera vez, de lejos, eso sí, los perfiles dorados de Johnny Cash, Bob Dylan o Tom T. Hall. Pero nadie se lo tomaba todavía demasiado en serio como aspirante a escalar en el entramado de la industria. Al fin y al cabo, todos lo veían como poco más que un muchachillo que, aunque salado, era, a fin de cuentas, el conserje.

Sus conocimientos como exmilitar le abrieron las puertas de otro trabajo más pintoresco. Durante un tiempo, se dedicó a pilotar un helicóptero para una plataforma petrolífera. Cuenta la leyenda que en más de una ocasión se lanzó a los aires completamente borracho. Algo que, de hecho, explicaría que reuniera la bemolada para hacer lo que hizo. Cansado de tener que conquistar los dólares con oficios que nada tenían que ver con sus elevados instintos artísticos, se desvió un día de su ruta aérea habitual. De un salto (de hélice) se plantó, sin aviso previo ni invitación alguna en, atención, el jardín de la casa de Johnny Cash. El cantante, entendiblemente, lo flipó. Pero la más contrariada por la excéntrica invasión fue la mujer, June Carter, que salió gritando convencida de que el tipo del helicóptero debía ser algún fan con un tornillo de menos.

Pero ya no había vuelta atrás, así que se apeó Kristofferson de su montura guitarra en mano. Cash le advirtió que, si no se iba volando por donde había venido, saldría de allí en el asiento trasero de un coche patrulla. Pero Kris tenía una misión. Necesitaba un minuto, no más. Un minuto del tiempo y de las orejas de Johnny Cash —que tampoco es una petición menor—. Así que se puso cantar probablemente con el pensamiento de que era ahora o nunca. Tocó Sunday Morning Coming Down, una canción que hoy, con el paso de las décadas, ha acabado siendo considerada una de las grandes obras maestras de Kristofferson. La furia de Cash se tornó de pronto en interés. Así que invitó al lunático del helicóptero a pasar al salón —o al porche, no se tienen tantos datos de lo ocurrido—.

El resto es historia. Cash interpretaría poco después una versión de Sunday Morning Coming Down en su programa de televisión. Y trabó una íntima relación con Kristofferson, que a partir de aquel episodio comenzó a abrirse paso meteóricamente en la escena musical. Incluso llegaron a tener una banda juntos, The Highwaymen, que completaban Willie Nelson y Waylon Jennings. Prueba de que, a veces, si la vida te da un helicóptero, hay que aterrizarlo en el jardín de tu ídolo.