Viajar (ya) está sobrevalorado

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MABEL RODRÍGUEZ

30 jul 2024 . Actualizado a las 19:37 h.

Hasta ayer mismo, el hecho de viajar era una de las experiencias más ricas a las que podías someterte como ser humano. Cualquier manual básico de recopilación de frases famosas constata la importancia que para los intelectuales más inspirados ha tenido el impulso de abandonar la casa y lanzarse al mundo. Zola dijo que «nada desarrolla tanto la inteligencia como viajar»; Mark Twain que «se tiene que viajar para aprender»; Ray Bradbury nos instó a hacer las maletas porque «el mundo es más fantástico que cualquier sueño»; Susan Sontag reconocía que no había estado en todas partes, «pero están en mi lista» y Aldous Huxley, que «viajar es descubrir que todos están equivocados acerca de otros países».

Cada biografía está marcada por un primer viaje en avión, por una primera aventura lejos de la cuerda paterna, por descubrir que hay ciudades que huelen a almizcle, por comprobar que lo que contaba Woody Allen era cierto, por pasarlo fatal con el calor de Roma, por volver siempre a casa mejor de lo que te habías ido, incluso por aceptar que lo que nos gusta no es viajar, sino haber viajado.

Pero algo ha cambiado en nuestra vocación trashumante desde que el viaje se ha convertido en una batalla por conquistar el centímetro que dejan libre los otros millones de personas que, como una misma, han obedecido a quienes nos convencieron de que había que salir fuera para averiguar qué es lo que teníamos dentro. El viaje es ahora una cuestión de colas, muchas veces un absurdo en el que tu aventura coincide en el espacio y en el tiempo con la de varios miles de personas más que, probablemente como tú, buscan una experiencia única de la que volverán mejores. Los viajeros somos hoy hordas a las que hay que poner coto por su instinto depredador. Lo saben en Barcelona; en el Albaicín de Granada; en Peñíscola, en donde por cada aborigen reciben cada verano a 25 personas; en Roma, que cada año soporta a 15 millones de turistas; en Tailandia, en donde se han cerrado islas por saturación de visitantes…

En breve, los asertos de los escritores sobre viajes transcurrirán en el tramo que va del salón al retrete.