La odisea de ir a trabajar por la AP-9: «Sae case máis barato ir a Londres»

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Adrián Baúlde

Ellos sortean la autopista. Ya hay quien evita el peaje todo lo que puede, a pesar de tener que hacer más kilómetros, asumir más tráfico y tardar más. «Llevo 18 años sin ir a diario por ahí», dice José Luis

30 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Son muchos los trabajadores que se tienen que desplazar por el eje atlántico todos los días para cumplir con sus obligaciones laborales. Van desde Vigo a Santiago, de Pontevedra a Santiago, de Caldas a Coruña y viceversa... las variables son numerosas. Para muchos de ellos, el tren y el autobús serían una opción magnífica si tuvieran horarios, frecuencias y plazas acordes a la demanda. Pero muchos trabajadores se tienen que buscar la vida como pueden para evitar que el trayecto que los lleva al trabajo se convierta en casi un impuesto revolucionario y un gasto totalmente inasumible.

Así no es de extrañar que muchos opten por no pisar una de las autopistas más caras de España (AP-9), salvo causa de fuerza mayor. Es su forma de rebelarse ante lo que consideran un abuso, con unas tarifas totalmente desorbitadas, al ser el único vial con dos carriles que vertebra el eje atlántico gallego. Incluso prefieren tardar más tiempo y asumir más tráfico a tener que pasar por una carretera que les penaliza por ir a las principales ciudades de Galicia.

Uno de esos trabajadores es José Luis Vázquez Vidal —el segundo por la derecha en la imagen—, que, junto con sus compañeros de la banda municipal de Santiago, ni se plantea ir por la AP-9, salvo que no le quede más remedio. «Yo entré en el 98 en la banda y hubo una época que íbamos por la autopista, pero empezamos a echar cuentas y no nos salían», relata este trabajador, que se turna con varios compañeros para compartir los gastos de la gasolina. «Somos cuatro y cada día lleva uno el coche. Nos unimos en Caldas, porque dos compañeros vienen de Sanxenxo, yo soy de Caldas y otro de Portas», cuenta. Y dice que lleva haciéndolo así mucho tiempo: «Llevaré más de 18 años sin ir por la autopista a diario. Al principio íbamos por Padrón, pero había días que cogíamos el mercadillo, porque también trabajamos los domingos, y aquello era infumable. Entonces fue cuando decidimos ir por la autopista. Fueron los dos o tres primeros años, pero vimos que era carísimo y también empezamos a llevarnos sustos de tráfico, así que decidimos volver a ir por carretera». «Ahora lo que hacemos es ir por Cuntis y la zona de Pontevea hasta Santiago. Salimos a las 8.45 horas de Caldas y a las 9.20 o 9.30 horas estamos en el Auditorio de Galicia, que es donde trabajamos. Tardamos más, pero lo preferimos así. Vamos tranquilos y a menos velocidad, porque de la otra manera al ir más rápido también consumes más, además del peaje», comenta.

En otros viales

Además de tener que pagar un precio que considera excesivo, para él la AP-9 no es un ejemplo de seguridad vial, precisamente: «Los mayores sustos los hemos tenido en la autopista. En el tramo que hicieron nuevo a Santiago, cada vez que llueve hay unas balsas de agua tremendas. Hasta nos tuvimos que apartar para la cuneta para no colisionar. Hemos pasado mil y una vicisitudes. Otra vez había un carril cortado con conos y un camión le pegó a uno y nos dio a nosotros con él en el coche». Así que José Luis prefiere tardar más, y asumir el riesgo de los radares de tráfico, antes que usar la AP-9 a diario. «Pero como vamos respetando la velocidad y las señales, pues ya está. Preferimos ir más lentos», dice.

José Luis no es nada optimista sobre una futura liberalización de la AP-9. Más bien todo lo contrario: «Sabe Dios quién está detrás de todo. Por eso no interesa quitar esa concesión y que sea algo libre. Todo funciona así. Se suponía que se iba a liberalizar con el apoyo a la investidura de Sánchez, ¿tú lo ves? Mi padre siempre decía que había que mantener a los de traje y corbata. ¿Cómo? Pues a base de pagar. ¿Quiénes? Pues los que curramos todos los días. Porque si no fuera así, ¿qué problema hay en decir que se acabó pagar los peajes y que sea gratis?».

Otro de los aspectos que destaca este músico de Caldas es el estado de la red de carreteras. «Están en unas condiciones nefastas. Ahora mismo si vas por una comarcal o nacional, hay baches, socavones... Vete a Vigo por Redondela. Por Santa Cristina de Cobres más o menos la arreglaron, pero vete por Redondela y por Arcade, da pena. Porque no les interesa que vayas por allí, lo que quieren es que cojas Rande. Esa es mi opinión. Hay mucha gente comiendo de la autopista», añade.

El hijo mayor de José Luis también trabaja en A Coruña y según cuenta tampoco se plantea usar la autopista los fines de semana para ir a casa o cuando tiene alguna actuación por la zona —él también es músico—. Siempre va por carretera, igual que su padre. En cambio, el mediano tuvo que hacer varios desplazamientos por motivos laborales el mes pasado y se vio obligado a usar la autopista: «Pagué casi 200 euros en peajes».

Hasta A Coruña

Otro de los que intentan evitar al máximo la autopista es Adrián Silva. Este vecino de Barro tiene que acudir, al menos cuatro veces a la semana a A Coruña por motivos de trabajo. Y lo que hace para evitar pagar menos es combinar un tramo de carretera con otro de autopista. Es en Santiago donde coge el vial de pago: «Agora mesmo é certo que estou aproveitando tamén o tema do tren, pero aínda así, unha ou dúas veces á semana non hai quen me quite de ir en coche. Levo así moitos anos. Creo que máis de oito», comenta. Reconoce que el hecho de sortear la AP-9 se debe exclusivamente a un tema económico. «Con todas as subas anuais... moitas veces o teño falado con compañeiros e xente que tamén fai ese traxecto e todos coincidimos en que case sae máis barato traballar en Londres que ir pola AP-9 desde Pontevedra á Coruña ou desde Vigo. Hai billetes máis baratos para ir de Santiago a Londres», dice.

Adrián considera un «abuso» las tarifas que se pagan por circular por ese vial. «É algo realmente desorbitado. Sobre todo, nunha infraestrutura tan esencial para a mobilidade» y considera que ya debería estar liberalizada. «Eu vou pola estrada o tramo de Barro a Santiago. Despois non me queda máis que ir pola autoestrada, porque se vas pola estrada colles moitos núcleos urbanos: Ordes, Sigüeiro... e perdo moito tempo se hai tráfico. En cambio, de Barro a Santiago o que me supón pola estrada son dez minutos máis. E por eses dez minutos pagas case seis euros. Paréceme unha barbaridade», asegura.

Explica que cuando va cuatro días a la semana en coche a A Coruña, el gasto solo en autopista son «cento e pico euros, á parte a gasolina, polo que supero os 200 euros ao mes só en moverme. É unha cota mensual, unha hipoteca das de antes». Tanto es así que ya optó por cambiar su coche por uno eléctrico para reducir el gasto. Además, considera que este sobrecoste no afecta solamente a los trabajadores, también a las empresas: «É unha vía principal, onde se move unha cantidade enorme de xente en torno a ese eixo, de norte a sur e de sur a norte. E supón unha carga económica non só para o usuario e o traballador, que é evidente. Incluso para as empresas. É unha falta de competitividade. Se o vial é libre, tamén iso pode repercutir economicamente e positivamente para moitas persoas». Al contrario que José Luis, Adrián se siente esperanzado de que algún día los peajes desaparezcan de la autopista. «Son positivo por natureza, pero a esperanza téñoa posta nos tribunais europeos máis que noutras cuestións. Evidentemente, é unha cuestión política querer liberalizar a autopista como xa se fixo noutras partes do Estado».