Los abusos del derecho de admisión en las discotecas: «Íbamos arregladas y el portero no nos dejó entrar porque debíamos ir más pijas»
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¡Tú no pasas! Te preparas para salir de fiesta, llegas a la puerta de la discoteca y el portero te impide la entrada. Las abogadas Lucía Silvoso y Alejandra Rodríguez explican cómo debe funcionar el derecho de admisión y responden a los testimonios de cinco jóvenes a los que se les impidió acceder a locales de ocio nocturno
06 dic 2024 . Actualizado a las 12:32 h.Ya lo dijo El Canto del Loco hace casi 20 años: «Quiero entrar en tu garito con zapatillas y que no me miren mal al pasar». Seguramente Dani Martín y sus compañeros de grupo se dieron en las narices con el famoso derecho de admisión. Pero ¿qué es y cómo deberían utilizarlo correctamente los locales?
«El derecho de admisión es una facultad que tiene el propietario de un establecimiento para determinar cómo o en qué condiciones va a ser el acceso y la permanencia en su local. En Galicia la competencia es exclusiva, se determina por legislación autonómica y, en concreto, es atribución legal. ¿Qué pasa? Que esa atribución legal no conlleva el que sea totalmente personal o aleatorio el que el propietario del negocio impida el acceso o la permanencia en su negocio. Porque mínimamente tiene que cumplir una serie de requisitos y, además, no puede discriminar por cuestiones de sexo, de raza, de religión, de orientación sexual, por discapacidad o cualquier circunstancia que atente a un derecho fundamental», explica la abogada Lucía Silvoso.
Hace pocos días se hacía viral en TikTok un vídeo de unas chicas que no pudieron acceder a una sala de A Coruña por su forma de vestir. Una de ellas contaba lo que les habían dicho en la puerta: ‘Tenéis que venir como niñas pijas. Como venís con escote, no podéis pasar’. Preguntados por ese caso, desde el local no han querido entrar en el tema. Sin embargo, algo parecido le ocurrió a Ana cuando salió de fiesta una noche por la misma zona. «Hay porteros que pasan más, pero otros parece que hasta les gusta buscar follón. Entiendo que hay gente pesada de fiesta y que discutan, pero en este caso, el portero se encaró con mi amiga. Cuando ella le pidió explicaciones de por qué no nos dejaba pasar le contestó que no íbamos vestidas apropiadamente. Mi amiga le respondió: ‘¿Y cómo tenemos que venir vestidas apropiadamente?’. Entonces el portero le espetó: ‘Más pijas’», relata. Además describe cómo iban vestidas aquella noche. «Llevábamos unos vaqueros oscuros de estos que tienen algo de brillantina. Mi amiga tenía puesto un top asimétrico y yo una camisa de volantes de tiras. A nosotras nos gusta ponernos monas para salir de fiesta y comprendo que si voy vestida como una pordiosera, no me dejes pasar. La verdad es que no entendía nada», cuenta. Pero parece que todo depende de con quién te topes en la puerta. «Al final nos cogió otro portero por banda y nos dijo: ‘No os preocupéis, esperad media hora y pasáis’. Pero es que no tiene ningún sentido porque, si estoy mal vestida ahora, lo estaré treinta minutos después», confiesa.
El código de vestimenta
¿Cómo debería estar especificado el código de vestimenta para pasar? «En el momento que vas a acceder a una discoteca, que ya tienes al portero en la puerta, tiene que estar expuesto de manera visible y clara. En la mayoría de los negocios lo único que pone es que se reserva el derecho de admisión. Pero ¿qué deberían poner? Por ejemplo, si quieren que se cumpla con una forma de vestir concreta en la que no se vaya con sudadera o no se pueda entrar con zapatillas deportivas tendrían que especificarlo en ese cartel. Lo mismo si se exige etiqueta», afirma la abogada Silvoso.
En el caso de Iván, unos vaqueros fueron la causa de que no pudiese disfrutar de la juerga santiaguesa. «Iba vestido normal, con un jersey gris y unos pantalones vaqueros algo rotos por las rodillas. No me dejaron pasar», indica. Algo común que pasa dependiendo de los ojos con los que te mire el portero. «Lo que suelen hacer la mayoría de los locales es jugar un poco con la ambigüedad. Simplemente ponen como mucho que no se acepta ropa deportiva», puntualiza la abogada.
Sergio esperaba en la fila de un local de Pontevedra abrigado con una americana. Después de pasar un rato dentro del recinto decidió salir sin ella, portando solamente una camiseta de manga sisa y le impidieron volver a entrar. Aunque muchos espacios prohíben la entrada a los hombres que lleven este tipo de prendas, las mujeres, sin embargo, pueden hacerlo. «Si ya le habían dejado entrar, le tienen que volver a dejar pasar. O si no, en todo caso, acceder a recoger sus cosas», explica Silvoso. En este caso, los prejuicios también pudieron entrar en juego. «Seguramente cuando accedió no se fijaron tanto, pero al salir lo escucharían hablar, le verían el tipo de camiseta y ya les llamó la atención. Creo que ahí lo que hubo es una discriminación por orientación sexual», añade.
Alejandra Rodríguez, socia fundadora del despacho Albor Abogados y abogada en la ONG SOS Racismo, indica que los casos de discriminación por raza son comunes y que en estos momentos existe una denuncia contra un establecimiento de ocio nocturno coruñés por esta razón. «Ahora tenemos un caso judicializado por racismo», afirma. Las excusas de los porteros pueden ser múltiples. «No te van a decir que no entras porque eres negro o porque tienes acento colombiano. Pero la realidad es esa», confiesa. La clave es grabar todo. «Tú cuando sales de fiesta con tus amigos y no te dejan entrar en un sitio, no te paras a llamar a la policía o a cubrir una hoja de reclamaciones. Al final optas por no estropearle la noche al grupo, vas a otro sitio y se acabó. Mi recomendación a la gente es que grabe todo, presente hoja de reclamaciones y si puede, que denuncie», puntualiza. Por su parte, Lucía Silvoso opina lo mismo. «Siempre coincide que tú estás de fiesta y que no te vas a poner a pedir la hoja de reclamaciones porque a lo mejor la siguiente vez ya te tienen cruzado. Si vas en grupo, es probable que te vayas a otro sitio. En los locales que funcionan muchísimo se pueden permitir el lujo de ser un poquito laxos con el incumplimiento de la legislación. Los porteros no son guardias de seguridad. A veces hay sentencias contra ellos por agresiones. Está claro que son los que tienen que llevar un control de que no entre gente conflictiva, pero hay límites», añade.
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«El local está lleno»
También es muy común que, tras haber esperado un buen rato en la fila para entrar en una discoteca, cuando llega tu turno te digan que el aforo está completo. «En alguna ocasión nos alegaron que estaba lleno. Seguramente escondan otros intereses porque vimos cómo había gente que estaba detrás de nosotros y entraba», afirma Marco. Y no es la primera vez que pasa en la misma sala. «Otras veces no me dejaron acceder y no me dieron los motivos», indica. «Lo que tiene que hacer la gente es pedir la hoja de reclamaciones porque entonces tendría que tener la capacidad de aforo fuera y de alguna forma acreditarlo. Es una excusa muy habitual», responde Silvoso.
A Eva, en el mismo local que a Marco, ni le quisieron mirar el DNI y, además, le pusieron de excusa el aforo. En su caso fue un 2x1. «El portero se empeñó en que éramos pequeños, aunque teníamos 24 años. Le quisimos enseñar el carné y nos soltó que la sala estaba llena», explica. «Si lo enseña, podría entrar —detalla la abogada—. Con lo cual, si ni siquiera el portero se lo requirió cuando ella le estaba explicando que era mayor de edad, está mal. En principio, entiendo que podrían presentar una denuncia por discriminación por edad. A veces te encuentras que hay gente a una determinada edad que no la dejan pasar y eso sí sería denunciable porque es una discriminación. Otro caso distinto sería si vas a hacer una fiesta para jóvenes de 18 a 21 años en tu establecimiento y lo especificas, porque quieres que los padres les permitan ir y que no haya gente mayor. Si se acredita que es una fiesta para gente joven, el local podría quedar eximido ya que no habría una discriminación por edad», afirma. ¿Solución? Hojas de reclamaciones.