Jamie Lee Curtis está asustada

YES

Mario Anzuoni | REUTERS

01 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Defendiendo a las mujeres del extremismo de la ideología de género y restaurando la verdad biológica al Gobierno federal. Podía ser esta una línea de texto escrita por George Orwell, pero corresponde a la orden con la que Trump, horas después de ser investido presidente de los Estados Unidos de América por votación popular, ordenó el traslado de todas las mujeres trans a cárceles de hombres. No soy una mujer trans ni he estado en prisión más que por mi condición de periodista, pero no necesito haber pasado por ninguno de los dos trances para imaginar las centenas de historias de sufrimiento y terror que a estas horas se viven en los penales en los que cumplen condena las 1.500 mujeres transexuales que forman parte de la población reclusa estadounidense. Contraviene Trump todas las indicaciones de organismos internacionales homologables y coloca a estas personas en un riesgo cierto de violencia sexual y física, pero qué importa esto si con ello avanza un paso más en su agreste cruzada contra la cursilería, la basura woke, el buenismo, ese virus mental, ese cáncer que hay que extirpar de las sociedades modernas y avanzadas, como de manera tan expresiva suele calificar Javier Milei a todo lo que suene a igualdad de oportunidades o empatía institucional.

Además de enviar a las mujeres trans al infierno, la ejecutiva de Trump nos utiliza a todas como excusa, en un ejercicio de paternalismo y maldad legal que produce náuseas. Sostiene el presidente de EE.UU.: «Los esfuerzos por erradicar la realidad biológica del sexo atacan fundamentalmente a las mujeres al privarlas de su dignidad, seguridad y bienestar». Lo anticipó, de hecho, en su toma de posesión, cuando proclamó que en su era solo existirán dos géneros, el femenino y el masculino, como si la diversidad y la identidad individual se pudiesen extirpar desde el BOE y organizar por decreto. Trump se presenta como un defensor desacomplejado de la libertad, un cid para todos aquellos pisoteados por la bota de las discriminaciones positivas, del derecho a decidir y de todo lo ubicado en ese horizonte moral que por consenso hemos ido dibujando entre todos y que viene del conocimiento de la historia, de las cosas terribles que hicimos y de las cosas terribles que nos hicimos. Trump y todos los Trump ni siquiera son originales. Antes que ellos ya hubo quien intentó eliminar por decreto a transexuales y homosexuales. Y como no se puede eliminar lo que existe, los encarcelaron, los persiguieron y los ejecutaron. Aún lo son, de hecho, en un número enorme de países, incluidos algunos en los que viven nuestros deportistas de élite y hasta el rey emérito. Jamie Lee Curtis, que tiene una hija transexual, acaba de decir: «Estoy asustada. Y tú también deberías estarlo». Pues eso.