Jennifer Aniston: los eneros malditos de la novia de América

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A comienzos del 2005 la vida de la protagonista de «Friends» dio un vuelco al salir a la luz el escándalo «Brangelina». Veinte años después vuelve a estar en el foco por una supuesta relación, que ha negado tajantemente, con el expresidente de Estados Unidos Barack Obama

30 ene 2025 . Actualizado a las 13:53 h.

Hace exactamente veinte años, en este país la prensa del corazón no daba abasto. Paparazzi de todo el mundo habían trasladado su centro de operaciones a Madrid para seguir —en muchos casos este es un eufemismo de acosar— a David y Victoria Beckham, que veían llegar al mundo a su tercer hijo, Cruz, en la ciudad del oso y el madroño. Mientras media España bramaba contra la spice pija por quejarse de que nuestras calles huelen a ajo —declaración que ella siempre ha negado rotundamente—, Penélope Cruz seguía llenando titulares. Su idilio con Mathew McConaughey comenzaba a ser algo más que un secreto a voces, dando este romance la mejor de las municiones a unos portales digitales que aún andaban a gatas. Hasta que el más improbable de los divorcios convirtió el papel couché en papel mojado.

El 2005 fue un año difícil para los románticos. En abril, Chenoa pasaba de altiva a alteza confirmando devastada y en chándal su ruptura con David Bisbal. Pero es que cuatro meses antes unas supuestas «diferencias irreconciliables» terminaban con el matrimonio formado por Brad Pitt y Jennifer Aniston. Y el fin del amor fue el comienzo de la leyenda.

Desde entonces a la única novia de América surgida de la pequeña pantalla se la mira con otros ojos. A caballo entre la lástima, la indulgencia y la misoginia, Aniston lleva dos décadas aguantando preguntas sobre Brangelina, Friends y sus perfectísimas mechas, como si a los 55 años su vida se redujese a estas tres cuestiones. Al menos hasta ahora, que se ha visto envuelta en una trama solo a la altura del guion más desesperado de Hollywood.

El pasado 24 de enero salía a la luz una información que relacionaba a Barack Obama y a Jennifer Aniston. Según unas capturas de pantalla de una amiga de la actriz, el círculo cercano de ambos era conocedor de un amor que comenzaba a cocinarse, pese a que el expresidente de Estados Unidos mantiene junto a su pareja Michelle uno de los matrimonios más longevos del panorama social, ya que llevan casados más de tres décadas. Es cierto que los rumores de ruptura han sonado bajito en los últimos meses, dado que han sido escasas las ocasiones en las que se les ha visto juntos en público. Llamó la atención, sobre todo, que el pasado 9 de enero Obama acudiera al funeral del expresidente Jimmy Carter, una ceremonia de corte institucional, sin su esposa, que se encontraba disfrutando de unos días de descanso en Hawái.

Barack Obama y Donald Trump durante el funeral de Estado en homenaje al expresidente Jimmy Carter. A Trump le acompañó su mujer, Melania, Obama acudió sin Michelle.
Barack Obama y Donald Trump durante el funeral de Estado en homenaje al expresidente Jimmy Carter. A Trump le acompañó su mujer, Melania, Obama acudió sin Michelle.

A los dimes y diretes solo les faltaba una rubia como guinda del pastel. Pero conocedora de cómo trabajan los mentideros al otro —y en cualquier— lado del océano, Aniston se encargó de desactivar la bomba. Fue en el programa de Jimmy Kimmel. El presentador aprovechó esta visita para preguntarle por el asunto más comentado de las redes sociales en los últimos días y Jennifer se metió una vez más al público en el bolsillo con un escueto: «No me molestó». Tras la insistencia de Kimmel, la actriz aseguró que tan solo había visto en una ocasión al exmandatario, y de hecho, reconoció que sí tenía un trato más cercano con Michelle, con la que se ha dejado fotografiar varias veces.

Aunque para muchos Jennifer Aniston será eternamente la Rachel Green de Friends, el modus vivendi y la actitud despreocupada y discreta de la actriz dan muestra de que cualquier parecido con aquella ficción es pura coincidencia. Tras dos divorcios —el último del también actor Justin Theroux, con quien se casó en secreto en el 2015— y sin hijos, lleva años enarbolando la bandera de la soltería, de la que ya no le cuesta hablar y sobre la que incluso se siente orgullosa. Tardó años en reconocer que es una persona solitaria y que nunca creció con el deseo de tener pareja. Estas declaraciones fueron acogidas con agrado por multitud de millennials que, precisamente, cayeron en algunas de las trampas tóxicas y estereotipos de películas como Dicen por ahí o Novio de alquiler, ejemplos de esa retahíla de comedias románticas protagonizadas por Aniston.

Durante un tiempo el público pedía y ella entregaba, sin entenderse muy bien cuál era la línea que separaba a intérprete de personaje. El culmen de esta situación se vivió —por supuesto— en Friends. La serie que la encumbró como dama de la comedia puso todos los huevos en la cesta ganadora tomando una decisión que solo podía acarrear récords de audiencia. Si los capítulos de Acción de Gracias aún son hoy memorables para los fans, solo había que añadirle unas dosis de Brad Pitt para convertir uno de ellos en épico. Él estaba en un momento apoteósico, Jennifer en la cresta de la ola, y el guion era infalible.

El amor entre ellos se sobreentendía porque la guapura y la química hacen que el público caiga rendido a la suspensión de la incredulidad. Se consagraron como la pareja dorada que nadie quiso ver romperse; entre otras cosas porque eso ponía a más de uno y de una delante del espejo. La separación llegó y cada uno hizo su vida, uno, con más alardes públicos —él—, otra, con menos —ella—. Y cuando el duelo fue agua pasada se reencontraron ante las cámaras en una alfombra roja. La generosidad, talante y simpatía que ambos demostraron en aquella gala de premios del 2020 fue para Brad Pitt un lavado de cara en medio de una guerra abierta con Angelina Jolie. A ella las masas la devolvieron a una infame casilla de salida: la de eterna enamorada.

La salvó The Morning Show. La que para muchos es la mejor serie de Apple TV ha permitido a Aniston mostrar registros interpretativos que la colocan a sus más de cincuenta como una primera dama. Pero de la televisión mundial.