La gallega que se aloja gratis en casas de todo el mundo cuidando perros: «Lo que más me preguntan es si es un timo»
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Marina es toda una expera en el «house sitting», o lo que es lo mismo, viajar conociendo a mascotas de todo el mundo y ahorrándose un dinero. Empezó el año pasado y desde entonces no ha parado
05 feb 2025 . Actualizado a las 09:42 h.Alojarse gratis en casas de todo el mundo a cambio de cuidar mascotas. Eso es lo que ha conseguido Marina Ramos (A Coruña, 1999), que ya se ha convertido en toda una experta en eso del house sitting, una forma de viajar basada en un intercambio entre dos personas: una que quiere hospedarse en algún lugar de forma gratuita y otra que necesita un cuidador para su casa y su mascota mientras no está. La propia Marina lo descubrió a través de TikTok y, ahora, es ella la que comparte sus experiencias en redes sociales: «Al principio, cuando vi que se vendía como una forma de viajar gratis, yo misma pensé que era un clickbait», reconoce.
El proceso se lleva a cabo a través de una plataforma que sirve para poner en contacto a los dueños de casas y mascotas con sus potenciales cuidadores. Marina explica que «vas filtrando en función de lo que buscas»: se seleccionan las fechas, el lugar y el tipo de animal que se quiere cuidar. Porque sí, aunque el house sitting más famoso es el que consiste en ocuparse de perros, existen opciones con mascotas de todo tipo. «¡Yo he visto que hay hasta peces!», cuenta Marina, que añade además que se puede aumentar el nivel de especificación de estos filtros. «Puedes seleccionar, por ejemplo, si prefieres perros pequeños o grandes o acotar la zona en la que quieres que esté la vivienda», explica.
Cuando se encuentra una opción atractiva, el siguiente paso es contactar con los dueños a través de un mensaje que, según indica Marina, «suelen responder en menos de un día». A continuación, se agenda una entrevista por videollamada. «El objetivo es ver si encajáis, porque al tratarse de animales los dueños buscan que el estilo de vida de la persona que va encaje con su mascota y la rutina que lleva», explica.
A partir de ese momento, la pelota está en el tejado de los dueños de la casa, que tienen que decidir si quieren o no que te quedes en ella a cargo de su mascota. Si te seleccionan, te mandan un mensaje avisándote, te aceptan a través de la aplicación y automáticamente esas fechas se quedan bloqueadas en esa casa para los demás usuarios.
¿Totalmente gratis?
Además de comprar los vuelos para llegar al destino del house sitting, en la plataforma que pone en contacto a ambas partes del trato hay que pagar una cuota anual que oscila entre los 119 y los 239 euros al año. Marina reconoce que abonar esta cantidad es algo que «a la gente le tira un poco para atrás», pero defiende que compensa: «Aunque no seas una persona que viaja mucho, si calculas cuánto te costaría quedarte esos días en un hotel, con hacer solo un viaje ya lo cubres».
Además, explica que ese dinero también funciona «como una especie de seguro» por si una de las partes falla. Ella misma lo ha comprobado con su propia experiencia, cuando en septiembre del año pasado tenía cerrada una estancia en un pueblo del Reino Unido. «De repente, la chica desapareció y dejó de contestar», recuerda. En ese momento, cuenta que desde la propia plataforma se pusieron en contacto con ella para ofrecerle posibles soluciones: «Me dijeron que la persona propietaria de la casa a la que yo me iba a ir se había dado de baja en la aplicación y no conseguían contactar con ella». «Me ofrecían la posibilidad de reembolsarme el dinero de los vuelos si ya los había comprado o de buscar otro house sitting para esas fechas», añade.
Además, Marina cree que pagar esa cuota crea un compromiso que va más allá de la cantidad que se abona. «Al salir de tu bolsillo te lo tomas más en serio, por eso creo que pagar también sirve para hacer que la gente no se lo tome a broma y realmente vaya a ir», alega.
Y predica con el ejemplo, porque desde que lo descubrió no ha parado de buscar destinos en los que hacer house sitting. El primero fue en abril del año pasado, a cuidar de un perro a Londres: «Me fui un poco asustada, porque, aunque me había informado muy bien, era un poco loco. A mí me encantan los animales y tengo un perro, pero tenía dudas de cómo sería el que iba a cuidar, si tendría buen carácter o si me aceptaría».
Poco después repitió su experiencia en otras dos zonas: primero en Hastings y, ahora, está viviendo su tercer house sitting en Maidenhead (ambos en el Reino Unido). Su próximo objetivo son los países nórdicos. «Es donde obtienes más rentabilidad, porque el precio del alojamiento es desorbitado», defiende Marina. «Estoy buscando en Islandia, que es adonde más ganas tengo de ir, y el coste de quedarse allí supera los 200 euros la noche, así que esta es la mejor forma de ir sin arruinarte», bromea.
Todas esas experiencias las va compartiendo a través de su perfil en redes sociales (@wonderintravel), donde no para de recibir preguntas sobre esta forma de viajar. Pero hay una que se repite hasta la saciedad. «Lo que más me preguntan es si es real, si es gratis de verdad y si no es un timo. Es que cuando lo enseño la gente alucina», dice Marina, que al mismo tiempo reconoce que comprende estas dudas: «Sé que suena muy raro, porque se vende como viajar gratis, pero en realidad yo lo veo más como un intercambio. Lo comparo con irse de au pair».
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«He ido con mi pareja»
Otra de las preguntas que más recibe es la de si se puede ir acompañado. Y la respuesta es sí: «La gente cree que cada persona que va tiene que pagar una cuota en la plataforma pero no, tú simplemente tienes que hablarlo con el propietario y, si el te da permiso, adelante», relata Marina. Ella misma lo ha puesto en práctica. «Yo he ido con mi pareja y al próximo que voy a hacer me voy con mi tía», cuenta.
Otra de las dudas que suele recibir es relativa al idioma, porque, dice Marina, «mucha gente quiere irse pero no habla inglés». Ella apunta que no existe el requisito como tal, pero añade que es aconsejable tener algún conocimiento: «A todo el mundo le recomiendo que, si va, al menos lleve a alguien que tenga un nivel básico de inglés».
Pero, a través de las redes sociales no solo le llegan dudas, sino también historias personales. «Una chica me dijo que lo descubrió gracias a mis vídeos y se apuntó. Tiene un hijo con autismo al que le encantan los perros y, desde que probó a hacer house sitting con él, les cambió la forma de viajar», relata.
Por eso, a la gente que tiene las mismas dudas que ella tuvo antes de empezar, les dice «que se informen, pero que se atrevan». «Es una forma de viajar diferente pero muy chula. Si supiésemos la cantidad de cosas que nos perdemos por miedo...», concluye.