La gallega que emociona a auditorios de toda Europa cantando «Negra sombra»

Candela Montero Río
Candela Montero Río REDACCIÓN / LA VOZ

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AVROTROS / Manon van der Zwaal

María se fue de Lugo a Ámsterdam con su fagot hace casi cinco años en busca de un futuro en la música. Ahora triunfa formando parte de uno de los quintetos juveniles más premiados, con el que lleva su arte a escenarios de toda Europa

19 feb 2025 . Actualizado a las 10:20 h.

Londres, Luxemburgo, Viena o Ámsterdam. Son algunos ejemplos de los lugares en los que María Losada (Lugo, 1996) cuenta que ha visto al público llorar al escucharla cantar Negra sombra. «La letra es en gallego y la mayoría de la gente no la entiende, pero la música es tan intensa que les caían las lágrimas», recuerda esta lucense de nacimiento, holandesa de adopción y fagotista por vocación y pura pasión.

Pero su historia con la música comenzó hace mucho. Empezó con 10 años en el conservatorio de Lugo, escogió el fagot «de casualidad» y ese instrumento terminó marcando el ritmo de su vida. Compaginó el conservatorio con sus estudios hasta que terminó el instituto, y ahí tocó elegir: la música o alguna carrera relacionada con el bachillerato biosanitario que había estudiado. Para tomar la decisión, María le dio una vuelta a la pregunta: «No pensé tanto en qué prefería, sino sin qué no podía vivir». Y eligió la música.

Cursó los cuatro años del grado superior en Zaragoza y, al terminar, los compases de la vida la llevaron a hacer un máster de dos años a Ámsterdam. ¿Por qué esa ciudad? «En la música te mueves buscando al profesor que te gusta y en función del movimiento cultural que haya en cada lugar. En mi caso, esas dos cosas estaban en Ámsterdam, me llamaba mucho», explica María. Se fue en agosto del 2020, en plena pandemia, y no se arrepiente: «El primer año aquí ya fue increíble. Me alegro mucho de haber venido, porque Ámsterdam como ciudad me parece espectacular. Tienes muchas oportunidades y la escena cultural es muy amplia», defiende.

Y en medio de todas esas oportunidades, María encontró la suya para poder cumplir su sueño: vivir de la música. Ahora, trabaja en Ámsterdam como autónoma y vive de tocar el fagot.

Ni ella misma termina de creerse del todo que ese instrumento que descubrió sin proponérselo hace casi veinte años le esté dando de comer y lamenta que en España no habría podido hacer realidad ese anhelo. «Vivir de la música es algo de lo que estoy muy orgullosa, porque nunca es fácil, pero en España prácticamente las únicas opciones pasan por estar en una orquesta o ser profesor», describe María. Una situación que, según su experiencia, contrasta con la que existe en Holanda: «Aquí, además de eso, es posible vivir de la música siendo autónomo. Cuidan mucho la figura del freelance, hay muchísimas subvenciones y la gente invierte en la cultura», alega.

Eso sí, reconoce que formarse en la música es inviable sin un apoyo monetario: «Es una carrera para la que necesitas un soporte económico importante, porque implica viajar, comprar un instrumento que no es económico...», relata María. En este punto, es clave el entorno familiar: «A mí me lo dieron mis padres. Lo entendieron y siempre me apoyaron, sin ellos no podría haberme dedicado a esto», deja claro.

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El quinteto

María es una gallega viviendo de tocar el fagot en Ámsterdam, pero, ¿de dónde provienen exactamente sus ingresos? Aunque es autónoma, la mayor parte de sus facturas las paga con lo que gana tocando en el quinteto del que forma parte. Se llama Dianto Reed Quintet y es un grupo de música de cámara formado por cinco jóvenes españoles afincados en Ámsterdam después de que, igual que María —que es la única gallega—, se fuesen a estudiar allí su máster en busca de un futuro sobre los escenarios.

María dice que, otra vez, formar parte de él fue prácticamente una coincidencia: «Conocía a uno de los miembros porque él también había estudiado en Zaragoza. Solo nos conocíamos de vista, no éramos amigos ni mucho menos. Al llegar me lo encontré en Ámsterdam de casualidad y al día siguiente me llamó para que me uniese al grupo que estaban formando», recuerda.

La suerte estuvo de su parte en sus inicios. «Como estábamos en medio de la pandemia y había muchas restricciones pudimos dedicarle casi todo el tiempo al grupo. Aquí la vida va muy rápido, hay muchas actividades y muchas veces también tienes que buscarte otro trabajo para pagarte las cosas, así que es muy raro que tengas tanto tiempo para un proyecto así», relata María, que explica que fueron «marcándose objetivos para mantener la motivación», empezando por presentarse a concursos. «El primero fue uno de Ámsterdam. Lo ganamos y a partir de ahí empezó todo», dice María. Y la bola fue haciéndose cada vez más y más grande: «A raíz de ese concurso fuimos a un programa de televisión, nos empezaron a salir más conciertos... Fuimos haciéndonos poco a poco un nombre».

En estos casi cinco años, han actuado en programas de la radio y la televisión holandesas y han ganado decenas de premios internacionales. Uno de los últimos galardones —y de los más especiales para ellos— se lo dieron en casa, al alzarse, en el 2023, con el primer premio del Concurso Juventudes Musicales de España. Una casa en la que, paradójicamente, su grupo lo tendría muy difícil para subsistir: «En España no podríamos vivir del quinteto», sentencia María. «De hecho —continúa—, en el último año hemos dado bastantes conciertos en España y, aunque nos encanta ir porque es nuestra casa, económicamente no fue rentable ni nada que se le acerque». «Es una pena, pero es lo que hay», se lamenta.

En cuanto a los concursos, María también advierte de que no es oro todo lo que reluce y que, como en todo, también hay una cara B: «Nosotros, aunque somos de música clásica, tocamos de memoria y hacemos performance en el escenario. Dentro de la música clásica, hay gente que sí valora la innovación y que se enfoque diferente, pero hay otra que todavía tiene una mentalidad muy clasista y eso no encaja para nada con nosotros».

También en estos cinco años se han subido a los escenarios de teatros y salas de renombre de toda Europa. A esos a los que María ha llevado Galicia por bandera: «De todos los proyectos que tenemos con el quinteto, con el que más triunfamos hasta ahora fue con ese en el que canto Negra sombra. ¡Me hizo tanta ilusión poder llevar ese tema a escenarios de toda Europa!», dice orgullosa. Y anticipa que Galicia también estará presente en lo que está por venir: «A finales de este año se estrena un proyecto que se llama ADN, sobre nuestros orígenes. Para él estoy aprendiendo a tocar la gaita y la idea es tocar la Muiñeira de Chantada».

Pero detrás de todos esos éxitos, hay mucho más trabajo de ese que no se ve y que va más allá de ensayar, subirse al escenario y dejar al público boquiabierto. Lo primero es decir adiós a las rutinas. «No hay un horario semanal, cada semana es un mundo», deja claro María. Lo segundo, ser consciente de todas esas cosas que hay que hacer fuera del escenario, es decir, el trabajo de oficina (documentos, correos, facturas...) que ocupa un par de horas diarias; las horas de ensayo, unos cuatro días por semana; ir a ver proyectos de otros artistas para inspirarse, y el estudio individual.

Y la entrevista termina con la pregunta del millón: ¿volverá a Galicia algún día? La respuesta es, desde luego, de lo más gallega: «Depende. En la música nunca vamos con ideas fijas. Lo que sé es que mi objetivo es poder vivir —que no sobrevivir— de la música y poder estar a gusto donde esté».