La moda de las pulseras permanentes llega a Galicia: «Las compran sobre todo madres e hijas»

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Olalla Borrego, de Lia B, en su estudio de Vigo
Olalla Borrego, de Lia B, en su estudio de Vigo XOÁN CARLOS GIL

Olalla Borrego, creadora de la marca de joyas Lia B, ofrece en su estudio de Vigo estos adornos que no se quitan y que pueden diseñar los propios clientes

23 abr 2025 . Actualizado a las 12:11 h.

Los tatuajes no son los únicos complementos que pueden adornar el cuerpo de manera permanente. Desde hace un tiempo se han puesto de moda otro tipo de joyas que se llevan unidas al cuerpo las 24 horas al día, que se pueden adquirir de manera individual, pero que suelen comprarse a dúo o entre más personas para reforzar una amistad, una relación de pareja o el amor entre familiares. Las pulseras permanentes, también conocidas como infinity bracelets, se pusieron de moda hace cuatro años en las ciudades de Nueva York y Los Ángeles, donde algunas joyerías empezaron a ofrecer la experiencia de soldar una fina cadena directamente sobre la muñeca, sin broche, como símbolo de conexión. Las redes sociales las popularizaron y esta moda se extendió por todo el mundo; desde el pasado noviembre, Olalla Borrego ofrece estas pulseras para toda la vida en el estudio que tiene en el centro de Vigo. «Le dan un significado más a la joyería, porque los clientes participan en el proceso y crean joyas únicas que cuentan su historia», explica, y reconoce que la mayoría de los pedidos que tuvo hasta ahora eran de madres e hijas que se hacían un regalo común. Llegan al estudio, escogen modelos y materiales para la cadena y el tipo de broche, para después pasar a las manos de Olalla, que la suelda en sus muñecas. Hay diseños diferentes, tanto en acero como chapado en oro o plata de ley. Además, se pueden añadir pequeños amuletos, como piedras minerales que hacen esta joya única. Eso sí, en caso de que la clienta tenga que pasar por quirófano, la pulsera se puede cortar y volver a soldarse después.

La creatividad ha acompañado a Olalla desde que era pequeña y, aunque los estudios la llevaron hacia la enseñanza y sus primeros trabajos fueron de profesora, nunca dejó de crear complementos que regalaba a sus amistades y vendía en mercadillos. En el año 2012 se trasladó a Escocia y fue allí donde se planteó la posibilidad de profesionalizar esa afición que la había acompañado siempre. Hizo varios cursos de joyería y se graduó en Diseño Textil. Allí nació su marca Lia B en el año 2016.

Tres años después retornó a Galicia y montó un taller de joyería en Portonovo, que cuenta con el reconocimiento de Artesanía de Galicia. Allí nacen cada año varias colecciones. «Me gusta experimentar con los materiales e incorporar nuevos», explica. Una de sus señas de identidad es precisamente la combinación de los metales con terrazo, una resina mineral que le permite añadir pigmentos y crear objetos inspirados en la naturaleza y el cosmos: «Mi intención es rescatar la belleza que nos rodea, los pequeños detalles que marcan la diferencia».

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Antes de abrir el estudio en Vigo, su colección se podía adquirir en distintas joyerías, en su página web e incluso en tiendas de museos en Madrid y Barcelona: «Suelo participar en varias ferias al año, lo que me ha abierto puertas en estos puntos fuera de Galicia», explica. Antes de empezar la época fuerte de ferias de artesanía, reparte sus semanas entre el taller de Portonovo y el estudio de Vigo. Este último se encuentra en el primer piso de un edificio entre las calles República Argentina y Uruguay, donde los grandes ventanales amplían el pequeño espacio que esta artesana ha abierto hace unos meses en la ciudad olívica. Allí recibe a sus clientes con cita previa y también organiza talleres creativos en los que convierte la joyería en una experiencia donde poder diseñar piezas propias: «Es un concepto innovador donde cada visita es una oportunidad para vivir la joyería de una forma nueva», destaca. Dentro del proyecto Matinee Club, ella se encarga de la organización de talleres vinculados a la joyería artesana; en grupos de unas seis personas, los participantes se sumergen en las técnicas básicas del diseño y producción de objetos decorativos, preparan moldes y cada participante se lleva al final su pieza creada. «Son experiencias diferentes y que gustan mucho para celebraciones o despedidas de solteras».