Martina Lubian, experta en moda sostenible: «Si compras ropa compulsivamente es que no te gusta la moda»

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MARCOS MÍGUEZ

Fotógrafa de profesión y concienciada con la sostenibilidad por convicción, esta gallega enciende las redes con su contenido, con el que intenta poner el foco sobre la cara B de la moda rápida y con el que sigue sumando seguidores

07 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Amante de la moda desde pequeña, Martina Lubian (A Coruña, 1996), reconoce que ella misma fue consumidora habitual del fast fashion, hasta que una estancia en Londres le hizo, casi por casualidad, cambiar su percepción de esta industria. Con miles de seguidores en Instagram, esta comunicadora audiovisual intenta ahora concienciar de esta problemática a través de sus redes sociales.

—¿Cuándo empezaste a interesarte por la moda y cómo comenzaste en redes?

—La moda me encanta desde pequeña. De hecho, de niña quería ser diseñadora, pero terminé estudiando Comunicación Audiovisual. En el 2014, junto con dos amigas de la carrera, decidimos abrir un blog de moda. Al poco tiempo ellas lo dejaron, pero yo continué sola, haciendo publicaciones periódicamente. En aquel momento, el contenido que subía estaba bastante ligado al fast fashion.

—¿Y cuándo empezaste a interesarte por la moda sostenible?

—En el 2018, terminé la carrera y me mudé a Londres para mejorar mi inglés. Allí, me puse a buscar unas prácticas relacionadas con el mundo de la moda y me cogieron para trabajar en una plataforma de moda sostenible, en la que lo que tenía que hacer era crear contenido para sus redes. En aquel momento no tenía ni idea de lo que era, pero me vi obligada a ponerme a investigar sobre el tema. Fue un antes y un después, porque me di cuenta de todo lo que había detrás de la industria de la moda, de que no estaba para nada alineado con mis valores y de que yo no quería seguir formando parte de esa rueda.

—¿Ahora te dedicas solo a las redes sociales?

—No, tengo otro trabajo. Yo soy fotógrafa y trabajo llevando las redes de otras empresas. Creo que es muy difícil ganar dinero creando contenido sobre sostenibilidad, porque tienes que rechazar muchas ofertas que no están alineadas con tus valores y tienes que tener mucho cuidado con eso. Para mí es más importante ser honesta que venderme a una marca.

—¿Cómo lidias con los comentarios negativos?

—La verdad es que lo llevo bastante bien, porque ese tipo de comentarios suelen llegar cuando un vídeo mío se viraliza. También es cierto que, en general, creo que la sociedad está muy polarizada y hay gente que se toma mi crítica como algo personal. Parece que les estoy echando toda la culpa del cambio climático directamente a ellos por comprar fast fashion. Cuando la realidad es que yo no conozco a mucha de la gente que ve mi contenido, así que si lo hacen bien les aplaudo y si lo hacen mal y no me comentan, nunca lo sabré. No entiendo esa necesidad de venir a darme explicaciones.

—¿Has cambiado de opinión en algo a raíz de algún comentario en redes?

—Me suelen hablar del tema de las tallas, y en eso sí que estoy totalmente de acuerdo. Entiendo esa problemática, porque no puedes exigirle a una persona que usa una 2XL que compre todo sostenible. Muchas veces, para quienes están en esa situación, ir de compras ya es un suplicio y es muy complicado encontrar buenas opciones. Pero esas personas no suelen ser el problema.

—¿Qué perfil es entonces el más preocupante?

—Hay estudios que muestran que el prototipo de clienta de plataformas como Shein suele ser una mujer de unos 35 años, con un buen sueldo y que decide usar su dinero para comprar cosas que no necesita. En ese sentido, también me llegan comentarios con el argumento de que cada uno es libre de gastarse el dinero en lo que quiera, y me hace mucha gracia.

—¿Por qué?

—Porque, en primer lugar, si compras compulsivamente no te gusta la moda, lo que te gusta es la ropa. Hay gente que tiene una adicción con las compras, es como una droga para ellos. Y, en segundo lugar, porque si te compras cosas que no necesitas cada dos por tres, no eres tú el que elige dónde se está gastando el dinero, sino que lo está decidiendo el márketing.

«Hay gente que tiene una adicción con las compras, es como una droga para ellos»

—Otro argumento que sueles recibir es que la moda sostenible es cara. ¿Qué respondes a eso?

—Sí, hay gente que me dice que no tiene dinero para comprarse algo sostenible y yo siempre contesto lo mismo: lo más sostenible es no comprar. Lo primero que hay que hacer es mirar bien en nuestro armario e intentar aprovechar lo que ya tenemos en casa, ¿o es que se nos desintegra el armario de una temporada para otra? Hay gente que cree que ser sostenible implica vestirse con hojas de parra. Además, precisamente para ahorrar, es mejor comprar pocas cosas, que te vayan a durar y cuidarlas, para no tener que estar reponiéndolas cada dos por tres.

—En el fondo, ¿sale más caro comprar moda rápida?

—Sí, en realidad, el fast fashion sale carísimo. Si una persona no quiere hacerlo por el planeta ni por quienes están sufriendo explotación laboral, por lo menos que lo haga por su dinero, que a todos nos duele el bolsillo.

—¿En qué debemos fijarnos para saber si una marca es realmente sostenible o intenta hacer «greenwashing»?

—Principalmente, en tres cosas. La primera es el volumen da la producción. Si fabrican demasiadas prendas, hay que sospechar. El segundo, los materiales que usan. Es cierto que hay prendas, como chubasqueros o ciertas mochilas, que tienen que llevar materiales que resistan a la lluvia, ¿pero un jersey o una camiseta de poliéster, acrílico o nailon? Ahí también hay que sospechar. La tercera es la más complicada de detectar: saber dónde producen y, en general, cuál es su ética laboral. Esta información no suele ser tan fácil de encontrar, pero las marcas realmente sostenibles es habitual que ofrezcan mucha información sobre cómo producen. Aunque no lo hagan todo perfecto, esa transparencia a mí ya me invita a pensar bien de la marca.

—¿Qué opinas de las plataformas de segunda mano?

—Creo que están muy bien pero, como todo, depende de quién las use y de cómo las use. Son una buena opción para comprar, pero como siempre, hay que comprar algo cuando se necesita. En mi caso, suelo usar este tipo de plataformas, como Vinted o Wallapop, pero yo compro muy poco. No solo importa lo que compras, sino cómo compras. El problema llega cuando se compra compulsivamente, aunque sea de segunda mano.

—¿Y cómo podemos evitar comprar compulsivamente?

—Yo creo que deberíamos buscar la raíz de por qué estamos comprando así. Si ir de tiendas es lo único que nos da satisfacción, a lo mejor hay un problema subyacente. No hay que engañarse, una camiseta no le va a cambiar la vida a nadie. También puede ser que estemos en redes sociales todo el día y eso nos cree necesidades. Si esa es la razón, cambiar el tipo de perfiles que seguimos, eliminar las aplicaciones de compras que tenemos instaladas en el teléfono y, en general, evitar este tipo de estímulos, puede ayudar.

—¿Es posible llegar a ser totalmente sostenible?

—Tal y como vivimos hoy en día no, porque todo lo que hacemos tiene un impacto y es muy difícil que ese impacto sea siempre positivo. De hecho, suelo recibir comentarios recriminándome que hablo de sostenibilidad pero tengo móvil. Evidentemente que lo tengo, porque tengo que trabajar, ir al médico,... Por eso digo que para no generar ningún impacto negativo tendrías que vivir totalmente fuera del sistema, y eso es muy complicado.

—¿Estamos suficientemente concienciados?

—Creo que tenemos la suficiente información. Ya hay muchas personas hablando de sostenibilidad por muchos canales, y creo también que la gente está más receptiva a este tipo de contenido. Ahora bien, una cosa es estar concienciado y otra diferente es pasar a la acción. Pero es cierto también que sigue habiendo otra a la que le da igual, porque no se dan cuenta de que esto les afecta directamente. Para mí es una cuestión de empatía.