
Dos décadas el tiempo que ha pasado desde el estreno de una de las adaptaciones más queridas del clásico de Jane Austen. Por cada año transcurrido, tenemos una razón para volver a verla
07 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Es una verdad universalmente reconocida que no hay adaptación de Orgullo y prejuicio más popular que la que dirigió Joe Wright en el 2005. Y aunque los puristas prefieran la (maravillosa) miniserie de la BBC de 1995, ¿quién puede resistirse a esta deliciosa, divertida y moderna relectura del clásico de Jane Austen? Conquistó a los millennials y se ha hecho más grande aún en TikTok. Nadie puede resistirse a una buena adaptación de Jane Austen: es tan rentable que Netflix prepara ya su propia versión del clásico, con Emma Corrin (The Crown) y Jack Lowden (Slow Horses) en los papeles principales, y Olivia Colman como la madre de familia. Mientras esperamos a esta nueva visión, en formato miniserie, no es mala idea volver a ver, por enésima vez, la versión de Wright. Aunque en algunos países ha vuelto a varias salas de cine coincidiendo con su vigésimo aniversario, aquí tenemos que conformarnos de momento con la pequeña pantalla. Buscamos un puñado de razones, completamente desordenadas, para disfrutar de nuevo de este clásico contemporáneo.
1. El plano secuencia inicial
Ya de debutar a lo grande, mejor hacerlo con un plano secuencia, tuvo que pensar el director. Así introduce a toda la familia Bennet, desde el patio con la ropa tendida al desorden de la casa, los pasillos, los criados. No es el único de la película: la escena del baile es un ejemplo de cómo moverse entre una multitud sin perder de vista los detalles.
2. No se escucha detrás de las puertas... ¿o sí?
No hay conversación que los Bennet se pierdan, ni chisme que se les resista, aunque se interponga una puerta. Cada vez que se pegan a una, es que algo interesante está pasando.
3. Donald Shutherland y Brenda Blethyn
Nada sería igual en esta versión sin la impagable presencia de Donald Sutherland y Brenda Blethyn. Del aparente pasotismo del primero a la verborrea incómoda de ella, los dos se lo pasan en grande en cada escena cómica, o cada vez que tienen que contener su emoción como padres.
4. Keira Knightley
Cuenta la actriz que Wright estuvo a punto de rechazarla porque le parecía demasiado guapa para el papel. Pero cuando la conoció en persona, dijo que no era para tanto. Con este cumplido al revés, Knightley se volcó en el rol y se convirtió además en colaboradora imprescindible del director, con el que repetiría en Expiación y Anna Karenina.
5. Matthew Macfadyen
Era el que lo tenía más difícil, porque el precedente de Colin Firth es imbatible. Y sin embargo, si obviamos comparaciones, Macfadyen ofrece una interpretación muy inteligente del señor Darcy y sus claroscuros. Es imposible no quererlo.
6. ¡Esa mano!
Uno de los misterios que tienen las redes sociales es su capacidad de multiplicar por mil los efectos de algo aparentemente sencillo. Prueben a buscar «mano orgullo y prejuicio» y encontrarán esa famosa flexión de la mano de Darcy, que ni siquiera estaba planeada, y que se ha convertido en un imagen icónica.
7. Las patatas hervidas
Hay que hablar de las patatas hervidas, porque son la introducción de uno de los mejores personajes (y actores) de la película, el insoportable señor Collins. Desde su desastrosa petición de mano a la ridícula flexión de rodillas con la que se inclina ante todos los que considera superiores a él, tiene aquí el físico y la voz del fantástico Tom Hollander, que dicho de paso, todo lo hace bien.
8. No podemos permitirnos ser románticas
Esta frase que Charlotte (Claudie Blakley) espeta a Elizabeth tras anunciar que se va a casar con el señor Collins, surgió de una improvisación de Emma Thompson. Su pequeño monólogo es uno de los momentos más recordados y potentes de esta versión. Y es que quién puede juzgar a esta mujer de 27 años que solo puede temer lo que le depara un futuro sin marido.
9. Judy Dench
El personaje de Lady Catherine aparece siempre a la luz de las velas, pero ni siquiera la penumbra es capaz de ocultar el talento de Judy Dench, sea comiendo una sopa, presumiendo de talento musical o insultando (de todas las formas posibles) a Elizabeth.
10. Pemberley
La mansión de Darcy es, en realidad, Chatsworth House, y está en Devonshire. No es de extrañar que la primera vez que la ve, Elizabeth no pueda contener la risa al darse cuenta del casoplón que ha rechazado. Por cierto, se puede visitar y es un lugar de peregrinación para muchos fanáticos de la película.
11. La primera declaración de Darcy
Bajo la lluvia, en un templete, y con todas las señales rojas que indican que un señor que te pide matrimonio atacando a tu familia y tu rango no es la persona indicada. Ahí no es. Una de las escenas más repetidas de la película, claro, porque no pasa de moda. Es, también un ejemplo de lo bien que funciona el paisaje e incluso el clima en esta versión.
12. Cuando tengas cinco hijas me dirás si puedes pensar en otra cosa
A pesar de los intentos de convertir a Jane Austen en una autora ligerita, de tacitas (con todo el desprecio que supone esta etiqueta) es imposible obviar que la autora británica dispara dardos contra el modelo social que impide que las mujeres sean otra cosa que mercancía en el mercado del matrimonio. Por muy molesta que resulte, la señora Bennet tiene razón cuando le dice esta frase a su hija Elizabeth. Porque en su mundo, casar (bien) a sus hijas es el único objetivo posible.
13. Rosamund Pike
Antes de volvernos locos con Perdida, Rosamund Pike bordó a la dulce Jane. Y no es fácil expresar tanto cuando se interpreta a un personaje que, precisamente, es incapaz de expresar lo que siente. A destacar también el objeto de su amor, aquí Simon Woods interpretando al inocente señor Bingley.
14. Emma Thompson
La actriz ganó un Óscar por el guion adaptado de Sentido y sensibilidad, dirigido por Ang Lee en una versión absolutamente perfecta. Así que Joe Wright y la guionista Deborah Moggach, encargada de adaptar Orgullo y prejuicio, no dudaron en pedirle ayuda. Thompson improvisó, sobre la marcha, varios momentos para la película, y ambos tomaron buena nota. Su huella está en la escena del columpio y en aquella en la que Elizabeth recibe la carta que relata la fuga de su hermana Lydia con el infame Wickham (Jena Malone y Rupert Friend, respectivamente).
15. Mary Bennet
Nadie hace caso a la pobre Mary (Talulah Riley), tan menuda y callada, por la que solo podemos sentir lástima... pero su personaje va a ser protagonista de una miniserie de la BBC, La otra hermana Bennet, basada en la novela del mismo nombre.
16. Nada de besos
Aunque a muchos espectadores les encante el final alternativo de la película, sin duda uno de los aciertos de la versión es que no haya un solo beso romántico, ni apenas contacto físico entre Elizabeth y Darcy. Nada se ajusta mejor a lo que sería el cortejo en aquella época.
17. Emociones (nada) desbocadas
Por mucho que el señor Collins hable de la «violencia de mi afecto» o Darcy asegure que ama «ardientemente» a Elizabeth, las emociones son más contenidas que desbocadas. El efecto de la prosa de Austen trasladado a la pantalla hace que cada declaración supuestamente apasionada provoque una sonrisa.
18. La banda sonora
La partitura de Dario Marinelli, interpretada al piano por Jean-Yves Thibaudet, es como la sexta hermana Bennet. Se llevó una nominación al Óscar.
19. Cintas, sedas y porcelana
La cuidadísima producción está repleta de detalles, desde las cintas a las vajillas, que se refleja en los agradecimientos de la película. Y se completa con un vestuario que, en muchos casos, se confeccionó a mano, como en el siglo XIX.
20. Perdido en la niebla
Hay una legión de seguidores que podrían recitar de corrido la declaración de Darcy que cierra la película. Todo ello después de su paseo en la niebla del amanecer. Y no es que Darcy parezca despistado: es que Macfadyen no veía nada y caminaba mientras el director agitaba, para guiarle, una bandera roja.