
Es uno de los registradores más jóvenes de España. «También he sufrido. Llegué a estudiar doce y trece horas al día», dice este gallego brillante, que recibió la noticia el pasado mes de mayo y ahora está a la espera de conocer destino.
30 sep 2025 . Actualizado a las 14:05 h.Si lo escuchas hablar, no parece que su hazaña haya sido nada del otro mundo. Pero sí lo es, porque con tan solo 25 años —el pasado julio acaba de cumplir 26—, Álvaro Vega se ha convertido en uno de los registradores de la propiedad más jóvenes de España. A la gesta hay que sumarle que esta oposición es una de las más difíciles. Pero es que encima, lo ha logrado en dos años y medio, cuando la media está en seis u ocho años, y en la primera convocatoria. Es decir, que este joven de O Barco de Valdeorras no sabe lo que es el fracaso ni la frustración de la que hablan tantos opositores.
Pero nada sucede por nada, porque en su caso todo ha sido a base de esfuerzo. «La he sacado en dos años y medio, pero también he sufrido», puntualiza por si a alguien se le pasa por la cabeza que esto ha sido coser y cantar. «No ha habido ningún secreto. Ha sido una mezcla de muchos factores. Por un lado, me ha ayudado muchísimo tener buenos preparadores. Tenía varios, no solo uno, e iba cambiando cada semana. Luego, también he tenido algo de suerte por el hecho de que me coincidiese bien la oposición. Cuando me presenté al primer ejercicio, ya iba a hacer dos años que había empezado a estudiar. Entonces, me veía con suficiente soltura como para probar. Si la hubieran convocado un año antes, no hubiese llegado al primer ejercicio habiendo estudiado solo uno meses. Y luego, también ha influido la constancia, el estudiar día a día», cuenta.
En ese último punto está la madre del cordero. Porque por echarle horas no fue. Álvaro no escatimó en esfuerzos. «Tuve dos fases. La primera fue más relajada, y ahí estudiaba unas ocho o nueve horas al día. Eso fue al principio. Pero, luego, después de aprobar el primer ejercicio, ahí intenté subir el tiempo de estudio lo máximo posible. Si alcanzaba doce horas de estudio, genial. ¡Trece!, también. Lo que fuese posible. En esa etapa llegué a estudiar doce y trece horas al día».
Fuerza mental
Cuenta que otro de los factores que jugó a su beneficio para aprobar esta oposición fue la fuerza mental. «Uno de los aspectos más duros es el hecho de que estás solo estudiando en tu habitación. Y cualquier tontería o nimiedad que te pase, puedes estar todo el día dándole vueltas, porque delante de ti solo tienes el Código Civil y tus apuntes», asegura. Pero también reconoce que el ambiente que eligió para estudiar le resultó muy beneficioso: «Las preparé en Madrid, en uno de los colegios de opositores, el César Carlos, que tiene bastante tradición. Entonces, todos los que íbamos allí estábamos opositando. Estábamos todos en la misma dinámica de estudiar. Y a la hora de comer, comíamos juntos, luego hablábamos o nos tomábamos un café. Y por la noche, durante la cena lo mismo».
Álvaro se reservaba un día libre a la semana. «Era los sábados, y eso también servía para desconectar. Y tampoco renuncié a ningún hobby. Seguí yendo de vez en cuando a pádel e intentaba también hacer algo para distraerme. Porque eso también me venía bien», reconoce.
Este joven de O Barco confiesa que para él lo más importante de todo fue «ser constante y tomárselo muy en serio». No es una oposición en la que estudies de lunes a viernes y descansas los fines de semana. Yo solo descansaba el sábado, y el domingo, para mí, ya era como si fuera lunes. No puedes decir: ‘Me apetece irme este fin de semana a cualquier lado y cogerme tres días libres. Y a las tres semanas volver a hacer lo mismo. Aquí se requiere constancia, esfuerzo y dedicación completa. Y tomárselo en serio. Pero también no agobiarse y saber aprovechar los tiempos de descanso», explica.
Se enteró de que ya era registrador de la propiedad el pasado 22 de mayo. Un día muy señalado en su casa: «Son las fiestas de O Barco, santa Rita. Estábamos todos en casa, ya habíamos acabado de comer. Yo no había dicho nada a mi familia, y estaba un poco desquiciado, actualizando la página a ver si salían las notas. Mis padres sabían que salían más o menos ese día, pero tampoco se lo había dicho claro. Técnicamente, lo sabían porque estábamos comiendo y me levantaba cada dos por tres a mirar el ordenador. Finalmente, salieron a las seis o siete de la tarde», dice.
No se lo creía
Y, claro, la alegría fue tremenda: «Al principio no te lo crees. Tardas en asimilarlo. Esa noche no dormí bien. Evidentemente, era por una muy buena noticia, pero me costó asimilar que había aprobado y que se había acabado mi época de opositor. Yo creo que lo asimilaré por completo en el momento en el que ya tome posesión de un registro y esté trabajando». Además, confiesa que durante todo este proceso, sus padres siempre han sido un gran apoyo. «Siempre me dejaron elegir. Si quería opositar, pues que eligiera lo que yo quisiese, y me apoyaron con la decisión que tomara. Pero es cierto que, cuando me encontraba en la oposición, entre las convocatorias, y estaba superagobiado, porque estudiaba muchísimo y no podía más, ellos me animaban y me decían que si no aprobaba, no pasaba nada, que llevaba muy poco tiempo estudiando. Y que si no era esta vez, sería la siguiente. Más que animarme, me calmaban», asegura.
Álvaro no se había planteado en ningún momento aprobar la oposición en la primera convocatoria, sino que lo veía más bien como una carrera de fondo, en la que tendría que estar preparado para el fracaso y las decepciones. Pero no hizo falta. «Lo veía como un objetivo a largo plazo. Evidentemente, quería aprobar cuanto antes, pero no esperaba hacerlo tan pronto. Si alguien me preguntara el primer día que empecé a estudiar si creía que iba a aprobar, diría que no», dice. Y ahora cuenta que ya está ayudando a otros opositores para lograr que consigan su tan ansiada plaza: «Estoy en el grupo de uno de mis preparadores y he empezado ya a tomar temas a nuevos alumnos que han empezado ahora, en el mes de septiembre. Es muy buen preparador, creo que en esta convocatoria somos 16 los que hemos aprobado con él. Me parece que es muy entretenido ayudar a otros opositores, y es una forma también de mantener el contacto con el mundo de la oposición y de devolver un poco de lo que te han dado ayudando a los demás».
Álvaro siempre fue de buenas notas. Ya en la ESO, pero donde más destacó fue tanto en el bachillerato como en la universidad. Ahí logró obtener un 9 de nota media. Casi nada. «Escogí la oposición a registrador de la propiedad, porque estudié Derecho y Economía. En un momento inicial me planteé trabajar como abogado, pero siempre había tenido en mi cabeza el hecho de opositar. Sabía que si no lo intentaba, al final me iba a quedar con la pena. Y me parecía lo más lógico intentarlo al principio, porque si no me salía bien, siempre podía volver al mundo empresarial y ejercer la abogacía». Pero ya no ha sido necesario, porque ni en sus mejores sueños se había imaginado haberlo conseguido de esta manera, sin haber suspendido ningún examen y en tiempo récord. «Supongo que aprobar cualquier oposición es un orgullo. Pero cuando son oposiciones muy difíciles, tiene un plus de reto personal», reconoce. ¡Reto superado con creces!