Ana y Susana, amigas y socias: «Nos conocimos como madres del cole y ahora somos inseparables»

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Susana y Ana en la tienda que abrieron juntas en A Coruña
Susana y Ana en la tienda que abrieron juntas en A Coruña MARCOS MÍGUEZ

HACE 17 AÑOS coincidieron en un cumpleaños de un amigo de sus hijos. Susana llegó a casa y le dijo a su marido: «Qué maja es Ana, la madre de Irene». Desde entonces pasan el día juntas y han montado un negocio

20 oct 2025 . Actualizado a las 09:24 h.

Ana García y Susana Martínez no estaban buscando una amistad para siempre, pero la encontraron sin querer. «Nuestros hijos mayores, que ahora tienen 20 años, empezaron juntos en el colegio. Nos conocíamos de saludarnos, pero nunca llegamos a pensar que, 17 años después pasaríamos tanto tiempo juntas», cuentan estas dos amigas de A Coruña de 51 años, que tuvieron una vida paralela casi sin pensarlo ni buscarlo. Ellas son mejores amigas, mejores confidentes y también socias: juntas se lanzaron a volver al mercado laboral tras años criando a sus hijos para abrir una tienda juntas. Amigas «con mayúsculas», como dicen ellas. «En la vida vas evolucionando y llega un momento en el que no sales diciendo a ver si me hago amiga de alguien, pero, como en las relaciones, cuando llega esa persona lo sabes. Es ella», confiesa Ana, que se emociona al recordar todo este tiempo al lado de Susana. Las dos se abrazan, se ríen y hasta se les escapa una lágrima. Susana también tiene palabras de cariño para Ana: «Lo que me pasa contigo es que nunca te echo de más, siempre te echo de menos. Si un día no hablamos siempre pienso: ‘‘Hoy no hablé con Ana”».

Su amistad fue casi por sorpresa. Desde su tienda, que lleva el nombre del distrito en el que viven 15cero11, van respondiendo a la pregunta de cómo fueron sus primeros encuentros casi al unísono. «¡Parecemos gemelas!», exclaman a la vez. La hija de Ana y el hijo de Susana empezaron el colegio juntos. Se conocían de verse por el cole, pero no tenían trato. En un cumpleaños al que fueron los dos niños empezaron a hablar, y cuando Susana regresó a casa le dijo a su marido: «Jo, qué maja es Ana, la madre de Irene». Desde ese día ganaron confianza. «Ninguna de las dos estábamos trabajando, estábamos entregadas a nuestra faceta de madres. Y empezamos a quedar: primero para un café después de dejar a los niños en el colegio; después para tomar una caña; otro día para ir a cenar y, así, poco a poco, hasta que acabamos viajando juntos y montando la tienda. El momento máximo fue este último Fin de Año, que por primera vez lo celebramos juntas», cuentan las dos emocionadas.

En este camino de cafés y confidencias las dos se quedaron embarazadas de su segundo hijo con solo unos meses de diferencia. «Y vuelven a estar juntos de nuevo en clase», recuerdan. Había más conexiones en su vida. «Pronto nos dimos cuenta de que también pasábamos los veranos en la misma zona de Pontedeume, así que eso también se convirtió en un motivo para vernos», cuentan.

MUY BUENA CONEXIÓN

Ahora pasan casi tanto tiempo juntas como con sus familias. «Desde el principio siempre tuvimos muy buena conexión y a medida que la amistad se iba estrechando me iba dando cuenta de que para mí Ana era una persona muy importante en mi vida. Cuando crees que no vas a encontrar ese tipo de personas porque tus amistades ya las tienes hechas, de repente aparece gente como ella», explica Susana. Para ella, Ana es una amiga especial: «Con ella comparto cosas que con otras amistades no. Tengo una confianza con ella que casi diría que no tengo ni con mis hermanas. Y ahora que nos embarcamos en esta sociedad con un apretón de manos tomando una caña siento que la amistad se reforzó». Ana está de acuerdo con Susana: «Recuerdo contigo fue un ‘sí, me lanzo'. Incluso uno de nuestros maridos nos preguntaba si realmente queríamos dar el paso de tener un negocio juntas porque nuestra amistad era tan fuerte que se podía ver afectada. Yo tenía claro que con ella no me iba a pasar eso».

Cuentan que todos los días buscan la excusa para hablar. Los temas no se les acaban. Las dos se sienten jóvenes, en una nueva etapa, con los hijos ya mayores y reincorporándose de nuevo al mercado laboral. «Si un día no hablamos es como si nos faltase algo. Siempre nos escribimos e intentamos encontrar un momento: qué haces a las ocho, tengo pilates, venga, lo cambio y bajo y nos vemos. O nos llamamos y vamos a caminar», relatan. «Y con nuestra amistad hemos arrastrado a nuestras parejas y a nuestros niños. Y fíjate que los niños se relacionan, pero no son amigos entre ellos, nunca lo fueron. Nosotras somos amigas del cole de nuestros hijos por elección», aseguran.

CONFIANZA Y LÍMITES

Dicen que se complementan muy bien, «siendo caracteres diferentes». Creen que la clave de su amistad es la confianza y los límites. «Hay amistades tóxicas en las que tienes que saber qué cosas no admitir», asegura Susana. «Es como en las relaciones, al final se trata de manejar un código de confianza, de saber hasta dónde llegar en qué momento», apunta. Para Ana también es muy importante el respeto. «Tú puedes conocer a alguien y sabes que es la persona, que es un 10 desde arriba hasta abajo, que cuentas con ella, que es sincera, que te aconseja y que te desaconseja. Porque en una amiga también buscas que te haga pensar, que sea como una observadora. Y eso es lo que tengo en Susana». «Vamos, es la confianza, de ‘‘hay que deshacerse de un cuerpo, yo te ayudo, a qué hora y qué pala llevo''», bromea Susana. «Al final nosotras hemos llegado a un punto que nos miramos y ya sabemos lo que estamos pensando. A veces nos pasa que salimos de una reunión y las dos estábamos pensando lo mismo», cuentan. «Es que esto es muy bonito». Se vuelven a emocionar y se abrazan. «Las personas van evolucionando con la edad, al final no tienes los mismos intereses cuando eres joven que cuando creces. Y en esa evolución las cosas pueden cambiar o afianzarse. No creía encontrar una amistad tan estrecha, ni nunca me planteé a esa edad encontrar una amistad así. No vas buscando amigos y la gente llega a tu vida», asegura Ana. Susana completa su pensamiento: «Una vez leí en Instagram una frase que decía: “Las amistades son como las colas de caballo, no se pueden forzar porque la goma puede romper”».