Belén Cigarrán: «Tras el accidente que me dejó 45 puntos en la cara comprendí que la imagen no es una frivolidad»

YES

La empresaria Belén Cigarrán presenta la segunda edición de su Club Estilo Estratégico
La empresaria Belén Cigarrán presenta la segunda edición de su Club Estilo Estratégico M.MORALEJO

Después de 40 años de trayectoria empresarial, un accidente de tráfico llevó a la empresaria ourensana a dar un giro a su vida, lanzando su proyecto más personal dirigido a mujeres

19 oct 2025 . Actualizado a las 10:58 h.

A los 17 años conoció al que sería el padre de su hija; en menos de un año estaban casados y a los tres meses de la boda se quedó embarazada. Tres años después se separó, a los 22 se asoció con el que sería su mentor en los negocios y a los 25 ya lideraba una empresa de más de cien trabajadores. Emprendió desde Galicia hasta Estados Unidos, fundó la Asociación de Jóvenes Empresarios de Galicia en 1987 y durante décadas ha liderado empresas en sectores tan variados como el entretenimiento, la gastronomía, la moda, la asesoría o la consultoría. Pero es ahora, a los 64 años, cuando la ourensana Belén Cigarrán ha lanzado su proyecto más personal: un programa de imagen personal, proyección de liderazgo y autenticidad dirigido a mujeres. Su Club Estilo Estratégico y su programa V.I.T.A.L. llegan tras un acontecimiento dramático que marcó su vida: un accidente de coche en la Toscana hace cinco años que le dejó 45 puntos en la cara y una certeza absoluta de que debía reinventarse. «Comprendí que la imagen no era una frivolidad, sino una forma de recordar quién eres cuando todo se tambalea». 

«Nací en Ourense, como buena viguesa, pero me casé muy pronto con un jugador de élite de la antigua Yugoslavia e inmediatamente nos fuimos a vivir fuera», recuerda Cigarrán. Pese a lo breve que fue aquella relación con el jugador serbio de balonmano Bozídar Vukusic, no se arrepiente de nada de lo que ha hecho en la vida: «Toda esa experiencia me ha conducido a la persona que soy hoy», asegura. «Nos conocimos de la manera más absurda y rocambolesca del mundo y nos casamos enseguida. Era muy impactante, imagínate, Ourense, años setenta, y aparece en Porsche a buscarme al instituto un tío guapísimo de 1,90 metros», recuerda. Y reconoce que, en realidad, todas las personas y situaciones importantes en su vida han llegado a través de él; para empezar, su hija Déborah, por la que siente fascinación. A Vukusic lo fichó el Club Balonmano Alicante y la joven familia dejó Galicia. Pero, tras la ruptura, Belén Cigarrán se fue a vivir a Buenos Aires.

Una relación larga

También a través del serbio llegó hasta Rafael Pérez Román, quien sería su mentor en los negocios y su pareja durante varias décadas: «Es la persona que más creyó en mi, fueron 38 años de relación fructífera en lo personal y lo profesional y hoy seguimos queriéndonos y respetándonos». A los 25 años y sin formación académica empezó a hacer negocios, emprendiendo y ahondando en la dirección comercial y de márketing —«desde pequeña tuve el gusanillo del emprendimiento»—, y empezó a crecer con 18 salas de bingo y nueve restaurantes. De vuelta a Galicia, fundó la Asociación de Jóvenes Empresarios, viajaba a Estados Unidos con frecuencia y amplió sus lazos comerciales: «Empecé a traer trapitos y cosas que acaban siendo el fondo de lo que fue después la primera de mis tiendas, que fue un negocio verdaderamente icónico en Vigo; y a partir de ahí, todo lo demás». Pero no fue fácil; reconoce que en todo este proceso tuvo que construir «un millón de máscaras y de corazas para poder sobrevivir» en un momento, las dos últimas décadas del siglo XX, en las que aún se veían pocas mujeres emprendiendo por su cuenta. «Mi lema es que todo lo que viene me conviene, siempre estoy abierta a la posibilidad de conocer a personas, de abrirme a experiencias nuevas, de entrar en mundos diferentes», explica Cigarrán, que se considera una fan del cambio. 

M.MORALEJO

Un duro golpe

Pero en el 2020 el cambio le vino de manera abrupta. «Por aquel entonces era como una mujer pegada en un columpio de hámster con mucha prisa hacia todas partes y verdaderamente sin tener muy claro hacia dónde iba», reflexiona. Un accidente en una curva de la Toscana, camino del Festival Puccini, dio un giro radical a su vida y le dejó 45 puntos en el rostro. Habla de aquel siniestro como su epifanía y, tras él, decidió vender sus empresas en Miami, separarse de su pareja y retirarse al campo: «Después de aquello cambié el foco, dejé de buscar fuera y buceé en mi interior para reconectar con quien ya había olvidado que era». Entonces empezó a formarse en programación neurolingüística, biodescodificación, neurociencia, psicología de la percepción del color, comunicación no verbal… «La parte más humana, más interna, que es la verdadera que merece la pena». Y de todo aquello nació su nuevo objetivo empresarial: «Ayudar a otras mujeres a recuperar su poder a través de su imagen, su presencia y su historia». Así nació el Club de Estilo Estratégico.

Dirigido a mujeres de entre 35 y 70 años, ofrece entrenamientos en presencia, lenguaje no verbal y branding personal, con un enfoque ético, emocional y estratégico. «No enseñamos a vestir bien, enseñamos a las mujeres a vestirse de ellas mismas, a usar el cuerpo, su voz y su ropa como portavoces de su propia identidad», sentencia. Y es producto de su propia observación, de mujeres como ella, que han querido estar y se han encontrado con barreras; esas que ella misma supo romper en épocas más machistas. «Una de las primeras cosas que me di cuenta era de la importancia de tener una presencia fuerte, que fue lo que a mí me ayudó a poder estar en cualquier lugar en un mundo de hombres y seguir manteniéndome allí, marcando mi territorio», explica. Por eso escogió el nombre de Estilo Estratégico: «Hay una estrategia detrás de cada una de las prendas que nos ponemos, nuestro cerebro está programado para clasificar rápidamente y hay que saber lo que se quiere comunicar desde la primera apariencia».

Cuenta que, a lo largo de su trayectoria, se ha encontrado con directivas que eran muy asertivas en su mundo laboral, pero que eran incapaces de enfrentarse a sus maridos en casa, lo que le llevó a la segunda parte del nombre de su proyecto: V.I.T.A.L., siglas que forman una palabra que representa la búsqueda de «una vida más coherente, más fluida, más cómoda».

La empresaria gallega es crítica con el mundo masculinizado en el que ha tenido que sobrevivir durante décadas y está convencida de que las mujeres están pagando un peaje diario por tener que fingir quiénes son: «¿Por qué hemos tenido que copiar un montón de comportamientos masculinos para ser respetadas? ¿Por qué nos hemos tragado tantísimo mensaje de que las mujeres no pueden trabajar juntas?», se pregunta. Y apuesta por el estilo de trabajo y la sororidad del sexo femenino: «Vamos mucho más a compartir que a competir, creo que si hay alguna posibilidad para el futuro, tiene que estar liderado por mujeres».

Está convencida de que el mundo necesita de tributos propios de la feminidad, «que no del feminismo», apunta. Y ha desarrollado un método de cinco pasos basados en la misión, la identidad, la transformación, la alineación y el liderazgo desde la autenticidad para sacar lo mejor de las mujeres.