Un gallego acaba de reclamar la paternidad a uno de los hombres más ricos de España. Estas demandas llevan años llenando las páginas del papel «couché». Repasamos la historia de los hijos secretos más mediáticos
12 nov 2025 . Actualizado a las 10:10 h.Apple comenzó a marcar la diferencia en el mercado tecnológico con su ordenador Lisa, el primero que incorporó un ratón. El nombre de esta computadora pasó inadvertido para trabajadores de la compañía y, también, para los poquísimos usuarios que entonces dominaban este aparato, pero no para una niña que solo buscaba el amor de su padre. Steve Jobs llamó así a uno de sus bebés con logo de manzana a los que trató mejor que a su propia hija. Eso ha dicho en innumerables ocasiones Lisa Brennan-Jobs, a quien el gurú de Palo Alto tardó décadas en reconocer como descendiente. De hecho, fue uno de los primeros en someterse a las pruebas de ADN para descubrir la verdad de esta relación filial que, finalmente, quedó confirmada.
Aquellos innovadores exámenes genéticos se convirtieron en uno de los recursos más utilizados —su fiabilidad supera el 95 % de eficacia— por esos hijos de famosos nacidos fuera del matrimonio que reclaman su parte del pastel, o lo que es lo mismo, la porción que les corresponde de manutención y herencia. Aunque en ocasiones el reconocimiento de la paternidad deriva en una estrecha relación entre el demandado y su vástago —ahí están las portadas protagonizadas por Carlos Baute y su hijo José Daniel, al que tardó 23 años en reconocer—, por lo general este tipo de litigios tensan tanto la cuerda entre las partes que las familias al completo acaban enfrentadas. En este proceso está inmerso en la actualidad un treintañero coruñés que solicita que su padre lo acepte legalmente como hijo tras aportar una prueba casi irrefutable: una colilla de uno de sus supuestos hermanos que, tras analizar los restos de saliva, dio como resultado un 99 % de parentesco. El demandado en cuestión es un inversor madrileño multimillonario que aparece en la lista Forbes como uno de los cien hombres más ricos de España. El club de padres forzosos está a punto de tener un miembro más.
Mick Jagger, Arnold Schwarzenegger, Bob Dylan, Clint Eastwood o Chuck Norris son algunas de las celebridades del cine y la música a las que, al otro lado del charco, les salen hijos de debajo de las piedras. Pero en territorio nacional este tema es trending topic en las páginas del papel couché, dejando algunas de las historias más rocambolescas de la historia de la prensa del corazón.
Julio Iglesias es, posiblemente, el que más titulares ha acaparado por este asunto. Quizás porque a día de hoy sigue sin estar resuelto. El artista, que nunca ha negado que las mujeres y el vino son su perdición, y fanfarronea con que durante años le esperó una chica en cada puerto, tiene un hijo no reconocido que sería la consecuencia de uno de sus escarceos amorosos. Javier Santos, a quien delata su parecido más que razonable con la familia Iglesias, lucha desde hace décadas por que su padre lo reconozca.
Hijo de la bailarina portuguesa María Edite Santos, con la que el cantante de Hey habría sido infiel a Isabel Preysler, presentó ante un juzgado de Valencia material genético de Julio José —uno de sus presuntos hermanos— obtenido de la basura que demostraba una coincidencia del 99,9 %. Contra todo pronóstico, Julio Iglesias ganó la batalla y este hombre, que en la actualidad tiene 48 años, sigue peleando sin éxito. Como indica su abogado, que también defiende al coruñés que acaba de saltar a la palestra por demandar a su supuesto padre millonario, «la Justicia no puede ir en contra de la ciencia». Mientras tanto, Santos reitera que no busca dinero —aunque podría heredar más de 40 millones de euros—, «sino limpiar el nombre de su madre».
Si en Estados Unidos son las estrellas del rock las que han labrado leyendas con historias misóginas que los dejan a ellos como donjuanes y a ellas como busconas, en la España cañí debía haber como mínimo, un torero y un latin lover. Así, Manuel Benítez El Cordobés y su hijo, Manuel Díaz estuvieron años a la gresca debido que el padre se negaba a aceptar a Díaz en la familia. Incluso después de que se dictara sentencia, mantuvo esta distante posición, que solo mutó meses después cuando su otrora hijo ilegítimo coincidió en un acto taurino con su último vástago.
Bertín Osborne ha sido el último truhan que ha tenido que dar explicaciones públicas sobre un hijo al que, manifestó, no tenía previsto «cambiar ningún pañal». «No me voy a poner con eso a estas alturas de mi vida», dijo el presentador y cantante este mismo verano, reiterando su firme decisión de mantenerse lejos del niño que había nacido fruto de su relación con Gabriela Guillén, una paraguaya de 32 años a la que Bertín le lleva 37 años. El andaluz le dio un ultimátum a la joven que no sirvió de nada. «Si tienes al bebé, nuestra relación no puede seguir. Pero si no lo tienes, nuestra relación sigue». Ella optó por llevar su embarazo a término, desatando todo tipo de polémicas declaraciones por parte del cantante. Por el momento, la situación está más calmada, pues parece que Bertín, al menos de cara a la galería, ha bajado revoluciones. «Yo nunca quise ser padre otra vez, pero asumo mi responsabilidad y mis obligaciones», dijo en una muy comentada entrevista hace un par de meses.
Al terreno del arte más sublime y elevado también salen hijos bastardos. Aunque el final feliz no siempre se pone del lado del demandante. Es el caso de Pilar Abel, que incluso llegó a conseguir que exhumaran el cadáver de Salvador Dalí para poder demostrar que era su padre. Esta pitonisa gerundense mantuvo durante años que era hija del pintor surrealista, pero su empeño por ser hija legítima quedó en nada cuando un juzgado de Madrid concluyó que el ADN, extraído del pelo, uñas y dientes del artista, no coincidía con el de la demandante. Así, la vidente no solo se queda sin ser reconocida de Dalí, sino que fue obligada a pagar los costes de la extracción del cuerpo del pintor de su tumba. La mujer se declaró entonces insolvente.
Este tipo de escándalos también salpican a aquellos que tienen sangre color azul. Son varias las casas reales que han tenido que hacer frente a estas incómodas situaciones, aunque la mayoría de veces han logrado escurrir el bulto. El actual rey Alberto de Bélgica, tras años de constantes rumores y acusaciones, se vio acorralado por la Justicia y en el 2020 acabó reconociendo a Delphine Boel como su hija ilegítima tras someterse a unas pruebas de ADN. Esta mujer, que nació tras la relación extramatrimonial del monarca con la aristócrata Sybille de Selys, ha logrado integrarse en su nueva familia, tanto que hasta ha acudido a actos institucionales.
Y de un jefe de Estado llamado Alberto a otro en una situación similar. Cuando asumió el trono, Alberto II de Mónaco tenía 47 años y estaba soltero, lo que generaba una situación de preocupación y alerta en una sociedad monegasca tradicional que, ante todo, temía que su monarca fuese homosexual. Incluso con estos rumores corriendo como la pólvora, el hijo de Rainiero y Grace Kelly prefirió ocultar que era padre de dos niños de dos relaciones anteriores, lo que vendría a garantizar su interés sexual por las mujeres. Finalmente, cuando ya era soberano, acabó reconociendo a estas dos criaturas, que ya eran adultas.