Oviedo es una ciudad que suele entrar por el ojo de los visitantes, si bien, no de todos. Viajeros que han dado con sus huesos en la capital del Principado llegan a opinar cosas como que Santa María del Naranco «tiene poco encanto», San Miguel de Lillo «no es para tanto» o que sus esculturas urbanas «son mamotretos» y meras «horteradas»
Marcos Gutiérrez