Volver
';
¿Es la IA una nueva burbuja? Hablan los que sobrevivieron al colapso de las puntocom

Lecciones que deberíamos recordar

¿Es la IA una nueva burbuja? Hablan los que sobrevivieron al colapso de las puntocom

Las millonarias inversiones en inteligencia artificial han encendido las alarmas. Muchos analistas temen que se repita el pinchazo de las puntocoms: cuando en el año 2000 el Nasdaq se desplomó, volatilizando billones de dólares y hundiendo a centenares de empresas. España también sufrió la masacre. Tres supervivientes de aquellos años locos —Juanjo Amorín, de Terra; Álvaro Ibáñez, de Ya.com; y Nacho González-Barros, de InfoJobs— recuerdan lecciones que no deberíamos olvidar.

Jueves, 20 de Noviembre 2025, 16:07h

Tiempo de lectura: 13 min

Un escalofrío recorre las Bolsas mundiales. Para unos, es de emoción (y codicia) ante la nueva fiebre de la inteligencia artificial. Para otros, de alarma: según McKinsey, la IA ha absorbido unos 560.000 millones de dólares, pero solo genera 35.000 millones en ingresos. Por cada dólar invertido se recuperan seis centavos. O al revés: se gastan 16 dólares por cada uno que entra. Una proporción que inquieta hasta a los más optimistas.

alternative text
La fiesta antes del colapso. La Bolsa de Nueva York finalizó el año 2000 batiendo récords. Tres meses después, en marzo, estallaría la burbuja puntocom y el Nasdaq se desplomó un 78 por ciento. Un cuarto de siglo después, las inversiones en IA despiertan los mismos fantasmas.

La pregunta viene rodada: ¿estamos ante una nueva burbuja financiera? Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, la compañía que desató esta locura cuando lanzó ChatGPT a finales de 2022, reconoce que «probablemente sí». Pero no cree que sea un problema. Al fin y al cabo, las burbujas pueden hacer tres cosas: seguir engordando (y enriqueciendo a los que suben con ellas), desinflarse poco a poco como una rueda pinchada –lo que el mercado llama 'una corrección'– o… glubs… estallar. Los inversores están divididos.

Warren Buffett, que no invierte en lo que no entiende, había estado dando órdenes de reducir exposición en valores tecnológicos estrella, como Apple. Su ratio de ventas frente a compras es ahora de 15 a 1, el más extremo en sesenta años de carrera. Y su fondo, Berkshire Hathaway, acumula 382.000 millones de dólares en efectivo, el mayor tesoro de liquidez que ha reunido jamás, superando incluso las reservas que construyó antes del crash puntocom del 2000 y la crisis financiera de 2008. «Buffett está esperando a que bajen las aguas para comprar», sospechan algunos analistas. Y ese momento parece haber llegado. Berkshire Hathaway ha dado un giro estratégico: de momento, apostando por Alphabet, donde acaba de invertir 4900 millones de dólares. Aunque los expertos sugieren que han sido sus lugartenientes Todd Combs y Ted Welscher, menos reticentes hacia las compañías tecnológicas 'puras', los que han convencido al oráculo de Omaha, que se jubila el mes que viene a los 95 años.

Otro que guarda la ropa es SoftBank. El conglomerado japonés acaba de vender su participación en Nvidia por 5800 millones de dólares. Nvidia no es cualquiera: fabrica cerca del

90 por ciento de los chips que alimentan los servicios de IA del mundo. Si estuviéramos en la fiebre del oro, sería el proveedor exclusivo de picos y palas. Cuando los insiders abandonan la apuesta más segura del casino… Ummm… En el extremo opuesto está Nicolai Tangen, CEO del fondo soberano noruego, el mayor del mundo, que aunque reconoce que «el riesgo en Bolsa es el mayor de la historia» sigue invertido hasta las cejas en Nvidia, Microsoft, Apple, Alphabet y Meta.

Los protagonistas de la burbuja de las puntocom

Juanjo AmorínTerra

'Los números no cuadraban, pero como las acciones subían a nadie le importaba'

Juanjo Amorín tenía 23 años cuando entró en Terra como director de contenidos. Era 1999 y la compañía que Telefónica había ensamblado juntando Teleline y el buscador Olé acababa de salir a Bolsa. En tres meses, las acciones pasaron de 11 a 157 euros: una revalorización del mil por cien que desafiaba cualquier lógica. Terra llegó a valer 36.800 millones de euros, más que ‘mamá Telefónica’. «Fue el efecto wow... Leer más

Una euforia parecida ya se vivió a principios de siglo con los primeros balbuceos de Internet. El crash de la burbuja puntocom fue un fenómeno global que afectó a centenares de empresas tecnológicas: en poco más de un año, el Nasdaq cayó un 78 por ciento desde su pico de marzo de 2000, volatilizando billones de dólares. En España fue una masacre. Terra multiplicó su valor por mil en pocos meses antes de desplomarse. Otras empresas como Patagon y Lycos vivieron subidas meteóricas y caídas letales.

Las comparaciones dan vértigo

Según Der Spiegel, la burbuja de IA es entre 15 y 17 veces mayor que la burbuja puntocom del 2000 y cuatro veces mayor que el mercado de hipotecas subprime de 2008. Y el índice CAPE de Robert Shiller –la ratio precio-beneficio que este premio Nobel desarrolló y que le sirvió para advertir de la burbuja puntocom antes de que estallara– marca ahora 40. En diciembre de 1999, justo antes del desplome, llegó a 44. El CAPE solo ha llegado al nivel 40 dos veces en 154 años de historia bursátil: en 1999 y ahora.

Jeff Bezos, fundador de Amazon, admitió en octubre que «estamos en una burbuja de proporciones industriales». Describió un entorno donde start-ups de seis personas reciben miles de millones de dólares de valoración sin tener siquiera un producto. «Durante las burbujas se financian las buenas ideas y las malas».

Ahora los mercados están hiperconectados. Una caída del 50% en el Nasdaq —similar a la del 2000— desencadenaría ventas masivas en Tokio, Londres... en cuestión de horas

Gita Gopinath, economista jefa del FMI, ha advertido de algo aún más inquietante: hasta 35 billones de dólares en activos financieros podrían volatilizarse. No habla solo de la IA, sino del sistema completo. Una década de dinero barato después de la crisis de 2008, otra inyección masiva de liquidez durante la pandemia, y ahora todo ese dinero flotante busca desesperadamente dónde aterrizar. Y David Solomon, director ejecutivo de Goldman Sachs, añade: «No me sorprendería si en los próximos 12 a 24 meses viéramos una corrección significativa en los mercados de renta variable. Habrá mucho capital desplegado que no generará retornos y, cuando eso ocurra, la gente no se sentirá bien».

Jason Furman, economista de Harvard, añade otro dato escalofriante: el 92 por ciento del crecimiento económico de Estados Unidos en la primera mitad de 2025 se debió a la demanda en solo dos categorías de productos, equipos informáticos y software. Los máximos beneficiarios son dos empresas: OpenAI y Nvidia. Es decir, casi todo el crecimiento de la primera economía del mundo depende de dos compañías.

Los protagonistas de la burbuja de las puntocom

Álvaro IbáñezYa.com

'Te sentías en la cima del mundo. El plan era 'petarlo' en el Nasdaq'

Ya.com nació de una rebelión. Treinta y cinco empleados de Telefónica se fueron el mismo día y montaron su propia empresa con financiación de Jazztel. «Tenías esa sensación de estar en la cima del mundo», recuerda Álvaro Ibáñez, ‘Alvy’. «La edad media era de unos 26 años». El plan era salir a Bolsa en Estados Unidos y ‘petarlo’ en el Nasdaq.

Era el sueño americano... Leer más

Lo que hace esta burbuja potencialmente más peligrosa que la del 2000 es la interconexión financiera. Lisa Shalett, directora de inversiones de Morgan Stanley, lo describió así hace unas semanas: «Las empresas alrededor de Nvidia están empezando a entrelazarse». OpenAI es parcialmente propiedad de Microsoft, pero Nvidia y Amazon también han invertido en OpenAI. Oracle tiene un acuerdo masivo de centros de datos con OpenAI, financiado completamente con deuda. Estas estructuras de financiación circular crean un castillo de naipes donde todos se sostienen mutuamente. Es dinero que da vueltas creando la ilusión de un ecosistema próspero, cuando en realidad puede ser un mecanismo de destrucción masiva si implosiona. Durante la burbuja puntocom, la interconexión era limitada. Las empresas quebraban de forma aislada y el daño se contenía. Ahora, según Shalett, «esta interdependencia penetra la economía real profunda y ubicuamente, como arterias». El 75 por ciento de las ganancias del S&P 500 desde el lanzamiento de ChatGPT proviene de acciones relacionadas con IA. Y el 90 por ciento del crecimiento del gasto de capital también. Si la burbuja explota, no será un accidente localizado.

Un análisis de Deutsche Bank señala que el boom de la IA es «insostenible». ¿Qué pasaría en el peor de los escenarios? Según la consultora Bain & Company, la industria de la IA necesitará dos billones de dólares en ingresos anuales para 2030 solo para mantenerse a flote al ritmo actual de inversión. En el primer semestre de 2025, el gasto en centros de datos representó la mayor parte del crecimiento económico de Estados Unidos. Si ese gasto se detiene abruptamente –porque los inversores dejan de financiar pérdidas estratosféricas, porque la productividad prometida no se materializa, porque las valoraciones colapsan–, la economía estadounidense entraría en recesión técnica inmediata, advierten los expertos.

Los rostros de la burbuja puntocom

Nacho González-BarrosInfoJobs

'Nadie sabe lo que va a pasar. Pero vienen curvas'

InfoJobs fue una anomalía. Fundada en 1998 con apenas 500.000 euros, tenía un modelo de negocio real desde el primer día: cobraba a las empresas por publicar ofertas de trabajo. Durante la burbuja, Terra intentó comprarla, pero rechazaron la propuesta. «Y eso que estábamos acojonados. Nuestros competidores se dejaban fortunas empapelando la Castellana con lonas. No importó. InfoJobs cobraba cinco veces menos y tenía... Leer más

Las empresas han construido centros de datos tan masivos que están saturando la red eléctrica y elevando el precio de la electricidad para todos. Reuters informó en marzo de que el boom de centros de datos de big tech representa «un nuevo riesgo para los operadores de la red eléctrica de Estados Unidos». Si estos centros quedan infrautilizados o abandonados –como las redes de fibra óptica tras el crash del 2000–, representarán miles de millones en activos varados.

El beneficio de unos pocos

Nvidia vale más que el PIB de Francia y Corea del Sur combinados. Si su valoración colapsa, arrastraría consigo a fondos de pensiones en Europa, Asia y América Latina, que han apostado fuerte por las tecnológicas. Durante el crash del 2000, la globalización financiera era menor. Ahora los mercados están hiperconectados. Una caída del 50 por ciento en el Nasdaq –como ocurrió entre 2000 y 2002– desencadenaría ventas masivas en Tokio, Londres, Fráncfort y Shanghái en cuestión de horas. Alex Karp, director ejecutivo de Palantir, plantea un ángulo que pocos se atreven a mencionar. Su empresa vale más de 440.000 millones y reconoce que existe otro tipo de burbuja: la de la aceptación social. «El ciudadano medio cree que la IA ya está aquí. Pero no está seguro de si va a beneficiarle o si solo lo haré yo haciéndome rico». Y advierte que, si los beneficios de la IA solo llegan a un puñado de afortunados mientras la clase media ve peligrar sus empleos, habrá una reacción social. Regulaciones, impuestos, restricciones. «Si quieres una sociedad cuerda –sentencia–, no podemos tener crecimiento para nosotros y ninguno para la gente común».